Chequera mata galán…corrupción mata socialismo

Se hizo común la expresión que encabeza el titular, para significar que de nada valía la buena presencia física, el cabello arregladito, músculos bien desarrollados, labia, poemas de amor; si entre el galán y la enamorada se atravesaba una chequera bien respaldada. Por cierto, en el fondo ofensivo a la mujer, pero tal parece que funcionaba. ¿Y el amor? ¡A la porra!

Pues bien, esta expresión delataba como ya en la conducta humana, en las relaciones interpersonales  y en la vida del homo sapiens, se había instaurado definitivamente el consumismo, la apariencia, lo plástico, lo circunstancial, la acumulación innecesaria de lo que fuera, en síntesis una alienación, una enajenación, un auto desconocimiento; una valoración de lo superfluo como esencial. Una generación de otra forma de dependencia, de necesidades ficticias que se lo lleva todo por delante sin importar ningún valor. Tener, tener, tener y tener en vez de ser, simplemente ser. Que por cierto, es grave en cuanto es conducta individual; imaginemos cuando esa conducta se colectiviza y se hace del espacio conductual con pasmosa aceptación social. Hasta verlo y aceptarlo como algo natural y cotidiano. Y se enferma la sociedad. Y es más difícil curarla.

En las décadas de los años sesentas y setentas, eran habituales las cuñas publicitarias donde el valor de ser importante estaba signado por la posesión de un auto deportivo, un yate, una avioneta y consumir una marca determinada de güisqui. O la importancia de fumar tal o cual cigarrillo, de como el tipo exitoso con las mujeres, acomodadito, perfumadito; lo resolvía todo con una tarjeta de crédito que además de sonar lo aflojaba todo. Absolutamente todo.

Ya para ese momento era común escuchar en el mundo de la política vernácula:”los adecos roban…pero también dejan robar…los copeyanos roban solo para ellos” o la famosa expresión inmortalizada por un miembro de la dirección nacional de AD :”la gente roba porque no tiene motivos para no robar”

Con todo esto estamos llegando a donde vamos, que ya no es chequera matando galán, sino la democracia llenándose de llagas incurables, con un solo nombre: CORRUPCIÓN. La descomposición individual se colectivizó y se instauró fuertemente en el estado, en los partidos, en diferentes instancias de poder, el “¿Cuánto hay pa´eso? se instaló definitivamente.

Corrupción mata socialismo y es imperdonable practicarla y dejarla pasar.

Si adversamos, denunciamos, desenmascaramos actos de corrupción durante los años del puntofijismo por todo el daño que le causó a la sociedad venezolana, ¿Qué se puede esperar que hagamos ahora? El socialismo encierra justicia social, equitativa distribución de la riqueza, desarrollo de políticas sociales que reivindiquen la condición humana y eliminen la exclusión, que solvente la deuda social, que eduque la población, que garantice salud y bienestar, viviendas dignas, que eleve los niveles de conciencia política y social,  que las riquezas fundamentales se inviertan en la gente, en programas sociales, en ciencia y tecnología, en los niños, niñas y adolescentes. En los adultos mayores.

Además encierra actitudes y valores como la humildad, sencillez, solidaridad, cooperación, rectitud, honestidad, amor, comprensión, espíritu de sacrificio, compartir, aceptar a los demás, nacionalismo, internacionalismo, identidad nacional, perseverancia. El socialismo es la nueva de una sociedad justa, marcada esencialmente por el humanismo, la protección y defensa del ambiente, vivir en paz, rechazo a la guerra y sometimiento de los pueblos; es anti imperialista por esencia, se opone a la esclavitud y al racismo. Para dar una idea de la sociedad de transformación y avanzada que se encierra en los principios que lo sustentan.

Para que el máximo disfrute de los beneficios se materialice en bienestar humano; además de contar con los recursos materiales, el poder, organizaciones de todo tipo, participación ciudadana; es indispensable, capital, imperativo, que la honestidad reine, que el manejo pulcro de los bienes del estado, que es decir de los ciudadanos, esté libre de toda sospecha de manejos extraños. La corrupción no debe tener ningún espacio de vida en un proceso revolucionario que pretenda construir el socialismo. La corrupción es la podredumbre de una sociedad y no hay que darle ni el mínimo espacio de respiro y actuación. La corrupción es una causa de muerte del socialismo.

Bernardo Pérez fue un campesino español que se radicó en Venezuela en la década de los años cincuenta. Labró la tierra con amor y formó familia en este patio. Un buen día se le ocurrió escribir un libro en el que reflejara, lo que a su parecer había sido el desvío del hombre de su camino, trastocado por delirios  de grandeza y desconociéndose. El título del libro: “Qué lejos estamos de dios”.  Ahora parodiando a Bernardo, a propósito del cuerpo que parece tomar la corrupción, no quisiera afirmar: ¡Que lejos estamos del socialismo!

rgustavogonzalezp@gmail.com



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Rafael Gustavo González P.


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