Bolivia, la del estaño y soledad quedó atrás, en la lejanía de los recuerdos y los sueños libertarios del Comandante Ernesto Che Guevara que dejó su sangre porque sabía que se podía luchar contra lo que en aquellos era una dictadura que gobernaba como una elite, aislada del pueblo históricamente excluido de cualquier participación.
Quedaron en la retina del legendario revolucionario, los atropellos y los asesinatos de mineros y campesinos, de hombres de piel cobriza y corazones angustiados, de seres que solo eran considerados humanos por que según la teoría fascista, “la sangre era lo único que tenían de humanos” y el Che levantó su fusil y su pensamiento y convencimiento libertario para luchar contra aquellos asesinos de Barrientos y Ovando Candia.
Lo atraparon herido y de casualidad, con el fusil destrozado y agotado por el puñal del asma que llevó como una cruz durante toda su vida. Bolivia era el país más pobre de América Latina a pesar de sus riquezas las más importantes de la época eran los recursos mineros. Pero eso fue en el 67, cuando el mundo se estremeció ante el cobarde asesinato de los militares de rango bolivianos y los agentes más notorios de la CIA, pasaron ya muchos años, muchas cosas cambiaron en esa Bolivia de estaño y soledad, pero algo no cambió, muy por el contrario se consolidó con mayor certeza: El cesamiento libertario del Che y su cosmovisión de lo que se venía para esta región de este Subcontinente.
A Bolivia llegaron cuando se tuvo conocimiento de la existencia de fuentes de hidrocarburos muchas empresas oligopólicas y como la historia se repite y es redonda como una naranja, nuevamente los gobiernos de turno le abrieron impunemente sus puertas y allí están, llevándose la riqueza del pueblo, pero ahora ya no existe el miedo entre los indígenas, los “indios”, los sin tierra, los eternos excluidos y de la mano de varios dirigentes se decidieron a luchar por lo que le corresponde no solo a ellos, sino a su Patria.
El Presidente Mesa, un “aparecido” que estaba colgado de un piolín, tomó la decisión de presentar su renuncia con la absoluta convicción que el Congreso se la iba a rechazar y que las clases altas y media alta lo iban a apoyar. Así fue y hasta se dio el lujo de salir al balcón del Palacio Presidencia “El Quemado” para hacer proselitismo ante un grupo de habitantes de La Paz a los cuales se los observaba vestidos de traje y corbata, señoras que denotaban bastante poder adquisitivo y jóvenes de esas mismas raíces sociales.
Pero lo más grave de todo fue cuando se pidió “mano fuerte” e implícitamente el Presidente Mesa que se había retirado del balcón, como si fuera un artista volvió al mismo para el conocido “bis” de los actores o cantantes. Allí quedó flotando algo más que una aparición exististe, apareció nítidamente la expresión “Represión ilegal del Estado” y los que vivimos represiones en varias oportunidades sabemos como empieza esto, pero nunca cómo termina, es decir, sabemos que bien nunca va a terminar.
La miserable prensa que es expresión de capitalismo, del neoliberalismo, los oligopolios, la derecha y la burguesía entreguista, dieron cifras de presencia “popular” que indagan a quienes tuvimos la posibilidad de estar allí.
Estaban los rubios, mezclados con algunos pardos que gozan de cierto poder como por ejemplo los comerciantes, a los que lo único que les preocupa es que con los cortes de los indígenas, las ventas decrecieron.
Mientras esto sucedía en La Paz, muy cerca, en El Alto o un poco más lejos en Santa Cruz de la Sierra, Sucre y Cochabamba, se iban juntando los grupos que se opones a la entrega.
Hoy la resistencia se limita a cortar rutas y accesos, pero la amenaza de Mesa hace presagiar que esos cortes y esas medidas van a tener que cambiar y la única manera de cambiar es mediante la lucha armada, ese 40% de excluíos están dispuestos a presentar batalla. Es vergonzante que algunos gobiernos todavía apoyen a Mesa, y es vergonzante porque la oposición defiende la riqueza latinoamericana y lo hace por ahora con cortes. El 18% de regalías que dejan las empresas petroleras son “mierda” y como decía el Che, hay que dejar de ser “comemierda” y es imprescindible la resistencia no solo de los indígenas sino de todos los sectores populares del mundo. Está en juego una nación pobre, cuyos seres son simplemente “números” para la macroeconomía, Es indudable que va a correr sangre, sangre boliviana lamentablemente, la sangre de los dueños de la explotación siempre estará a salvo, aunque nunca se sabe cual será el derrotero de lo que se viene. APOYEMOS A LOS INDIGENAS, COMO SEA y recordemos que el heroico Comandante Che Guevara merece aunque sea luego de muchos años, una reacción popular y una rebelión de los sin nada.