Maracaibo no fue fundada por Alfinger ni el nombre de Venezuela viene de Nueva Venecia

“Aparte de las disciplinas puramente

 analíticas, como la matemática y la

 lógica formal, todas las ramas del

 conocimiento que merecen su nombre

 dependen de los mismos procedimientos

 básicos de observación, reflexión

 conceptual y verificación”

 W.H.Walsh

 Comienzo por decir que, aunque la historia, equivocadamente excluida del corpus del verdadero conocimiento por Descartes en la primera parte de su Discurso, i mirada todavía con recelo por algunos historiadores como ciencia, es, al igual que la ética o la estética, una ciencia en nuestros tiempos. Se ha pretendido siempre, lograr en lo posible la llamada objetividad histórica, usando precisamente las etapas científicas para el logro del conocimiento, pues como bien lo dijo Einstein, la ciencia (por lo que escribí un pequeño libro que nunca he publicado) consiste simplemente en ir, del conocimiento de unos hechos, al conocimiento de nuevos hechos. I eso lo desarrollé, inspirado en las enseñanzas del gran mexicano Adolfo García Díaz, con un esquema que me aprobó Jean Ladriére en Lovaina (Bélgica) con etapas como observación, inducción, hipótesis, deducción i verificación, con el logro de convertir una hipótesis, en teoría científica. Esto, pese a que algunos han llegado a la idea de exponer, que no existe ningún método posible para la ciencia.

 De todos modos, en mi Cátedra de Filosofía de la Historia que impartí por más de veinte años en la escuela de Filosofía de LUZ, me he convencido de que es posible hasta darle un fundamento científico a la Historia, la Ética i la Estética, i en la historia, tratando en lo posible, de lograr que el historiador se despoje de sus ideas políticas, religiosas, etnocéntricas i hasta morales, -la nombrada objetividad histórica- o sea, desprovista en lo posible del subjetivismo. Por eso, en nuestra historia patria, he hecho lo posible por seguir estas ideas; cuando la Academia de la Historia del Zulia, aprobó de manera mui a la ligera, admitir a Ambrosio Alfinger -un aventurero i saqueador alemán- sin conciencia de haber fundado una ciudad, yo estaba viajando por Europa i no pude defender mis ideas, advirtiendo que soi uno de los dos más antiguos miembros que quedamos vivos, porque venimos desde la institución del Centro Histórico del Zulia, luego Academia. Luego, la Academia se ha dogmatizado, i jamás vuelto a discutir este caso de la verdadera fundación, i disimulan diciendo que es la ciudad de las tres fundaciones. Por eso recurro a mis escritos de otras ocasiones. Lo mismo, respecto al nombre de Venezuela, que es un nombre indígena, no el derivado que lleva el sufijo despectivo zuela. He aquí, mis escritos.

LA HISTORIA FALSIFICADA: MARACAIBO NO FUE FUNDADA EN 1529 NI ALFINGER ES SU FUNDADOR

 

Roberto Jiménez Maggiolo

I

“Historiador es el que no se atreve

 a decir una mentira, ni deja de

 manifestar una verdad”

 Cicerón

 Recientemente la ciudad de Maracaibo, según la autoridades locales persistiendo en una historia narrada a capricho i reflexionada a la ligera hace unos años atrás, ha celebrado 476 años de fundada. Existen personas e historiadores que, al contrario de lo que hacen casi todas la mujeres (quitarse años), se empeñan en hacer más viejas a las instituciones, como si la simple antigüedad les confiriera mayor honor o majestad i, como siempre, por ser mi persona, un escritor a quien califican de polémico como si fuese el abogado del diablo (hai que saber lo que esto significa en las canonizaciones que hace la iglesia) no puedo adaptarme a una mentira i callar una verdad. Durante años fue discutida la fecha de la fundación de Maracaibo, o mejor, las tres fechas que se consideran probables. El problema surge por ese afán de agregar edad a las instituciones, error histórico que combatí en uno de mis libros i, la ignorancia de algún juez, interpretando alegremente el significado de una palabra, me consiguió culpable de difamación e injuria i fui a la cárcel con mucha honra; no hice como los políticos golpistas o realizadores de típicos delitos que, llegado el momento “se enferman”. Yo padecía entonces del corazón (tan cierto que ya tengo más de 15 años de operado de corazón abierto) pero no lo aduje el padecimiento para evadir la responsabilidad. Eso ya es pasado i las partes en conflicto, como hombres civilizados, volvimos al entendimiento i la amistad, lo que me hace feliz; pero me quedó la credencial de luchar siempre por la verdad o mejor, la objetividad histórica, aun a costo de mi libertad i tranquilidad. La historia para mí no es sólo cuestión de cultura i diletantismo, sino que he recorrido sus predios también, por la docencia de más de veinte años en Filosofía de la Historia e Introducción a la Historia, más que como investigador de viejos archivos. Este conflicto (envejecer las instituciones, pese a lo que detestan la vejez humana) le otorgó a la Sociedad Médico Quirúrgica del Zulia una edad que no tenía i que no era necesario alterarla para convertirla en Academia de Medicina, aunque los más recientes discursos en el reciente XIII Congreso de Medicina, oí a todos los expositores narrar le errada historia. Empero dejemos esto a un lado i volvamos a la Fundación de Maracaibo.

