¿Desde cuándo es Miguel E Otero escritor?

El señor Enrique Otro Vizcarrondo le regaló a su hijo Miguel Otero Silva una imprenta. Era el sueño de MOS. Los hijos demuestran a corta edad los pasos que van a dar en la vida. Si un pintor tiene un hijo de seguro que ese hijo querrá ser pintor. Es algo genético. El señor Enrique Otero Vizcarrondo no era escritor, pero seguía con mucha atención los deseos de su hijo por tener un periódico. Nació El Nacional y Antonio Arráiz fue su primer director.

Por ese periódico pasaron los mejores comunicadores sociales de nuestro país. Heberto Castro Pimentel fue uno de ellos, Federico Pacheco Soublette fue otro, sin contar con Euro Fuenmayor, quien a veces dejaba el paltó en el espaldar de la silla de su escritorio y se iba a Maracaibo. Uno de los grandes de El Nacional fue Don Cuto Lamache. Cuando uno entraba al segundo piso del viejo edificio de Puerto Escondido, el sonar de las teclas de las máquinas producía emoción, porque ahí escribían los mejores.

Hasta la página social del periódico era leída a por el pueblo. Se llamaba La Ciudad se Divierte y la escribía Pedro J. Díaz. La página deportiva era un gran menú diario. Ahí dejaron estampadas sus rúbricas Eladio Secades, Carlos González, Mauriello, Jesús Coba y otros grandes del oficio deportivo. Pero nunca, jamás, vimos a Miguel E. Otero pegado de una máquina de escribir. Él quería ser comerciante, pero malo.

La página A-5 era una nota. Escribían Sanín, Kotepa Delgado, su hijo Igor, Roberto Malaver y Roberto H Montoya el autor de Entre las Breñas entre otros. La página no tenía “pérdida”, las caricaturas la hacía Pancho Gruells y la noticias internacionales eran las más leídas de la prensa diaria. Es decir El Nacional era un diario muy completo; daba orgullo ir con él debajo del brazo. Pero un día murió MOS.

Miguel E. Otero soñaba ser alcalde de Chacao. Se creía que el diario seguiría la misma línea editorial de cuando vivía MOS, pero Miguel E. Otero al cual nunca vimos con los dedos manchados de tinta de de máquina de escribir, quería ser comerciante, pero malo. En El Nacional tuvimos la suerte de ver a Pablo Neruda quien era amigo de MOS. Los dos parados en la puerta principal del periódico, fueron dos colosos ante mis ojos juveniles. El Nacional se fue muriendo detrás de MOS. Los hijos de ciclistas, suelen ser ciclistas, pero Miguel E. Otero lo que anhelaba era ¡dinero! Como expresaba Curzio Malaparte, Miguel E. Otero mandó al dracco a El Nacional

Un día Chávez empleó a la esposa de Miguel E. Otero en Miraflores. Pero al poco tiempo salió de ahí. El pueblo, que es la voz e Dios, dijo que “lamentablemente ella no pudo hacer que el Presidente Chávez le consiguiera un préstamo para que su esposo hiciera a un negocio en la isla de Margarita” En esos días el país estaba en la ruina. No podemos decir que eso sea cierto, pero el pueblo es la voz de Dios.

Miguel E. Otero cruzaba por el pasillo de redacción y ni siquiera se fijaba en las máquinas de escribir, en la “underwood”, en las “reminton”, comenzó a meterse con Chávez ¿por qué Miguel E. Otero no sentía ese maravilloso sonido que a todos nos espelucaba? Y se inició LA DEBACLE DE El Nacional, porque Miguel E. Otero al parecer no sintió el grito que llegaba desde las penumbras, pidiéndole que…”hijo, no destruyas el periódico”. Miguel E. Otero es el único culpable que el diario El Nacional, hoy de poco tiraje, flaco y desgarbado, se tueste en las cálidas paredes de los quioscos. QEPD El Nacional de mi juventud

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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