El socialismo venezolano al estilo de la Cuarta República

Mis queridos lectores, vuelvo por estos lares para hablarles del socialismo al estilo venezolano, una experiencia política muy sui generis.

En primer lugar, debemos decir que en sus inicios este experimento no tuvo un origen claramente definido, comenzó como una reacción a la historia política de Venezuela desde 1958 cuando cayó la dictadura de Pérez Jiménez y se abrió paso a una era democrática bastante turbulenta en sus inicios. Una época signada en los sesenta por la presencia de una guerrilla que trató de emular a los barbudos de la Sierra Maestra.

Una democracia que fue monopolizada por dos partidos políticos, Acción Democrática y COPEI, el primero de orientación socialdemócrata y el segundo de orientación demócrata cristiana. Ambos partidos se enfrentaron a la guerrilla comunista y la derrotaron.

A pesar de que a partir de la década de los años setenta del siglo pasado, Venezuela se vio inundada de petrodólares, ésto no se tradujo en un mejoramiento en los niveles de vida de las grandes mayorías. También hay que señalar que los ingresos petroleros sufrieron fuertes variaciones por la inestabilidad de los precios petroleros. Llevando al país finalmente a un proceso de devaluación de la moneda que hasta el presente no se ha detenido, a pesar que en el siglo 21 los precios del petróleo han venido creciendo hasta un record de más de 100 dólares. También a partir de los años ochenta se inició un proceso inflacionario con picos del orden del 100% en los segundos gobiernos de Pérez y Caldera. No podemos dejar de señalar que Venezuela se convirtió en el reino de la corrupción y la impunidad.

En estos tiempos de la hoy llamada Cuarta República se consolidó también un esquema rentista de funcionamiento de la economía. Por otra parte, la pobreza en Venezuela fue en aumento y los barrios marginales cercaron a las grandes ciudades. A pesar de los petrodólares el descontento se fue acumulando, dando lugar a episodios violentos como el Caracazo e innumerables protestas sobre todo en el segundo gobierno de Pérez, a lo que hay que sumar dos intentonas de golpe militar que fracasaron. Es en este escenario, que a partir de 1999 se monta en el poder el actual gobierno, el cual llega al mismo impulsado por una ola de descontento popular y anhelo de cambio.

Debemos señalar que en los primeros años el actual gobierno no mostró ninguna clara orientación socialista, el discurso del Presidente era más bien de corte nacionalista. Se me quedó grabado en la memoria una imagen del Presidente Chávez vistiendo un uniforme blanco idéntico al de Pérez Jiménez al lado de su esposa vistiendo también muy a la usanza de los 50. También recuerdo al Presidente refiriéndose a Marcos Pérez Jiménez como mi general, y también hay que recordar que lo visitó en Madrid en una ocasión. También, no hay que olvidar que en sus tiempos de candidato en una entrevista calificó a Cuba como una dictadura.

Una de las grandes obras iniciales del gobierno fue la redacción de una nueva constitución, considerada como una obra de avanzada pero que de ninguna manera puede considerarse una constitución socialista como la que tiene Cuba, en la cual se declara con toda claridad el carácter socialista del estado cubano.

Recordarán que en los primeros años de gobierno el señor Presidente hablaba de Rousseau, Montesquieu y lo mezclaba con la doctrina de Jesús, pero el marxismo y el socialismo no aparecían en su discurso. Muchos recordarán que más de una vez el presidente dijo que se vio tentado por la tercera vía de Tony Blair pero que finalmente se dio cuenta que eso no funcionaba.

Creo que lo que marcó la orientación socialista, y que el Presidente se haya declarado cristiano, marxista y guevarista fue lo acontecido el 11 de abril de 2002, el intento de golpe, y el posterior sabotaje petrolero. Creo que esos eventos radicalizaron el proceso y se produjo el acercamiento con la dictadura de Cuba, que a ojos del Presidente dejó de serlo.

En esta etapa socialista del gobierno se profundizó el aspecto social, saliendo a relucir las misiones con una ayudita de mis amigos como la canción de los Beatles, es decir, de los cubanos. Siendo la misión Robinson y Barrio Adentro las puntas de lanza. Sin duda alguna las misiones han prestado una atención en lo social que ha sido bien ponderada por la población de bajos recursos que a cambio le ha entregado al gobierno sus votos.

