El conflicto en Ucrania y sus secuelas en Venezuela

El conflicto entre Rusia y la OTAN que se escenifica actualmente en Ucrania, es una manifestación de contradicciones entre fracciones del capital y del proceso de transición que avanza hacia la constitución del nuevo orden geopolítico multipolar que está emergiendo de la disputa entre EEUU, en su carácter de potencia hegemónica configurada después del derrumbe de la URSS, y las potencias emergentes del eje euroasiático que conforman China y Rusia. La decadencia del imperio estadounidense se ha profundizado con el posicionamiento del gigante asiático en el primer lugar de la economía mundial, en el contexto del extraordinario desarrollo tecnológico e industrial que ha logrado el mismo en apenas tres décadas, así como de la formidable ampliación de su área de influencia comercial y financiera a nivel global, especialmente hacia África, Asia y América Latina. Ante esta realidad, EE UU ha venido ensayando una estrategia de contención aplicando restricciones y sanciones comerciales a partir del gobierno de Trump y ahora en el de Biden y, de presiones a sus socios y aliados para obstaculizar la consolidación de la llamada "franja y ruta de la seda", el megaproyecto estratégico de integración económico que promueve Beijing, a través del desarrollo, mediante grandes inversiones en infraestructura, de dos rutas comerciales, una marítima y otra terrestre, las cuales conectarán a China con Europa, África y América Latina.

Por otra parte, Rusia ha venido retomando su condición de potencia euroasiática basada en su potencial económica derivado de la posesión de grandes recursos energéticos y minerales estratégicos, en su poderío militar y en su ubicación geoestratégica, creando lazos de interdependencia económica con europa occidental, y con los países de su entorno cercano a través de la creación de la Unión Económica Euroasiática conformada conjuntamente con Armenia, Bielorusia, Kazajstán y Kirguistán, así como una alianza estratégica con China. Ante esa dinámica de crecimiento insoslayable del poder económico chino y el renacer de su aliada estratégica Rusia como potencia emergente, EEUU ha venido blandiendo su enorme poderío militar, provocando conflictos en zonas de influencia geopolítica sensibles, tanto para China como para Rusia, tales como son Taiwán y Ucrania respectivamente, pretendiendo con ello imponer un dominio territorial global que ya no pueden sostener a pesar de su enorme capacidad bélica, instrumentalizada como palanca fundamental para impulsar el complejo económico militar del cual depende un sector importante de su economía.

En Ucrania se ha desplegado un teatro de operaciones bélicas entre EEUU-OTAN y Rusia, que anuncia una nueva guerra fría híbrida global que se libra no solo en el ámbito militar, sino también en los frentes político, financiero, comercial, mediático y cultural, con impacto en las cadenas de suministros globales al afectar el flujo de materias primas. Latinoamérica por ahora no es un factor relevante, aunque sí sufrirá las consecuencias, como el resto de las regiones del mundo, de la escasez y el crecimiento de los precios de algunos alimentos como el trigo, el aceite de girasol, el maíz y otros cereales que exportan tanto Rusia como Ucrania y también, del petróleo, gas, aluminio, níquel, hierro, cobre, oro, titanio, cobalto, paladio y los fertilizantes que exporta Rusia, beneficiando sin embargo a países exportadores de algunos de esos commodities como Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela. Adicionalmente, las sanciones a Rusia de EEUU y sus aliados europeos, están sumando mayor presión a dicha escasez, afectando especialmente a Alemania, Austria y los países de la Unión Europea que dependen del gas y el petróleo ruso, debido a la suspensión del gasoducto Nord Stream 2, creando las condiciones para que se dispare la estanflación y la crisis económica en ellos.

Uno de los objetivos geopolíticos de EEUU en este conflicto es aislar a Rusia de Europa, primero, evitando que se profundice la cooperación económica e interdependencia energética ruso-europea, especialmente con Alemania como la principal potencia económica que es de la UE y segundo, expandiendo las fronteras de la OTAN hacia el este y subordinado el bloque a su política exterior para usarlo como peón en el tablero global. La respuesta de Rusia al cerco político, económico y financiero promovido por EEUU ha sido, acelerar su cooperación con China. Ante el corte de North Stream 2, China ofreció duplicar la demanda de gas ruso y con la expulsión de Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT, se estaría acelerando el establecimiento de un nuevo sistema monetario alterno al dólar estadounidense comprometiendo seriamente su condición de moneda de intercambio dominante an el ámbito internacional, con lo cual se fortalece la tendencia hacia la regionalización de la economía mundial frente a la globalización neoliberal impulsada por los globalistas de EEUU y las grandes corporaciones financieras. En ese contexto tiende a constituirse un bloque geopolítico asiático conformado por China, Rusia, India, Pakistán, Irán y el Sureste Asiático.

