Hoy hay más neoliberalismo y menos libertades y derechos humanos

Debemos darnos cuenta de cómo van las cosas, antes solíamos tener metas realizables, y nos las han arrebatado ampliamente, sometidos como estamos a un Estado secuestrado por un régimen con pretensiones de mesías y salvador, mientras inmolan a los hijos e hijas de los otros, convertidos ahora en parias, por adjudicación directa de los mandamases, en perjuicio de las mayorías irredentas. Bajo un control férreo de las libertades por los pocos que se han vuelto ricos, mientras que cada vez son más los mucho que se anexan a las listas de pobreza y pobreza extrema, solo que se ocultan por el discurso oficial del progreso económico en boga, mientras el bongo de la nación hace aguas, ante las restricciones de los derechos y garantías, los mismos que se adquirieron con esfuerzo y dedicación, sacrificios de muchos y muchas, en más de medio siglo, en el que eran más quienes disfrutaban una vez pasado los años de vida activa y meritoria de una justa jubilación, con garantía de culminar lo que restaba por vivir con dignidad y no mendigando o esperando por las dádivas del gobierno de turno.

Todo cuanto se hizo en aquellas circunstancias fueron truncadas, y como desechos humanos, fueron abandonados a su suerte, a través de nuevas narrativas y convicciones irresponsables por oficialistas y la oposición, que dieron pie y generando un contexto, en el cual la existencia se tornó una causa perdida, sin servicios ni retribuciones para millones de compatriotas de la tercera edad. Cuáles son los principios y los valores éticos con lo que se reivindicaron tantos esfuerzos con los que se levantaron las banderas comunistas y socialistas, más allá de los discursos que como boomerang regresaron decapitando a sus principales líderes, dejando huérfanos y huérfanas a cuadros alistados en varias generaciones continuas. Hoy de nuevo estamos enfrascados en nuevas guerras de diferente signo, y lo que se pretende son las mismas cosas, pero nos han arrebatado las pertenencias bajo viles argumentos y dobles mentiras. Sin embargo, más temprano que tarde esa ecuación se va a revertir, el foco está en una alta presión global, pero ya lleva tiempo preparándose para finalmente imponer los cambios deseados por las mayorías. Cambios que serán drásticos y dramáticos, pues la configuración de ese 1% que se ha mantenido dominante en los últimos 70 años, están llegando a su fin. El frente lo constituye el otro 99% que ya ha dejado de seguir siendo dócil e ignorante, frente a la realidad que les ha tocado vivir, desde una existencia de desigualdades, lo cual en el próximo lustro será antesala del Nuevo Orden Global, el cual pugna por instaurarse seguramente en el próximo lustro, pero resta por saber cómo será ese parto anunciado.

Nuestro problema actual es el paradigma híbrido de un capitalismo global y financiero, del neoliberalismo tecnocapitalista como proyecto en el antropoceno. El mismo ha ido a contracorriente ante la vida y la propia existencia de la especie humana, de las personas que han sido controladas y dominadas, los que se han creído los elegidos desde un destino manifiesto, y se sienten más allá del bien y del mal. Las leyes los tienen sin cuidado, no se rigen por la constitución, porque siguen atados al pasado. Cumplen al pie de la letra lo que les manda el cabal, y disparan por mampuesto, gozando de nuevas patentes de corso, haciendo y deshaciendo a petición, por quienes no han hecho más que depredar y consumir los finitos recursos que todavía quedan en la tierra. Pero que en nada han favorecido a la humanidad por completo, sino a ciertos grupos y sectores de la población, en sus respectivos países, con capacidades bélicas para imponerse con quienes tienen otra manera de ver el mundo, medrando en y de la naturaleza, tratando de mantener un cierto equilibrio, y tratando de no ser sujetos sujetados por las sociedades de consumo y de un sistema cuyo paradigma sea el neoliberalismo, que está transformando todo a su paso, con una dinámica voraz. Una transformación del planeta en que se hará imposible vivir, si no se rescata el pensamiento sistémico, ecológico y político, que identifique los elementos constitutivos y mecanismos, donde se incluya a las personas y sus comunidades.

Lo que ha correspondido entre los que creen que han alcanzado estadios superiores en el sistema que así se los ha hecho creer, mientras que niegan el crédito a otros, a otras, que siendo humanos, se encuentran en un medio que se torna cada vez más hostil, bajo una narrativa perversa como la actual, donde de nuevo han surgido los tiranos, que se han plegado al cuanto tienes tanto vales, una falacia con la cual no puede prosperar más del 1% de la población del planeta, el resto no tendrá oportunidad de alcanzar una existencia con una vida digna, responsable y estable. Se hace como imposible, pero se nos sigue vendiendo la idea de que las esperanzas son las últimas que se pierden, y siendo la vida tan corta, pese a lo acumulado de las experiencias individuales, los años no pasan en vano, y nos percatamos que no habrá humanidad si seguimos depredando el medio ambiente como lo hemos venido haciendo. Sigue siendo una lucha y un combate permanente luego de las conquistas sociales ganadas por los pueblos en sus luchas por reivindicaciones, que son atropelladas por los poderes fácticos, que no atienden al soberano, ni se respetan las garantías plasmadas en las constituciones, luchas y avances logrados durante la larga historia de batallas y guerras fratricidas, sin pena ni gloria, sino un terrible malestar civilizatorio contemporáneo.

