En la UNERMB-gótica. Promovamos el debate o encendamos la batiseñal

En tanto que aspiro a que se respete la mía, suelo ser respetuoso de la vida privada de las personas, creo que todos tenemos derecho a una. Sin embargo, entiendo que en estos tiempos de redes sociales y de la comunicación instantánea, dicha vida y el derecho a gozarla plantea unos desafíos, así como unos límites y unas fronteras que cada vez se hacen más borrosas y ambiguas.

La borrosidad y ambigüedad de tales límites/fronteras se acentúa en la medida en que las personas dejan de ser anónimas, o lo que es lo mismo; cuando dichas personas empiezan a influir en algún aspecto de la vida de los demás. Este es el caso de algunos artistas, deportistas, políticos, académicos, etc., quienes a través de sus destacados pensamientos, de sus palabras y acciones se constituyen en "modelos" para las demás personas y de quienes se espera una conducta determinada que en muchos casos es también medida por lo que dicen, hacen o representan.

Es por esto que las personas, independientemente del nivel o de la institución que representen, sus conductas, sus acciones suelen estar constantemente valoradas y evaluadas por el resto de las personas, no solo a nivel público, sino también a nivel de lo "privado". Ello se explica en tanto que se espera que el comportamiento o las acciones que se tengan a nivel privado deban estar en correspondencia con lo que se dice, se hace o se representa públicamente.

Un ejemplo de ello lo constituyen los representantes del gobierno, de los políticos o de quienes los respaldan. Si un gobierno asume como bandera la lucha contra la corrupción o el feminismo sus representantes deben actuar en consecuencia, y se espera de ellos unas conductas enmarcadas dentro de sus postulados, no solo a nivel público, sino también a nivel privado.

Ha sido precisamente este gobierno, aunque de una manera algo tímida y no siempre eficaz, en su carácter revolucionario, quien ha tratado de erradicar determinadas conductas. Como por ejemplo aquellas "celebraciones" materializadas en ciertas "prácticas" y "costumbres" (sobre todo en el sistema educativo) que son y han sido ajenas a la cosmovisión del venezolano, las cuales, entre otras, buscan una enajenación de lo propio. En tal sentido, es lógico pensar (y esperar) que sus representantes asuman dicha política no solo como una "postura" pública.

Por cierto, este tipo de políticas pudieran ser enmarcadas en cualquier modelo teórico de avanzada. Por ejemplo; digamos, desde una perspectiva decolonial (de la cual hay gente que supongo sabe mucho más que yo al respecto) se asume que "… la cultura está siempre entrelazada a (y no derivada de) los procesos de la economía-política". (Castro-Gómez y Grosfoguel. 2007). Es decir, la asunción de una serie de prácticas y costumbres suponen también, y a la vez, la exaltación de un modelo económico determinado, que en el caso de la perspectiva señalada es el capitalismo. Pero, eso no lo es todo, ya que la cultura no solo ‘sobredetermina’ el modelo económico, sino que además determina la realidad social. (Escobar. 2000 y Mignolo. 1995). Dicha enajenación, se puede ver en la voluntad de los grupos y élites periféricas de "… imitar los modelos de desarrollo (y culturales) provenientes del norte..". A esta voluntad Zea (1986) la denominó como "nordomanía", es decir, una forma de colonialismo.

De tal manera que si las élites le piden a la gente que no asuma modelos o costumbres extrañas es de esperar que dichas élites no las asuman tampoco. No resulta nada fácil en estos tiempos de carestía, de guerra económica y de depresión colectiva defender los postulados del socialismo bolivariano cuando sus élites o sus representantes hacen gala de hacer lo que a los demás de alguna manera se les sugiere o se les pide que no hagan.

A manera de simple ilustración (Y no sé por qué se me ocurre este ejemplo), existe la "manía" de ciertos grupos de la sociedad venezolana de celebrar ciertas "festividades" extranjeras, con las cuales si fuese un promotor de la perspectiva decolonial, no estaría de acuerdo. Sin embargo, a pesar de lo que ello representa, respeto a aquellas personas que así lo haga. Pero, más allá de dichas consideraciones, entiendo que cualquier persona, con justa razón, pudiera catalogar como absolutamente superfluas (por decir algo elegante) dichas celebraciones en nuestra sociedad, y sobre todo en este momento, ya que solo promueven el valor de cambio en un contexto comercial, es decir, para el incremento del consumo en la sociedad capitalista. Si no me cree, puede revisar los costos relacionados con los distintos artilugios "necesarios" para celebrar como debe ser estas festividades, los cuales en estos días de precariedad económica representan una ofensa a cualquier ingreso de cualquier persona.

Por otra parte, y ya para terminar, hace algún tiempo, en una práctica etnográfico con mis estudiantes de la UNERMB, en la cátedra de Investigación Educativa recogimos algunos testimonios que indicaban que el gran actor de "Holliwood" Cesar Romero era oriundo de algún lugar de Los Puertos de Altagracia en el municipio Miranda. Se trata de un cuento increíble que bien valdría la pena tratar de retomar. Para los que no saben quién fue Cesar Romero, solo les puedo decir que en mi criterio, es o fue el mejor actor que ha representado a unos de los más grandes archirrivales de Batman, es decir; al "Guasón" y eso no tiene discusión. De tal manera que entre lo privado y lo público median aspectos no solo políticos, sino también morales y éticos que deben ser discutidos, debatidos… O simplemente, como parece el caso, encendamos la batiseñal.

lenincalderon@gmail.com



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