Hace 205 años, 16 de octubre de 1817, fusilan al general Manuel Piar, héroe de las batallas del Junkal y San Felix

El Libertador Simón Bolívar, inicia desde la provincia de Guayana, la instauración de la tercera República y la creación de “La gran Colombia”.

Los avatares, las intrigas, la anarquía y acusaciones contra Piar en lucha por la jefatura y conducción del ejército patriota, motivaron al Libertador Simón Bolívar a abrir una causa y estructurar un tribunal que decidió ejecutar por fusilamiento al General en jefe Manuel Carlos Piar.

José Antonio Anzoátegui propuso fusilar a Piar previa degradación. Carlos Soublette, fiscal del consejo de guerra, instruye el expediente y propone el ahorcamiento.

El Presidente del Consejo de Guerra fue Luis Brión. Todos amigos y compañeros de armas de Piar.

-Es la hora mi general - repite a piar, Juan José Conde (custodio del sentenciado).

El prisionero, impecable dentro de su uniforme de General en Jefe, echa un vistazo al reloj de Leóntina,

faltan 10 minutos para las cinco de la tarde. En Venezuela, al igual que en España, hay tres espectáculos que comienzan puntualmente: la misa, los entierros y las ejecuciones.

Sosegado el rostro, sale de la habitación, calado el morrión y con la espada al cinto. El libertador lo observa tras la ventana con celosías.

-Tome- dijo piar a un oficial, entregándole un precioso reloj. Es suyo, se lo regalo; dentro de pocos minutos de nada me serviría.
Era una tarde calurosa de ocaso reverberante. Una multitud abigarrada lo recibió en silencio. Un doble callejón de guardias de cara al reo y a la poblada, iba sinuoso de la casa al paredón occidental de la iglesia. 300 soldados cubrían en Media Luna a los 16 fusileros que habrían de ajusticiarlo.

Al dar los primeros primeros pasos miró hacia la ventana entornada de la casa en alto y dirigió una sonrisa al que no veía, marchando directo hacia el suplicio.

El libertador comenta, sin perderlo de vista: menos mal que se decidió ejecutarlo de inmediato. La gente está profundamente conmovida. Ni siquiera se mueve. De haber pasado más de tres días, con una arenga hubiese vuelto esos fusiles contra nosotros. El hombre tiene pueblo…
-Y poderosos dolientes- contestó Ibarra mostrándole una advertencia anónima, donde se alertaba sobre los familiares de Piar.
-Afortunadamente ya es muy tarde para que puedan hacer algo- repuso el libertador.

Piar llega frente al largo y alto paredón de la catedral. El silencio se hace más espeso. El abanderado le cortó el paso inclinando ante el un pabellón tricolor. Por un instante se despojó de aquella bizarra indiferencia. Se arrodilló nuevamente, tomó con su mano el pendón y lo besó con tristeza. A la diestra del abanderado y en doble fila, lo miraban atónitos los fusileros. Al erguirse reapareció la insolencia. José Ignacio Pulido lee con vos temblorosa e imputada el veredicto del Consejo. Piar pasea su mirada de un rostro a otro, sacudiendo con rítmicos y pequeños golpes su bota izquierda.

Al finalizar la lectura, conde le señala el sitio donde debe esperar la muerte. Intenta vendarlo. De un manotazo le arrebata el trapo negro. Compungido lo recogió y se lo ofreció de nuevo. Lo miró con disgusto. Con aguda y atormentada expresión, gritó a los fusileros, rasgándose la guerrera y mostrando el pecho: ¡ disparen aquí en el medio del corazón !

En cuatro tiempos tartajearon los fusiles. Por un instante se mantuvo de pie. Cerró y abrió los ojos con urente dolor en sus pupilas. Luego de trastabillar, cayó derribado. Miles de voces ululantes lo acompañaron en su agonía. Con banderas enlutadas y Tambores en sordina, desfiló ante su cadáver el ejército, su ejército, el ejército de dos colores que construyó con sus manos.

Texto tomado de: “Piar, Caudillo de dos colores.
Francisco Herrera Luque.
Orlando Balbás.

Nota:

El origen y nacimiento de Manuel Carlos Piar es una discusión que ha sido dejada en el limbo. Me refiero a las afirmaciones del escritor y Psiquiatra Francisco Herrera Luque y el historiador Carúpanero, Tavera Acosta, quienes coinciden en que Piar es hijo de una Aristeguieta llamada Belén con el príncipe de Braganza. Por lo tanto primo del Libertador Simón Bolívar y además nacido en Caracas y no en Curazao.

16 DE OCTUBRE 1814: BATALLA DEL SALADO EN CUMANÁ.

16 DE OCTUBRE DE 1821:
CAPITULACIÓN DE LOS ESPAÑOLES EN CUMANÁ

Corría el año 1814, tiempo de desgracia para Venezuela, donde se enseñoreó la crueldad de la guerra.
José Tomás Boves, militar español y realista, se convirtió en líder de las masas populares. Pardos, mulatos , negros esclavos y campesinos, se aglutinaron bajo la consigna: "Muerte a los blancos y reparto de sus bienes".

Las haciendas fueron saqueadas y sus dueños asesinados con sus familias. "La legión infernal" dirigida por Boves, accionaba con odio de castas y razas exacerbado en contra de los de piel blanca, fuesen venezolanos o españoles.

La emigración a Oriente desde Caracas, capital de la Provincia de Venezuela, tenía como destino Barcelona y llegó un gran número de ellos a Cumaná. Fueron 20.000 mil personas huyendo del ejército de Boves, de su maldad y su ensañamiento.

Simón Bolívar, con un poco mas de mil soldados, conducía la masa de emigrantes desesperados y aterrorizados.

El General Manuel Carlos Piar, vino desde la isla de Margarita en apoyo a los emigrantes y se enfrenta al fuego realista comandado por Boves, siendo derrotado por primera y única vez en una batalla, la batalla del Salado en Cumaná. Un 16 de Octubre de 1814. Allí en el lugar donde se ubicaron los indios Guaiqueríes, triunfó Boves y sus descamisados.

Al entrar a la ciudad de Cumaná, la llamada "legión infernal" bajo el mando de José Tomás Boves, asesinó a casi dos mil blancos en la iglesia llamada hoy de Santa Inés, fueron alanceados cientos de ciudadanos y cerca de allí fusilados otros, dentro de los que se encontraba Juan José Landaeta el creador de la música del Himno Nacional de Venezuela.

Otro 16 de Octubre pero de 1821, el General José Francisco Bermúdez se entrevista con el gobernador de Cumaná, José Caturla, en la Casa Fuerte ubicada en la Boca del Río Manzanares.

Allí se firmó la capitulación donde los españoles rinden sus armas y los patriotas liberan Cumaná que era uno de los últimos reductos de España en Venezuela.

Luego, con la derrota de los españoles en Puerto Cabello, finaliza la guerra de independencia en Venezuela definitivamente, para abrir otro escenario cruento entre los mismos venezolanos que querían el poder político y económico en el país.



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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 orlandobalbas27@gmail.com      @orlandobalbas

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