No terminamos de sorprendernos con la corrupción en Venezuela. Lo del Fondo Chino, es apenas la punta del Iceberg de una cadena de eventos que se suceden entre empresarios privados y funcionarios públicos.

84 millones de dólares que espalillaron, no deja de ser un monto cuantioso, pero que comparado con los alucinantes 405 mil millones de dólares que se calculan sacaron de Venezuela para paraísos fiscales en los últimos 40 años, es una bagatela.

Las cifras corresponden a un informe publicado el año pasado por Tax Justice Network, una red de expertos que luchan por mayor justicia tributaria en el mundo y que fue replicado por la Red de Justicia Fiscal de América Latina y el Caribe.

405 mil millones equivalen aproximadamente a 4 presupuestos de la nación en dólares. Una cifra que extrajeron entre 1970 y 2010 y que sólo es superada en América Latina por Brasil (519.520) y México (417.50).

Estos montos estratosféricos, ahora no se atribuyen sólo a dictadores, reyes o potentados del mundo, sino que el círculo se abrió para que ingresaran banqueros, empresarios, negociantes, narcotraficantes, terratenientes y mafiosos, donde los venezolanos ocupan un lugar privilegiado.

Con esos antecedentes, muchos economistas plantean que el gobierno debe liberar el control cambiario, y dejar que la moneda fluctúe como en otros países.

Los controles cambiarios arrancaron con Recadi, 1983-1989, dólar pasó de 4.3 a 14 mientras el paralelo se ubicó en 40 bolívares.

Luego vino la célebre Oficina Técnica de Administración Cambiaria, 1994-1995. El dólar se ubicó en 142, y dos años después de su desmontaje, estaba en 290 el legal, y en 500 en paralelo.

Y el “demonio de Chávez” aún no estaba en el poder.

El ataque contra la moneda no es nuevo y presidentes anteriores a Chávez, se vieron empujados a tomar drásticas decisiones para evitar el desangramiento financiero del país.

Fue en 2003 que el Presidente Chávez percibió que de no regresar a la figura del control cambiario, los ricos y “honestos” empresarios venezolanos dejarían en cero las reservas internacionales, y por consiguiente, en bancarrota al Estado.

Así nació Cadivi, que con sus imperfecciones, ha sido la camisa de fuerza que ha contenido la furia de los mercados de capitales por hacerse del dinero verde, sin importar las consecuencias sociales.

¿Dónde esconden las fortunas?

Existen unos 43 paraísos fiscales en el mundo, que no son más que guaridas legales para que los multimillonarios dejen su dinero a buen resguardo.

Suiza es el más grande de los paraísos fiscales. Su mayor secreto: la identidad de sus clientes, a quienes les asigna números o códigos en vez de nombre o direcciones.

Se les llama “paraísos” por la baja o casi nula tributación que exigen, así como el secreto de sus clientes. Se calcula que en el mundo la evasión hacia estos terrenos de opacidad fiscal sobrepasa el PIB de Japón y EEUU juntos, las dos mayores economías del planeta.

Los venezolanos suelen recurrir a Panamá como el paraíso fiscal que más cogió cuerpo en los últimos años. También desvían sus fortunas hacia las pequeñas islas del Caribe o las exóticas Mónaco, Liechtenstein,  Isla de Caimán, Bahamas, Belize, Samoa, Islas Vírgenes o San Marino.

Utilizan todo tipo de mecanismos legales o ilegales para sacar sus dólares fuera de Venezuela, a través de operaciones financieras, involucrados bancos públicos y privados.

O por intermedio de corredores bursátiles, que desaparecen el dinero sin dejar rastros, ubicándolos en estos paraísos.

Una mafia de almidón, similar a las bandas de narcotraficantes, robo de vehículos, secuestro, pero a diferencia, utilizan internet y las nuevas tecnologías para desangrar cualquier país.