Motor Uno ¿Agroalimentación?

No es difícil correr los cinco puntos anunciados por el Presidente Chávez de manera de priorizar, en primer lugar, la producción agraria, importante sustento para la alimentación de los venezolanos quienes durante un siglo hemos sufrido el aniquilamiento físico por la desgracia de carecer de lo más elemental para la sobrevivencia, como es la comida.

Antes de razonar con más detalles tenemos que decir que esta no es, ni siquiera, una crítica sana. En todo caso, más bien es una sugerencia que pretende contribuir con el impulso de nuestra Revolución Bolivariana y como basamento del socialismo. Claro, que como refuerzo a la propuesta, es imperativo no ceder, nunca más, nuestro derecho a poseer los medios de producción, los cuales, a pesar de los esfuerzos del Presidente, aún no hemos puesto a funcionar, de modo y manera que los venezolanos nos quitemos de encima el peso de la dependencia alimentaria, por donde también se nos van las divisas.

Una salvedad. En este caso, no es válido el dicho criollo “amor con hambre no dura”, si tomamos en cuenta que los pobres ahora comemos más, lo que significa que el poder adquisitivo y el empleo se incrementaron. Pero no es suficiente mientras dependamos de la llamada “agricultura de puerto”, en la mayoría de los casos sustentada por el dólar, lo que le deja facilidad al latifundio; a los poderosos “empresarios” de maletín e importadores, ahora agazapados, para aprovechar cualquier intento desestabilizador para dar el zarpazo con las garras de la escasez. Ahora mismo, esos tártaros no desperdician oportunidad para enrostrarle al país el “fracaso” del gobierno en la producción agroalimentaria, mientras ellos se la echan al hombro con todo y maletín en el que sacan los capitales a engordar las arcas del imperio.

Por nuestra parte, tenemos que reconocer que lo versionado no es para sentirnos justificados. Luego entonces, desde ahora mismo, vamos pues a devolverle el balón a la propia malla de los cizañeros, con una masiva campaña activa que abra el surco y el arado en nuestras mejores tierras, de manera de convertir las grandes extensiones en un vergel. Reconozcamos que las atenciones a la industria número uno en importancia económica, como es la del petróleo, nos ha distraído en la atención a las bondades de la tierra. Y que, por otro canto agorero, le tuvimos sospechas infundadas a la colectivización, quizás influenciados por la falacia de antaño, en la que se habló de un fracaso que no fue tal. En todo caso, quienes provocaron el “fracaso”, fueron los hombres que lo dejaron dicho.

Ahora veamos parte de los infundios. Comparemos con la verdad de los hechos. Como al mismo Socialismo, el trabajo en colectivo, cuando del surco y el arado se trata, también es blanco de ataques arteros por parte del capitalismo y sus aliados latifundistas. Entre otras tergiversaciones, todavía se habla del “fracaso” de la colectivización agraria en la Unión Soviética, donde no se pudo llegar a colectivizar nada en cuanto al trabajo de la tierra. Donde los terratenientes, aliados con parte del ejército fundado por el zarismo, atemorizaron a los campesinos que se habían organizado en koljoses (cooperativas), lo que ligado a la falta de alimentos, condujo a la dispersión. Problema que se agudizó a raíz de la muerte lenta (¿veneno?) del gran Ulianov- Lenin, y de la expulsión del camarada Trotski, por parte del arribista y criminal José Stalin.

Acá no estamos sugiriendo lo imposible. Ahora las condiciones de trabajo en el campo han mejorado en un 60%. Al cien por ciento ascenderá cuando las tareas se hagan en colectivo, con lo que podrán acceder al estatus petrolero. Lo merecen. Ya no se podrá mirar al trabajador del agro como un desarrapado, trabajando de sol a sombra por un mendrugo. Chávez es la gran esperanza. Le daremos todo el tiempo necesario y mucho más del que fue aprobado, pues no dudamos que el Presidente, como buen llanero, querrá ver los llanos y praderas venezolanos convertidos en un vergel. Además donde quepan todos los venezolanos y venezolanas en una perdurable labor, digna de los seres humanos para que, más temprano que tarde, no veamos deambular por calles y caminos de la Patria, ni un solo hombre, ni una sola mujer desempleados. Y nosotros, como siempre, diremos: ¡La tierra sí paga!

*pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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