De Centro Penitenciario de Occidente a Centro Cultural de Occidente

El tétrico Retén de Catia era demolido en los años del gobierno de Rafael Caldera, muchas voces se levantaron para transformar ese espantoso espacio en un punto para la cultura y el conocimiento. Recuerdo al Maestro Jacobo Borges en un discurso delante de los jerarcas de entonces, en el cual desnudaba al sistema penitenciario venezolano.

La pregunta es sencilla ¿qué ocurrirá con esos espacios de lo que hasta hace solo unos días fue un símbolo y un signo de lo que no debería ser? Y desde la distancia le pido Ministra Iris Varela, y estoy seguro que cientos como yo me acompañan en la idea, permita que la vida penetre en esos espacios de miedo, en esos callejones de dolor, en esos círculos de vicio y desilusión.

El año 1997, por medio de una explosión controlada se dio fin a una estructura de acero y concreto donde se encerraba a los “parias de la tierra” y donde se demostraba que el sistema penitenciario “transformaba” al ser humano y a quienes entraban por haber robado una gallina salían transformados en algo más allá de lo que podemos imaginar por aquéllos que le habían aplicado aquel mamotreto jurídico conocido como ley de vagos y maleantes, por la sola decisión de algún gobernante. Sí, aquella ley que defendieron Salas y sus aliados en Carabobo, que se aplicaba a discreción por el gobernante, sin necesidad de juicio, a quienes salían con “la raya” del antecedente penal a aun siendo inocentes y no haber pisado jamás un tribunal.

En México existe un caso interesante y no es que desee poner como ejemplo al sistema penitenciario del hermano país, lo cierto es que una edificación carcelaria conocida como el Palacio de Lecumberri, donde fueron confinados entre otros escritores como José Revueltas, dirigentes sindicales como Demetrio Vallejo y Valentín Campa y pintores como David Alfaro Siqueiros, un lugar donde se intentó “castigar” la disidencia y “transformar” al hombre que había incurrido en una falta, ese lugar es hoy el Archivo General de la Nación y resguarda la historia de la hermana nación, sus gruesas paredes y su sólida construcción permiten tener a buen resguardo la memoria del país de Villa y de Zapata, de Frida y Diego, entre otros.

Yo soy solo un humilde ciudadano, fotógrafo de oficio y expositor permanente en algunos foros en los que expreso mis consideraciones, algunas ideas fruto de la experiencia y de una que otra lectura y también de observaciones. Esta vez solo le pido Ministra que ese “Agujero Negro” de la existencia humana, ese punto sin retorno para una vida plena como lo fue el Centro Penitenciario de Occidente, sea transformado y convertido de un salto en el Centro Cultural de Occidente.

Con bibliotecas, talleres de pintura y escultura, sala exclusiva de cine nacional y latinoamericano, áreas para danza nacional y ballet, espacios insonorizados para la práctica musical, aulas de música, el lugar da para más y las dimensiones lo permiten. Vamos a tomar los granos dispersos de maíz y transformarlos en mazorca, los granos dispersos del trigo y convertirlos en espiga.

Los hombres y mujeres libres de la República se lo agradeceremos, la historia de la nación podrá decir que esos espacios de odio ahora son espacios de amor y fraternidad, que la revolución transforma y nos transforma y que la patria va más allá de lo cotidiano y es lo trascendente.

Llame a un concurso donde las y los arquitectos de Venezuela propongan ideas, alternativas, proyectos y llenen de esperanza un lugar que hasta hace solo unos días reflejaba el dolor y el desencanto.


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Yuri Valecillo


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