Señora presidenta de AD

Los adecos instauraron en Venezuela la aberrante política del colchonzazo, el adulterio, el cuanto hay pa´ eso, el la banca me engañó, el disparo primero y averiguo después, el no somos suizos, el chinito de Recadi, el a mi no me jodes tú, la invasión a la oficina de redacción de El Nacional, a Clarín, y a otros periódicos, las muertes de Yumare, Cantaura, el Caracazo, la invasión al 23 de Enero, los lanzados desde helicópteros, los desaparecidos, la muerte de Lovera, de Fabricio, de Rodríguez, Livia Gouverner, Rudas Mezones, el crimen los de guardias nacionales en El Encantado las carnicerías en San Luis, Humocaro alto y bajo, las multimillonarias urbanizaciones al Este de Caracas, y los ranchos a la vera de la capital, el compañerito para el Ince (hoy Inces) y El Hipódromo con una beca, el apoderamiento de PDVSA y la posterior entrega al gringo yanqui, produjeron a dos de los más altos eunuco, traidores y lamesuelas, de la pre y la post historia, los llamados POMPEYO MÁRQUEZ Y TEODORO PETKOFF ¿Dónde estaba usted cuándo eso, oh dama del sufrimiento?

TEODORO PETKOFF Y POMPEYO MÁRQUEZ estuvieron años engañando

A la juventud de los sesenta, financiados por AD, haciéndose pasar por revolucionarios, pero era mentira: fueron adiestrados por la CIA, por John Foster Dulles, por Kennedy, cuando Rómulo estaba en esa nación, para que después desde Venezuela actuaran contra la revolución cubana. Para que usted vea lo cierto de esta historia es que hoy, siendo un par de carcamales olorosos a caracoles detrás de puerta, a pañito e cocina, andan por ahí ique “escribiendo” y aportando soluciones a través de la prensa. El jurásico de Teodoro se escuda en un ridículo seudónimo en la portada de su díptico, retrogradando a los años de Atila frente a Roma, de cuando todavía no se había inventado el kerosén. El otro, Pompeyo, cuyo nombre se lo colocaron en honor a las Ruinas de Pompeya , a veces desde Twitter escribe firmando como Santos Yorme.

Señora Carmona, ¿familia del fugaz dictador? Cuando usted le escribe a las mujeres no hace otra cosa que dirigirse a esas que usan mal olorosos chores de licra, gorritas de peloteros, colitas de caballo o burro, bastoncito, lentes de oligarcas chilenas, zapatitos tenis como las caminantes de “verbelihil”, mediecitas de pavitas ochentonas, y maquillaje al propio estilo de Popy, y ¡uf groseras! cuando las cámaras las toman, porque a las mujeres del pueblo usted no llega. Esas mujeres que hoy están en Juntas Comunales, en las misiones, en las comunas, en los hospitales, en los Mercales y Pedevales, esas que aprendieron a leer y a escribir y que luego ingresaron a la Unefa, la UBV, a los diversos núcleos educativos, a esas que envían a sus hijos para el Simoncito, para la escuela bolivariana y para los liceos ídem, esas no están con usted, oh noble señora. Esas en la Cuarta, que usted defiende, eran segregadas, olvidadas. Hoy son Ministras, Gerentes, Diputadas, Jefas, ¿lo lee señora Carmona? ¿Quién ocupa la dirección de la AN, el CNE, el ministerio de la mujer, del Inces, Ipostel, y otras direcciones, gobernaciones y alcaldías del país? ¿Eso lo hacía AD en su mandato?

Por eso es triste que usted use la mentira escrita, que viene siendo la peor mentira. Usted trata de ganarse a unas mujeres que no fueron protagonistas de nada en la Cuarta República. Algunas de esas mujeres no olvidan. Tanto es así que recuerdan con mucha claridad cuando iban a buscar trabajo en equis entes del Estado y eran obligadas por los sindicalistas adecos a “salir por ahí con ellos” para poder optar a equis cargo, ¿lo desmiente usted señora? Por aquí anda la señora Rosa que se convirtió en amante de un jefecito adeco durante tiempo para poder llevarles la comida a sus hijos. No pierda su tiempo: las mujeres del pueblo no son ni serán más nunca, dóciles muchachitas a las que se les ofrece un lápiz de cejas y una pintura de labios para que vendan su conciencia.

Una madre grita desde la historia que lo que a ella y a sus amigas les hicieron Carriles Posada y otros torturadores ADECOS en un monte por la subida de Santa Mónica a El Campito, no tiene nombre. Pero ellas a pesar de las luces de los tabacos encendidos pegados a sus pechos, no delataron jamás a sus camaradas del glorioso 23 de Enero por allá, en una oscura noche de los años sesenta. Mientras Ramos Allup dormía en el CN en los sótanos de la Digepol la sangre de los torturados por AD corría dentro de los inodoros de la muerte. Siga escribiendo, el papel aguanta todo.


aenpelota@hotmail.es


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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