El conflicto en Ucrania, por su carácter de confrontación entre dos grandes potencias nucleares, ha puesto sobre el tapete el riesgo de un holocausto nuclear, frente al cual las instituciones internacionales que surgieron despues de la segunda guerra mundial lucen inútiles y agotadas para evitarlo, porque de hecho han sido rebasadas por la dinámica que ha cobrado la disputa entre los bloques de poder. Para satisfacción de las grandes corporaciones de la industria de la guerra, estamos frente a una nueva carrera armamentista con el incremento del gasto militar en Europa y el envío de nuevos emplazamientos de la OTAN a los países que tienen fronteras con Rusia. Se fortalece la tendencia a la regresión de los tratados de desarme nuclear y de proliferación de armas químicas y biológicas de destrucción masiva. El crecimiento del gasto militar compite con las inversiones destinadas a la transición energética comprometiendo esta. Asimismo, debido a la incertidumbre creada por la escasez y los altos precios del petróleo y del gas, en el contexto del conflicto las corporaciones energéticas presionan para abrir nuevas fuentes de combustibles fósiles, amenazando aún más las metas de reducción de gases con efecto invernadero, acelerando la marcha hacia el colapso planetario impulsado por el calentamiento global.

En el marco de la crisis energética creada por el conflicto en Ucrania y las sanciones aplicadas por EEUU a Rusia, las reservas petroleras venezolanas han adquirido mayor relevancia, porque las refinerías estadounidenses ubicadas en el golfo de México fueron diseñadas para trabajar con una dieta que se corresponde con el crudo venezolano. Aunque venían siendo suplidas con petróleo ruso por ser de composición similar, ahora necesitan retomar el suministro de Venezuela por razones de costo e inmediatez. Además, la transnacional petrolera estadounidense Chevron que todavía opera en Venezuela aunque de manera limitada por las sanciones, está en disposición de reactivar la producción para exportar a EEUU en caso de que se flexibilicen las sanciones a Venezuela impuesta por el gobierno estadounidense. Esta necesidad de EEUU de suministro a sus refinerías para sustituir el crudo ruso, ha sido una de las motivaciones del gobierno de Biden para enviar recientemente a Caracas una Comisión de alto nivel para negociar con Caracas ese requerimiento y la liberación de dos directivos de la empresa venezolana CITGO (filial de PDVSAi en EEUU) por el gobierno venezolano. Con este gesto, el gobierno de EEUU bajó la guardia en su no reconocimiento al gobierno autoritario de Nicolás Maduro, abriendo un compás de negociaciones directas de gobierno a gobierno con lo cual, de facto deja a un lado la estrategia fallida del gobierno dual y el interinato de Juan Guidó que buscaba un cambio de régimen de facto en Venezuela. Se abre así un proceso de reconfiguración del diálogo, la negociación y la interlocución de la oposición venezolana con el gobierno. Por otro lado, mientras se produce ese posible cambio que podría llevar a PDVSA a exportar nuevamente crudo a EEUU, ésta empressa debe enfrentar en el corto plazo dificultades para obtener el efectivo en dólares resultante del 60% de sus exportaciones petroleras actuales dirigidas a Asiaii, porque éstas se transan a través de la oficina de PDVSA de Moscú, siendo eventualmente afectadas por las sanciones financieras aplicadas por Washington a la banca rusa. Son consecuencias colaterales del conflicto de Ucrania en Venezuela.

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Gustavo Márquez Marín

Carabobeño, nacido en Valencia, ingeniero egresado de la Universidad de Carabobo donde también ejerció la docencia, durante la gestión del Presidente Hugo Chávez se desempeñó como Ministro de Industria y Comercio (1999), Ministro de Estado para la Integración y Comercio Exterior (2005-2007), Embajador en Austria y Representante Permanente ante los Organismos de Naciones Unidas en Viena (2001-2004), Comisario General del Pabellón de Venezuela en la Expo 2000 Hannover (1999-2001) y Miembro de la Comisión de Negociación con Colombia de las Áreas Marinas y Submarinas (1999-2001).

 gamarquez2@yahoo.com

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