Sin embargo, en otros aspectos el gobierno no se ha deslastrado de la tan odiada y vilipendiada Cuarta República. En lo económico, Venezuela sigue siendo una economía de puertos. Gran parte de las divisas obtenidas de la explotación petrolera se van del país a cambio de alimentos, medicinas, insumos y otros. La economía venezolana después de 13 años sigue siendo frágil y muy vulnerable. Lo más grave es que ni siquiera se ve en un horizonte a mediano plazo que esta situación esté en proceso de ser revertida.

En lo económico hemos ido dando tumbos y tumbos, ensayando y errando una y otra vez, pasando de una moda a otra. Un día fueron los gallineros verticales, se recuerdan de eso, los cultivos organopónicos en las azoteas de los edificios, luego las cooperativas, luego un engendro del diablo llamado el trueque, que no se quien le metió en la cabeza al Presidente que era símbolo de socialismo. En su oportunidad, escribí un artículo en que señalé que pasados 6 meses ya nadie hablaría del bendito trueque, creo que no me equivoqué. En este punto cabe destacar que con la nueva Ley del Trabajo, muchas cooperativas deberán desaparecer y sus trabajadores deberán ser absorbidos por el Estado, otorgándoles todos los beneficios de ley y por contratación colectiva que se les birlaba a los trabajadores de las cooperativas, siendo el Estado peor empleador que muchos privados.

En la medida que el gobierno se aferraba a la bandera del socialismo se dio como un desespero por inventar en materia económica experiencias productivas desligadas del clásico esquema capitalista. Una vez que fallaron todas esas experiencias se ha recurrido a lo que fue la tradición socialista del siglo 20, la expropiación y estatización de empresas. Aquí no se ha tenido en cuenta para nada que las empresas estatales de los países socialistas del siglo 20 fueron en términos generales monstruos burocráticos, ineficientes y corruptos. Por alguna razón que desconozco se cree que esa historia en Venezuela no se repetirá. Sin embargo, al parecer ya se está repitiendo.

Aun cuando el socialismo se identifica con la justicia social, que no es un planteamiento de tipo económico sino más bien ético, ésta se ha identificado con la redistribución del ingreso. Esto significa que en lo económico es necesario que se disminuya la disparidad en los ingresos de los distintos sectores de la sociedad. Para los socialdemócratas, esta redistribución del ingreso debe estar a cargo del Estado a través del cobro progresivo de impuestos y su devolución a la sociedad en salud, educación y protección a los desvalidos. Sin embargo, en el esquema marxista esta redistribución no puede darse mientras exista la propiedad privada de los medios de producción.

Tal como podemos ver la actuación del gobierno en particular en lo que se refiere a las expropiaciones calza perfectamente con la visión marxista y no con la socialdemócrata que respeta la propiedad privada de los medios de producción. Ahora bien, el problema es que la visión marxista es absolutista, es necesario abolir toda propiedad privada de los medios de producción, no puede ser hecha a medias. Es todo o nada, recordemos que en los países socialistas del siglo 20 de un plumazo se estatizó todo. De tal manera, que este gobierno se ha quedado a medio camino, y de hecho he visto algunos socialistas marxistas que critican el actual proceso por no ir a fondo con la ortodoxia. Por lo tanto, podemos ver una ambigüedad doctrinaria en el accionar del gobierno en el plano económico, no sabemos si en algún momento pise el acelerador y acabe totalmente con la propiedad privada de los medios de producción, pero según declaraciones del propio Presidente, eso no está en sus planes, sino por el contrario, desea que exista la empresa privada pero que funcione dentro de los parámetros que dicta el Estado.

Un aspecto muy marxista de este proceso viene dado por la insistencia en la centralización de las decisiones en desmedro de un proceso de descentralización que se dio en la Cuarta República. Ese control centralizado y autoritario fue muy distintivo del socialismo del siglo 20, y ha venido creciendo en este gobierno. Desde un punto de vista político puede tener su razón de ser como mecanismo de control, pero desde el punto de vista de la eficiencia no. Por ejemplo, al concentrar a nivel central la construcción y mantenimiento de carreteras y autopistas podemos ver que el experimento no ha resultado nada positivo.

