La paz en América Latina y el Caribe, históricamente frágil pero sostenida por un consenso regional de no intervención y respeto a la soberanía, cuando La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, se declaró en zona de paz (2014) enfrenta hoy amenazas múltiples y crecientes.
Desde el mes de agosto del 2025, el gobierno estadounidense ha desplegado toda una desproporcionada militarización del mar Caribe, en la que supuestamente el objetivo principal de esa sospechosa avanza militar con armas nucleares, es para atacar las bandas de narcotraficantes que han convertido a los Estados Unidos, como el principal comprador y consumidor de drogas en el mundo.
Hasta ahora, aunque no existe una información exacta sobre los ataques y destrucción de 5 pequeñas embarcaciones que según "la mirada imperial" llevaban toneladas de cocaínas y el asesinato de 27 personas (venezolanas, colombianas y trinitenses) sin el debido proceso y la violación fragante de los derechos humanos de personas que literalmente fueron desintegradas, aplicando el irónico e increíble argumento de "la legítima defensa".
En estos momentos de alta tensión, cuando siguen llegando aviones y helicópteros de combate, lo que hacen es radicalizar la amenaza imperial de invadir militarmente a Venezuela y las declaraciones guerristas de las máximas autoridades del gobierno estadounidense lo confirman, al señalar (Donald Trump) que ya tiene controlado el mar Caribe y autorizó a la CIA a preparar el terreno para una invasión, que les permita detener al jefe del Cartel Los Soles y colocar en la presidencia a la flamante ganadora del premio Nobel de La Paz.
Ya varios presidentes Latinoamericanos y Caribeños, han expresado su preocupación y apoyo a Venezuela, en la que aseguran el terrible daño que puede causar una guerra en el Caribe, exigiéndole a Estados Unidos, el retiro inmediato de su avanzada militar, respetando la libre autodeterminación de los pueblos y que abandone de manera definitiva, la idea de que somos su patio trasero.
La región necesita una nueva arquitectura de seguridad cooperativa, basada en la diplomacia de paz para la prevención de conflictos. La paz no es un estado natural, sino una construcción constante.
Hoy, más que nunca, está amenazada.
