Estados Unidos y el golpe en Honduras

    1.  La razón fundamental del Golpe de Estado en Honduras es el interés del gobierno de Estados Unidos de recomponer la situación política en Latinoamérica, donde proliferan los gobiernos progresistas y se consolidan los de izquierda. El golpe fue precedido por el intento de derrocar a Álvaro Colón, en Guatemala. Y al mismo le han seguido las presiones sobre Ecuador y Venezuela y la decisión de instalar cinco nuevas bases militares en Colombia. El imperialismo retoma la iniciativa y actúa en consonancia con su propia naturaleza.  
  1. Para explicar los sucesos de Honduras, hay que tomar en cuenta la situación que enfrenta Estados Unidos, cuya hegemonía mundial declina y le abre paso a un mundo multipolar. Durante el anterior gobierno republicano (enero de 2001-enero de 2009), Estados Unidos retrocedió en la competencia mundial y su moneda se debilitó. En el año 2000, la economía norteamericana aportaba casi el 30% del PIB mundial; hoy aporta el 24%, contra 31% de la Unión Europea y 25% de 13 naciones de Asia, que encabezadas por Japón, China y Corea del Sur, crearon una nueva moneda (el ACU). Muchos países se deshacen del dólar en su comercio (Argentina y Brasil, Argentina y China, Brasil y China, etc.). Si el dólar no es aceptado en las principales economías del mundo, Estados Unidos no podrá seguir importando con dinero inorgánico y tendrá que reducir mucho sus compras externas. Su aparato productivo ser vería muy afectado, pues depende del exterior para obtener el 65% del petróleo que consume (si usa las reservas se les acaban en pocos años) y muchas máquinas y materias primas. La economía norteamericana también importa muchos alimentos baratos. A esto hay que agregarle el peligro que implica para Estados Unidos la escasez de los recursos estratégicos (petróleo, gas y agua), que se encuentran sobre todo en Asia y Suramérica.
 
  1. Para frenar su declive, el gobierno de Estados Unidos, instrumento de los grupos de poder económico y militar, diseñó varias estrategias que fracasaron: ataque a Afganistán e Iraq (y ataque posterior a Irán y a otras naciones del medio oriente), imposición del ALCA y del Plan Puebla Panamá y militarización en América Latina, que incluye el Plan Colombia y el ahora “Plan Mérida”, que va desde México hasta Colombia, atravesando el istmo centroamericano. Con esos planes resolvía todos sus problemas: acceso a mercados, control de las materias primas energéticas y del agua, reducción del déficit comercial y del progresivo endeudamiento externo, afianzamiento como primera potencia económica y mantenimiento del dólar como moneda mundial.
 
  1. Pero en ocho años, Bush se fue con derrotas en Asia, sin ALCA y sin Plan Puebla y dejó un mapa político en Latinoamérica adverso a los intereses de Estados Unidos:
  • La revolución de Venezuela se consolidó y expandió su influencia en América Latina.
 
  • El gobierno de Venezuela le abrió paso al ALBA, en respuesta al ALCA. El ALBA, que comenzó con dos países, hoy integra a nueve.
 
  • El gobierno de Venezuela diseñó y puso en práctica Petrocaribe, que integra a muchos países del Caribe y a tres de Centroamérica, donde el fracasado Plan Puebla contemplaba un sistema energético bajo hegemonía de México y Estados Unidos.
 
  • El MAS y Evo Morales ganaron las elecciones en Bolivia. Entre otras cosas, la nueva Constitución de ese país prohíbe privatizar los hidrocarburos y el agua.
 
  • Rafael Correa ganó las elecciones en Ecuador. La nueva Constitución de ese país prohíbe la existencia de bases militares extranjeras (como la que tiene Estados Unidos en Manta) y la privatización de los hidrocarburos y otros recursos estratégicos.
 
  • Los gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay no entraron en el ALCA y son aliados de los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba.
 
  • En Nicaragua ganó el Frente Sandinista. El gobierno que preside Daniel Ortega entró en el ALBA y Petrocaribe y es aliado de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba.
 
  • En Honduras, Zelaya hizo un giro, entró al ALBA y Petrocaribe y fortaleció las relaciones con los gobiernos de izquierda y progresistas de América Latina.
 