Se puede apreciar que este es un socialismo marxista, pero ya va, no tanto así, acepta la empresa privada pero no tanto, siempre existe la posibilidad de la expropiación. Por esto, este socialismo podría decirse que es más socialdemócrata que marxista, sin embargo, en los regímenes socialdemócratas existe un ordenamiento jurídico estable que les permite a las empresas privadas actuar con tranquilidad. Por el contrario, aquí en Venezuela, este socialismo ha sido muy prolífico en la redacción de leyes, creándose un ambiente de inestabilidad jurídica, además de una profusión de controles burocráticos que entorpecen los negocios.

Aquí también es necesario señalar que en este proceso socialista la redacción y promulgación de las leyes se ha distorsionado totalmente, siendo el Ejecutivo por vía habilitante el que crea leyes, dejando a la Asamblea Nacional como un cascarón vacío. También, se puede ver que el Ejecutivo influye poderosamente en el Poder Judicial, por lo tanto, la separación de poderes se ha venido diluyendo, lo que se asemeja mucho al esquema de funcionamiento político de los países socialistas del siglo 20.   

Entonces este socialismo venezolano tiene mucho de Cuarta República, en términos que no se ve ninguna mejoría en términos de eficiencia en la prestación de los servicios públicos. Se ve un marcado deterioro de la infraestructura vial, que sufro a diario al circular por la autopista Gran Mariscal de Ayacucho, la cual ya tiene más de un año en el proceso de asfaltado y no se termina nunca.

Además, la corrupción de la Cuarta República sigue presente, los actores han cambiado pero el dinero que se roban viene del mismo sitio, de las arcas del gobierno. Nadie ha visto en este socialismo bolivariano un esfuerzo denodado en contra de la corrupción, todo el mundo sabe quienes son pero ninguna autoridad toma cartas en el asunto, a no ser que el corrupto manifieste ciertas veleidades oposicionistas.

También un aspecto muy propio de este socialismo venezolano lo constituye su atadura con una visión caudillista de la política, que viene desde los tiempos de Simón Bolívar hasta ahora. Es casi imposible deslindar el actual proceso de la figura del Presidente Chávez, quien le ha dado su nombre al movimiento que lo respalda, aun cuando, se hable de socialismo, para muchos esto es chavismo y más nada. En este aspecto, cabe preguntarse que posibilidades de sobrevivencia tiene este proceso a mediano o largo plazo sin que esté presente la figura del Presidente Chávez. Para nadie es un secreto que muchos que se declaran socialistas de Patria o Muerte, o más bien, de Viviremos y Venceremos, y carecen de una formación ideológica firme que vaya más allá de los eslóganes y los lugares comunes. No puedo olvidar una ocasión en que uno de estos ilustres personajes, licenciado en estudios políticos me habló del “tronquismo” cuando quería decir “trostkysmo”, y como ese he conocido muchos. El guzmancismo, el gomecismo, el perezjimenismo, todos ellos dejaron su huella en la historia, pero pasaron y fueron superados. ¿Ocurrirá lo mismo con el chavismo? Aquí podemos recordar las palabras del Presidente de Uruguay Pepe Mujica, “cuando Chávez pase no habrá creado ningún socialismo”.

Ahora bien, en resumidas cuentas, podemos decir que el carácter venezolano de este socialismo viene dado por una mezcla de Cuarta República con su ineficiencia del sector público, su corrupción, su rentismo petrolero, su economía de puertos; de socialismo marxista al estilo siglo 20 con sus expropiaciones, estatizaciones, su centralismo, su preponderancia del Poder Ejecutivo sobre los demás poderes; algo de socialdemócrata con su política social que intenta mejorar la distribución del ingreso y crear un estado de bienestar; y una buena dosis de caudillismo iluminado que se nutre en el pensamiento de Bolívar, Zamora y Simón Rodríguez. Una mezcla tan heterogénea e incluso contradictoria de elementos políticos, económicos e ideológicos sólo es posible en esta tierra de gracia. El proceso venezolano por todo lo anterior es muy difícil de comprender a cabalidad, y por supuesto, es muy difícil hacer predicciones. Sin embargo, no me cabe duda que dejará una huella en la historia del país, como una época dorada para algunos, y el peor de los infiernos para otros y este es un punto muy relevante a mi modo de ver, un período de la historia venezolana que ha desatado pasiones a favor y en contra más allá de toda lógica y racionalidad.  

htorresn@gmail.com



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Hernán Luis Torres Núñez


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