La ciudadana chilena Nadia Silhi Chahín fue deportada por el Estado de Israel el 14 de diciembre, impedida de visitar a sus familiares en la Palestina Ocupada. En el paso fronterizo fue maltratada por soldados sionistas.
Nadia nació en Chile al igual que sus padres, tiene pasaporte chileno y esta era la primera vez que visitaba la tierra de sus antepasados. En este momento se encuentra camino a Paris, para luego volver a Chile.
Este caso no es el primero. En otras oportunidades ciudadanas chilenas han sido deportadas por el Estado de Israel. Le ocurrió a Elisa Abedrapo y a Nadia Hasan.
Obviamente que este trato discriminatorio se aplica diariamente en todos los aspectos de la vida cotidiana de los palestinos, pero este tipo de acciones pone en evidencia al Estado sionista respecto a las verdaderas intenciones de sus fórmulas discriminatorias. No se trata de perseguir “terroristas” ni de “proteger a los ciudadanos israelíes”. Se trata de discriminación, limpieza étnica y genocidio. Lo que vivió Nadia es sólo una muestra de estas políticas y es nuestro deber como comunidad palestina en Chile reaccionar.
Me parece justo exigir a nuestros dirigentes, especialmente a la Federación Palestina, que levanten la voz respecto a un hecho de la mayor trascendencia como este. Los ciudadanos chilenos tenemos derecho de desplazamiento y un acto discriminatorio como este, que considera el origen étnico como sustento de una deportación, debe ser denunciado en todas las instancias.
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“…Olvidan que el hombre que domina a otro de alguna manera, porque es más inteligente, porque es más rico, porque tiene poder o porque es más fuerte, no debe esperar jamás que el hombre que se sienta dominado alcance alguna vez cualquiera de sus niveles. Los alcanzará o intentará alcanzarlos sólo cuando no se sienta dominado o cuando vea y comprenda que el que lo domina aún a pesar suyo –porque es más inteligente, por ejemplo- quiere levantarlo para hacerlo un hombre perfecto y no un sirviente perfecto” (Manuel Rojas, "Hijo de Ladrón")