Es innegable que en el seno de los organismos internacionales se ha producido una pérdida alarmante de principios. Vivimos en el "mundo al revés," donde la paradoja dicta que, a menudo, se premia al agresor y se condena al agredido.
Esta reflexión surge a raíz de la reciente entrega del Premio Nobel de la Paz. El galardón ha recaído en una figura de la política venezolana con un historial profundamente cuestionable, a quien se le atribuye una tendencia fascista y una contribución directa a la inestabilidad nacional. Esta persona ha incentivado la violencia callejera, la agresión a instituciones estatales, y ha promovido activamente sanciones económicas, comerciales e incluso intervenciones militares que atentan contra la vida del pueblo venezolano. Su currículum es opaco en todos los ámbitos, y menos aún en el de la diplomacia y la construcción de paz internacional.
El argumento es doble: primero, por su ideología abiertamente confrontativa; y segundo, por la falta de trayectoria internacional que justifique un premio de esta magnitud. Su escasa resonancia global sugiere que este reconocimiento no honra el mérito, sino que obedece a otras dinámicas políticas.
El Cadáver Político y la Estrategia de EE. UU.
Compañeros lectores, este "parapeto" solo tiene una lectura: el intento desesperado de resucitar a un cadáver político, en este caso, a María Corina Machado (MCM). Los Estados Unidos, al parecer sin otras cartas viables en la oposición venezolana, apuestan a la única figura que les queda en ese "cementerio de ineptos" —refiriéndonos a la oposición de corte fascista.
Subestiman al pueblo venezolano al creer que un reconocimiento internacional, tan desprestigiado en las últimas décadas como el Nobel de la Paz, será suficiente para movilizar a las masas y justificar una intervención en nombre de la "democracia rescatada" (una maniobra que recuerda a la instalada en Bolivia).
Lo que la élite de Washington no comprende es que este es un pueblo leído, formado políticamente e inteligente. Entendemos perfectamente la "tramoya" que están cuadrando al otorgar este premio. Venezuela es una nación inmarcesible; nadie va a manchar nuestra tierra con sangre para imponer falsas democracias y gobiernos serviles a intereses extranjeros.
Alerta Permanente: La Amenaza de la Guerra Híbrida
Los venezolanos debemos mantenernos en constante alerta ante estas amenazas de guerra híbrida. El "perfume" de nuestro petróleo atrae a numerosos pretendientes. Algunos, como Rusia, China o la India, buscan negociar en términos de igualdad y respeto mutuo. Otros, como EE. UU., optan por tácticas de "viejo oeste" o de intimidación, imponiendo reglas a su conveniencia. A quien no se somete, lo aniquilan militarmente o lo acusan de ser un narco-gobierno o un Estado terrorista.
Es reprochable que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros gobiernos serviles se presten a este juego, facilitando la destrucción de gobiernos progresistas en el mundo. No podemos olvidar casos como el de Gadafi en Libia, donde altos funcionarios disfrutaban públicamente del ultraje. Los gobiernos estadounidenses han demostrado ser la mayor plaga, al destruir más pueblos que cualquier enfermedad, únicamente para imponer títeres políticos que ejecuten sus designios genocidas.
Aquí en Venezuela, esa bota jamás entrará a gobernarnos. Somos un pueblo noble e inteligente. Jamás permitiremos que se nos impongan políticas esclavistas o entreguistas. Nos sobran cojones para defender nuestra Patria Grande. Como dijo el comediante: "Primero muerto que perder la vida."
¡Que se vayan al carajo, gringos, con sus lacayos!