La Pdvsa de Luis Giusti es cuestionada por el embajador de Venezuela en Colombia

“Importaba costos y exportaba beneficios”

En respuesta a un artículo publicado la semana pasada, el diplomático dice que hoy la petrolera beneficia al Estado y no a las empresas transnacionales.

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Mientras que para el ex presidente de Pdvsa, Luis Giusti , la compañía no tiene un norte definido, el  gobierno Chávez manifiesta que la estrategia  para hacer de la compañía una de las más importantes del mundo, va por buen camino. 

En el marco de una ofensiva mediática, el Departamento de Estado y las grandes corporaciones transnacionales están moviendo sus piezas con el propósito de moldear una matriz de opinión manipulada de la revolución bolivariana y de la situación de la industria petrolera venezolana. Y Luis Giusti, ex presidente de Pdvsa y asesor de la Casa Blanca en los temas energéticos, es una de esas fichas.

En su momento fue útil a Estados Unidos durante la IV República, cuando al frente de Pdvsa ejecutó una estrategia para privatizar la industria, adelantando una política orientada a convertirla en una empresa económicamente inviable, tanto en sus ingresos como en sus costos, debilitando considerablemente su papel como proveedora fundamental de ingresos fiscales.

Uno de los artificios que utilizó para llevar a cabo su plan desnacionalizador fue falsear el verdadero potencial económico y energético de Pdvsa, haciendo estimaciones basadas en escenarios y modelos irreales que únicamente buscaban favorecer a las transnacionales que la rondaban impacientes para poner la mano sobre una de las mayores reservas petrolíferas y de gas del planeta.

La llamada apertura petrolera y la actuación del Ministerio de Energía y Minas de entonces, actuando como “Caballo de Troya” en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para deprimir los precios, promovieron la sobreoferta del mismo y fueron los pivotes que soportaron la política privatizadora de los “meritócratas” neoliberales comandados por Giusti. 

Una de las claves que les permitió a Giusti y compañía manipular la toma de decisiones, fue precisamente la supuesta “autonomía” de que gozaba Pdvsa. Esta, en la práctica, era una especie de “caja negra” o de “Estado dentro del Estado”, con un diseño heredado de las transnacionales petroleras que manejaron la industria del petróleo hasta 1975.

Bajo el manto del “corporativismo pedevesiano”, basado en supuestos principios autónomos de “eficiencia” y “meritocracia”, la burocracia que manejaba la empresa, de la cual Giusti es una de sus expresiones, tenía el monopolio de la gestión del negocio, bloqueando la injerencia del Estado en su conducción.

Esa gestión era orientada política y económicamente por las grandes corporaciones beneficiarias de jugosos contratos derivados de sus operaciones globales. Eso explica, en buena medida, la paradoja de la antigua Pdvsa, que a pesar de que disfrutaba de un aumento progresivo de sus ingresos por ventas de hidrocarburos, mostraba una tendencia decreciente de los ingresos fiscales petroleros.

Esa reducción progresiva de la renta fiscal petrolera, aunada a la corrupción imperante en el gobierno, devino en una merma importante de los recursos del Estado disponibles para atender las ingentes necesidades sociales de una población que hacia 1998 tenía en Venezuela niveles de pobreza total superiores al 75%.

La internacionalización

En los años 90, la actividad de refinación, particularmente en Estados Unidos, perdió valor a tal punto que muchas compañías refinadoras estaban al borde de la quiebra. Es en ese momento cuando Pdvsa acudió al rescate de los inversionistas alemanes y de la dinastía petrolera de los Bush en Texas, afectando considerablemente los ingresos fiscales petroleros.

De esta manera asumieron un negocio con costos inmensos, recibiendo “a cambio” contratos leoninos de suministro de crudo a largo plazo, basados en una fórmula de precios estructurada para que sólo a precios por encima de 90 dólares por barril se activaran economías positivas para la empresa Pdvsa.

Si la refinería estaba en rojo, entonces no le correspondía pagar impuestos en EE.UU, pero en realidad eso no ocurría porque se activaba un descuento, con lo cual se materializaba una transferencia directa de recursos del tesoro venezolano al de EE.UU. La internacionalización de Pdvsa resultó ser importación de costos y exportación de beneficios, creando  un entramado de empresas para desviar el pago de dividendos de operaciones en el exterior.

