He venido reflexionando en torno al asunto de la burocracia, el burocratismo y la burocratización. Un mal que se ha venido colando cual quinta columna dentro del proceso revolucionario.
Es de toda perversidad cuando en cargos de gestión o dirección se da como normal los mecanismos que este flagelo impone a la causa revolucionaria.
No es para menos, venimos del padre capital y de la madre mercantil. Sin embrago esto no nos exime de hacer ciertas rupturas con ella.
Una de las cosas que más duelen en este proceso se refiere aquellos funcionarios que ignoran el asunto. Es su manera de presentarse ante cualquier grupo de gente, pueblo, comuna o consejo comunal, con una actitud de ovejita tierna, vocecita dulce, de humildad trasnochada y bajo ese manto falso lanzan sus discursos cuya intencionalidad no es otra de poner a pelear a la gente entre ellos y ellas.
De igual manera lavan sus rostros delante de la gente, del pueblo explicando cualquier cantidad de cosas ininteligibles, paras luego sacar el látigo y empezar a ser uso de su autoridad para generar incomodidad entre las gentes.
Luego este tipo de funcionario hace ver que el está a la diestra de dios padre y del comandante presidente para hacer entender de una vez por todas que es “un elegido” de esta revolución, y así manipular los sentimientos de los presentes
Por último se va, deja el espacio, con la justificación que lo espera un compromiso en otra parte dejando el rancho ardiendo y la impotencia de no poderle aclarar nada puesto que es su “VERDAD” la que vale.
Bueno eso es parte de los males. Males que se machacan todos los días y se riegan en la cotidianidad.
Mientras…el pueblo hace sus análisis y va comparando.
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