  • En El Salvador ganó las elecciones presidenciales el FMLN, partido de izquierda que luchó contra la dictadura militar de ese país durante la guerra de los años 1981-92. El gobierno apenas tiene dos meses.
 
  • Se creó UNASUR, que diseña un nuevo esquema de integración en el Sur, incluyendo una alianza militar.
 
  • Se crearon el Banco del ALBA y el Banco del Sur, que debilitarán el poder del FMI y del BM, bajo dominio de Estados Unidos.
 
  • Algunos países de Suramérica avanzan en la creación de una moneda común, el Sucre.
 
  • La OEA le quitó la sanción a Cuba. Aunque Cuba no entrará en la OEA, la decisión es un golpe al gobierno de Estados Unidos, que tuvo que aceptarla.
 

Para colmo, el gobierno encabezado por George Bush hijo dejó la economía de Estados Unidos sumida en una profunda crisis, de la cual saldrá más debilitada frente a sus competidores, especialmente frente a China. 

  1. Estados Unidos no puede detener su caída mediante la conquista de Europa, Oceanía, Asia y África. En Europa y Oceanía no penetrarán sus mercancías y hay pocas reservas de hidrocarburos y agua. En Asía hay de todo, pero guerrear con Japón y China es cuesta arriba, competir con los dragones (Taiwán, Corea del Sur y otros) es muy difícil y apropiarse de los hidrocarburos del mundo árabe no parece factible. En África no hay suficientes mercados ni recursos estratégicos.
 
  1. Para Estados Unidos, la salvación está en Suramérica, sobre todo en Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde abunda lo que el imperio necesita. Pero ahí se le puso la situación difícil, pues fueron esos países los que trabaron el ALCA, proyecto que le abría el mercado a las mercancías norteamericanas y le permitiría apropiarse de la energía y el agua.
 
  1. Como el gobierno de Bush salió tan mal, con derrota y pésima imagen mundial, los grupos de poder en Estados Unidos decidieron cambiar la imagen del gobierno y aplicar una política igual de dura pero más inteligente, que permita cambiar la situación latinoamericana. Pusieron a gobernar a un hombre de color negro y lo proyectaron como progresista. Nadie sabe de dónde salió la idea de que Obama tiene buenas intenciones, pero hasta cientos de izquierdistas, sobre todo “intelectuales”, lo repiten constantemente. ¿Y qué son buenas intenciones? Nadie lo ha explicado, pero es una idea ampliamente aceptada. Incluso hoy, cuando el gobierno que preside Obama ataca a Honduras y se muestra como ajeno a lo que ocurre en ese país, la izquierda culpa de los hechos a personajes del pasado gobierno. El gobierno demócrata golpea y no aparece como culpable de los hechos. Por el momento, su estrategia de imagen ha sido exitosa.
 
  1. Como el gobierno norteamericano solo podría frenar el declive de su país si revierte los cambios en Latinoamérica, sobre todo si derrota los procesos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, el golpe en Honduras es el inicio de una serie de acciones encaminadas a cambiar a su favor el mapa político de Latinoamérica.
 
  1. Es tan evidente la participación de Estados Unidos en el golpe, que Obama ni reaccionó el día que derrocaron a Zelaya. Habló en la tarde del día siguiente para decir que reconocía a Zelaya como presidente. Eso, por supuesto, lo dice cualquiera, incluyendo a quien nada hace para que los golpistas salgan del poder. Además, la cadena de televisión CNN, vocera del gobierno norteamericano, no oculta su identificación con los golpistas. Por otra parte, nadie da un golpe de derecha sin el visto bueno del gobierno de Estados Unidos. Si es un golpe al revés, para abrirle paso a un proyecto de izquierda, el gobierno norteamericano reacciona de inmediato y con fuerza. Por ejemplo, si un grupo de militares y políticos progresistas y de izquierda derrocan a Alan García en Perú. El imperialismo no tarde ni cinco minutos para actuar.
 