Del contexto planteado desde la IIGM, con tratados entre las naciones y convenciones de derechos humanos que se consolidaron en respuesta como el respeto de la condición humana, con reconocimiento de los derechos civiles, políticos, sociales y económicos, como universales. Fueron largas luchas sindicales, populares y de movimientos a partir de entonces, que fueron incorporados en cada constitución escrita por los legisladores, garantizando la educación, salud, trabajo digno, seguridad social y jurídica, como derechos fundamentales. Al irrumpir el neoliberalismo desde mediados de los 70, expandido como proyecto político y económico globalizado, se promovió la desregulación, la privatización y la reducción del papel del Estado. Intelectuales como Hayek y Friedman, defensores desde las corrientes contrarias a la intervención estatal, para control y beneficio social, criticaron fuera una segura amenaza totalitaria por parte de los comunistas y los socialistas, entonces se dieron a reinterpretar los derechos y las garantías, pero en clave del mercado y el consumismo sin límites. De modo que el proceso neoliberalismo iba vaciando de contenido radical los derechos humanos, transformándolos a través de lenguajes moralizantes, legitimadores del libre mercado, sin garantía ni derechos sociales efectivos. Consecuencias, el acompasado debilitamiento de los derechos sociales como salud, educación y vivienda, convertidos en mercancías, accesibles solo para quienes pueden pagarlas, o teniendo que endeudarse de por vida para quienes pueden tenerlos a disposición.

Ha sido pues la fragmentación del concepto de los derechos humanos, que sólo privilegian en algunos casos concretos, los derechos civiles y políticos como la libertad de expresión y la propiedad privada, relegando los derechos económicos y sociales, como parte del despojo constitucional desde reformas neoliberales aplicadas sobre muchos países, que reducen el alcance de garantías constitucionales, subordinando la justicia social, a la estabilidad macroeconómica. Una reversión de los logros y victorias reivindicativas para una seguridad social, la educación pública, el derecho al trabajo y vacaciones remuneradas, hoy erosionadas por las políticas de austeridad y privatización. Al final el neoliberalismo actúa como un sistema depredador, que convierte derechos en privilegios, debilitando la propia capacidad de los pueblos en la defensa de sus conquistas y reivindicaciones. Digamos como crítica central, que el neoliberalismo no solo ha puesto límites a los derechos humanos, además los ha reinterpretado, legitimando las desigualdades, un retroceso, la regresión histórica frente a las luchas por las conquistas de la dignidad y la justicia social. Es una reconfiguración en la práctica donde todo se transforma, provocando retrocesos concretos en garantías constitucionales y derechos sociales.

Señalemos de pasada lo que se logró consolidar a mediados del siglo XX hasta tres décadas después y en medio de la Guerra Fría, nada menos que los derechos humanos, con la creación de la ONU, la Declaración Universal de Derechos Humanos y pactos internacionales, cuyo impacto afianzó el marco jurídico que vinculó derechos civiles, políticos y derechos económicos, sociales y culturales, obligatorios para los Estados con metas en política pública. Seguidamente emergió y se expandió el neoliberalismo con crisis económica con el ascenso de Reagan y Thatcher con políticas de mercado y difusión de ideas neoliberales por parte de los tanques de pensamientos en las redes académicas. Su impacto, la desregulación, privatización y reducción del Estado de bienestar, iniciándose una reinterpretación entre la relación mercado y derechos, con prioridad en la eficiencia económica, sobre la eficacia de las garantías sociales. De ahí que la cooptación del lenguaje de derechos e instituciones de los organismos internacionales y los actores privados, incorporaran la retórica promoviendo las reformas a favor de los mercados y no de los derechos.

El impacto fue la adopción del lenguaje moral del mercado y no los derechos humanos, vaciados de contenido redistributivo, facilitando la legitimación de políticas sin garantizar los derechos sociales efectivos. Con las privatizaciones, se puso en boga la austeridad y los retrocesos concretos que persisten en el presente, manifestándose en la crisis financiera global y los paquetazos, con una expansión de servicios privados de la salud, la educación y las pensiones, erosionando el acceso a través de las condiciones y capacidad de pago. Las reformas constitucionales y judiciales no se hicieron esperar, pues la prioridad fue la estabilidad macroeconómica y no la protección social, con aumento de la precariedad laboral y reducción de protección sindical. Tales mecanismos de retroceso son como opera la reversión, con legalizaciones selectivas, mientras que formalmente se mantienen ciertos derechos, aunque limitando su exigibilidad práctica, es la mercantilización de los servicios públicos que se transforman en bienes de servicios del mercado, pero reduciendo su universalidad.

El uso del discurso de los derechos fue la narrativa y legitimación bajo el cual se enmascararon las desigualdades, presentando la privatización como una opción de libertad; mientras las políticas amplificaban las brechas entre clases, género y territorio, una desigualdad estructural para debilitar la capacidad colectiva de defensa para las conquistas sociales. La resistencia y la resiliencia son las alternativas de los movimientos sociales, sindicatos y los litigios estratégicos, que han logrado frenar o revertir muchas medidas en contextos concretos. Muchas propuestas de repolitización de los derechos se reclaman y exigen con carácter indivisible, tales serían las claves para poder recuperar y fortalecer las exigencias judiciales y administrativas de los derechos sociales, articulando movilizaciones sociales con estrategias legales y políticas públicas redistributivas.



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Franco Orlando


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