Giusti presenta la política de “internacionalización” como uno de los grandes logros de la vieja Pdvsa. Sin embargo, al evaluar los resultados de esta política nos encontramos con que en lugar de elevar la rentabilidad del negocio, más bien incrementó los costos. La administración de Citsgo en EE.UU, prácticamente no estaba en manos de Venezuela y sólo después de 2002, luego del paro petrolero, fue cuando el Estado venezolano asumió el control de la industria y comenzó a reportar ingresos para el país.

El ajuste de la política de “internacionalización”, emprendido por la nueva Pdvsa, ha permitido deshacerse de activos internacionales no productivos y alinear los existentes con las políticas públicas de la revolución. El giro que se ha dado se inscribe en la nueva gestión petrolera y energética, basada en diversificación de mercados, cooperación sur-sur, consolidación de la integración de América Latina y del Caribe y construcción del Alba. Una lógica que no entra en cabeza de quienes se mantienen aferrados al fracasado modelo neoliberal y neocolonial.

Los famosos convenios operativos se habían estructurado de manera perversa, permitiéndole al prestador del servicio incluir entre sus gastos ordinarios los desembolsos de capital, haciendo viable el servicio a costa del sacrificio fiscal de la Nación. Se establecieron pagos en función del valor del petróleo, comprobándose en algunos casos que el producto de la venta de crudo proveniente de la operación petrolera no era suficiente para pagar el servicio. No era otra cosa que pagar para que se llevaran el recurso natural gratis.

Los crudos pesados se comercializaban desde los años 60, mezclándolos con crudos livianos, como el llamado “Merey 16”. Por lo tanto, es engañoso afirmar hoy que los crudos de la faja no eran comerciales. Además, la vieja Pdvsa no se interesó en cuantificar esos recursos petrolíferos. Tal como afirma Giusti, se vendió la idea de su falta de comercialidad y de las inversiones necesarias para su desarrollo, no con el fin de explotarlas para los venezolanos, sino para consolidar la privatización.

Una privatización patrimonial consagrando esquemas con participación minoritaria de Pdvsa y ventajas fiscales e impositivas que apenas dejaban un valor residual para la República. Los contratos llegaron a ser tan ventajosos para los inversionistas extranjeros, que el caso “Zuata” se llevó a Harvard como un “caso estudio de negociación” con los países productores.

Se emplearon argumentos falsos para consagrar ventajas fiscales, por ejemplo afirmando que la productividad por pozo jamás pasaría de 300 barriles y hoy está en el orden de los 2.000 y 3.000 barriles por pozo. También que el crudo mejorado sólo se vendería a descuento sobre el WTI pues era crudo nuevo, y desde el principio se vendió a Premium sobre el WTI. O incluso que el precio del petróleo no alcanzaría en décadas la barrera de los 30 dólares por barril.

Todas esas premisas resultaron falsas en el que ahora se considera como el mejor negocio petrolero del mundo, aunque lo era únicamente para las transnacionales y no para el Estado venezolano, al punto que los inversionistas recuperaron sus capitales en apenas un año y medio.

Una mirada a Pdvsa en 2008

• En 2008 Pdvsa consolidó ganancias netas de US$9.431 millones, con un aumento de 50,06%, frente al año anterior y una contribución a la Nación de US$53 mil millones, con un incremento de 8,9% desde 2007.

• Los ingresos operacionales globales alcanzaron los US$126.364 millones, US$30.122 millones más que en 2007.

• Uno de los aspectos que más se destacan en el informe consolidado de resultados es que la empresa cerró el año pasado con una disminución en su deuda financiera de US$16.611 millones a US$15.950 millones.

• En lo relacionado con las exportaciones, Venezuela colocó un promedio de 2’900.000 barriles/día en los mercados internacionales, lo cual significó un aumento de 108.000 barriles/día frente a 2007, a un precio de US$86,49 por barril de exportación de la canasta petrolera venezolana.

• Pdvsa registra en la actualidad una relación deuda/activos de 11,45% y una relación deuda/patrimonio de 21,11%, ocupando así una posición de liderazgo entre las mayores compañías de energía y petróleo en el mundo.

• También se invirtieron US$15.314 millones en el plan de inversiones del sector nacional, especialmente en energía, petróleo, gas y refinación.

(*)Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Colombia



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Gustavo Márquez Marín(*)

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

 gamarquez2@yahoo.com

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