  1. Si el golpe contra en Honduras le sale bien, el imperialismo norteamericano detendrá el proceso que se podría abrir con la cuarta urna y que podía conducir a desmontar el actual sistema político, con la elección de la Constituyente y la aprobación de una nueva Constitución, que obligaría a la autoridades electas en noviembre a renunciar y a convocar a nuevas elecciones donde el propio Zelaya podía ser candidato, si la nueva Constitución permite la repostulación. Con el golpe también se les manda un mensaje a los gobiernos de El Salvador y Guatemala para que no se junten mucho con Chávez. El vocero del Departamento de Estado, Phillip Crowley, ni ocultó esa intención, pues dijo abiertamente que “Zelaya debía aprender esa lección”. Si el golpe se consolida, también puede haber un ensayo en Bolivia y en otros países. Pero lo principal del golpe es a quitarle aliados y debilitar al gobierno de Venezuela, que es el principal problema del imperio. Y a partir de ahí comenzar una contraofensiva en América Latina.
 
  1. Si el golpe le sale mal, Obama dirá que no lo apoyó, que siempre reconoció a Zelaya como presidente, aunque nada haya hecho para derrocar a los golpistas. La foto del embajador de Estados Unidos y Zelaya es una muestra del teatro montado por el gobierno norteamericano, que no puede esconder su doble moral.
 
  1. El temor de Estados Unidos es que Zelaya regrese, asuma la presidencia y organice las elecciones de noviembre. Si eso ocurre, una nueva fuerza, integrada por muchas bases del Partido Liberal que apoyan a Zelaya, por los movimientos sociales en ascenso y por la militancia de la izquierda de Unificación Democrática, podría ganar las elecciones o sacar una cantidad de votos tan grande que se rompa el bipartidismo tradicional y conservador de los partidos Liberal y Nacional. Para Estados Unidos, entonces, no es conveniente que esa nueva fuerza, ya creada, tenga expresión electoral. Su estrategia consiste en sostener el gobierno de facto hasta noviembre y que éste haga elecciones y entregue en enero. Si eso ocurre, el gobierno norteamericano y otros del continente (como el de Colombia) dirían que hay que reconocer al nuevo gobierno surgido de las elecciones, “aunque ellas no se hayan dado dentro de la normalidad deseable”, que aceptar al nuevo gobierno es lo mejor para solucionar la crisis, que nunca apoyaron el golpe, pero que ya hay una nueva realidad, que Zelaya contaba con su respaldo pero éste cometió errores y no fue posible reponerlo en la presidencia. En fin, el plan de Estados Unidos es buscar una salida sin la participación de las fuerzas nuevas que emergen en Honduras y que son mayoría
 
  1. Para las fuerzas revolucionarias y progresistas, el objetivo esencial es derrocar a los golpistas, reponer a Zelaya y participar aliadas en las elecciones de noviembre, con muchas posibilidades de victoria, pues miles de personas descontentas con el golpe no votarán por los partidos tradicionales, sobre todo por el Partido Liberal, que de haber sufrido golpes militares en el pasado hoy aparece derrocando a su propio presidente. El desprestigio de la cúpula de ese partido no lo tapa ni un fraude electoral. La consigna debe ser “fuera los golpistas y elecciones con Zelaya en la Presidencia”. La cuarta urna puede demorar, pero el regreso de Zelaya no. Y si la situación deriva en insurrección popular o guerra civil, pues será por decisión de la derecha. Los pueblos no imponen la guerra, sino quienes cierran los espacios políticos.
 
  1. ¿Cuál son los posibles desenlaces en Honduras? Me voy a referir a dos:
 
  1. Que el gobierno de facto dure hasta noviembre y haga elecciones. Esa podría ser una victoria de Estados Unidos y de la derecha nativa, pero también podría significar la prolongación del conflicto, si el pueblo se mantiene activo y boicotea las elecciones y si el “gobierno” surgido de tales comicios no es reconocido en el exterior. Hay que tomar en cuenta que esas elecciones se harían sin observación internacional, con una enorme abstención y en un ambiente de confrontación muy grande. Lo que siga a las elecciones no es fácilmente previsible, pero podría darse cualquier situación.
 
  1. Que los golpistas caigan, Zelaya regrese y las elecciones se hagan con la participación de la izquierda y las fuerzas progresistas unidas. Podría haber victoria o, al menos, quiebre del bipartidismo. Lo primero sería lo mejor, pero lo segundo sería un gran avance, sobre todo porque si esta crisis no se hubiera desatado, las elecciones de noviembre, sin cuarta urna, las hubiera ganado, como siempre, uno de los partidos del sistema. La izquierda y la gente progresista no hubiera levantado cabeza. Zelaya tiene el mérito de haber desatado un proceso que ya le puso fin al bipartidismo.
 

Csvillalona@gmail.com



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