 Motivado por una invitación formulada a mi persona por productores de Vive Televisión, asociada a Venezolana de Televisión, acudí a un foro o reunión de intelectuales, para hablar de la “fundación de Maracaibo”; me dijeron que irían historiadores como Monseñor Gustavo Ocando Yamarte (cuya Historia del Zulia estoi seguro de ser de las pocas personas que la han leído “de cabo a rabo” tomando notas i fichando páginas i sucesos, desde la primera edición hace años) i en la cual expone, fundado en resolución de varios historiadores un tanto “contaminados de un absurdo regionalismo” que Maracaibo fue fundada el 8 de septiembre de 1529 por Micer Ambrosio Alfinger. El foro en televisión, se convirtió en una gran reunión de intelectuales, historiadores, periodistas, etc., frente al templo de Santa Lucía en El Empedrado, con dos excelentes moderadores i se habló de todo sobre Maracaibo, menos de su fundación.

 La obra de Ocando Yamarte, sigue la opinión Carlos Medina Chirinos, Ángel Francisco Brice i los Miembros del Centro Histórico del Zulia, después Academia de la Historia, quienes tal vez influidos por la obra de Juan Bessón i éste de la de Baralt, aseguran que fue el Adelantado Ambrosio Alfinger el fundador; pero sus argumentos no resisten un análisis de filosofía de la historia i, sobre todo, no existen testimonios históricos evidentes. Sin embargo, Bessón en el primer tomo de su obra en cinco volúmenes, dice en la página 48 que, Ambrosio Alfiler “declaró fundada una aldea que confirmó con el nombre de Maracaibo” sin el menor testimonio documental o de otra índole. De ese modo se puede hacer crónica o imaginar, como pensaba Anatole France, porque pensaba que la Historia no era ciencia, sino arte. La crónica deja libre a la imaginación i se fantasea, con lo cual se “escribe sobre historia, pero no se hace historia”. Hoi sabemos que el tal Cacique Mara tal parece que no existió o, realmente, no existió (siendo puro disparate aquello de “Mara cayó”); pero Bessón lo introduce tanto en los detalles sobre la fundación de Maracaibo que, llega a describirlo (¡!) “de buen porte, alto y grueso, de mirada de águila, valiente e intrépido, que vivía feliz en una isla cercana de la costa Este, entre Maracaibo y la margen oriental del Lago” (antes Isla del Burro o de los burros, hoi Isla de Providencia). Incluso el ilustrador de la obra, lo dibuja como un “piel roja”, con grandes plumas en un cinto en la cabeza i una banda atravesada en el pecho. Puro invento i fantasía. Del mismo modo escribe sobre Alfinger (se pronuncia “guer” i no “jer o ger” pues es apellido alemán i la /g/ es gue; nota de mi parte porque lo oigo pronunciar mal), como si fuese un caballero de la más alta alcurnia i héroe teutón. 

 Creo ser el único historiador sobreviviente, de los que pertenecemos a la institución académica desde que era Centro Histórico del Estado Zulia, pues quedábamos solamente tres i relativamente reciente, murieron Gastón Montiel Villasmil i Pedro Alciro Barboza de la Torre. Sin embargo, cuando el Centro Histórico, después de reunirse en el mes de agosto de 1965, decreta el día 25, como fecha de la fundación de Maracaibo el 8 de septiembre de 1529 i ser su fundador el Adelantado Ambrosio Alfinger, i “refundadores” (las comillas son mías) los capitanes Alonso Pacheco (1569) i Pedro Maldonado (1574) afirmados en los datos aportados en una polémica entre los historiadores Carlos Medina Chirinos i Mario Briceño Iragorry; los datos aportados por el Hno. Nectario María en su obra Los orígenes de Maracaibo, i una ponencia presentada por el Dr. Ángel Francisco Brice, en un Simposio Histórico organizado por ese Centro, no estuve presente. Para esas fechas, lamentablemente no me encontraba en la ciudad; andaba en mi primer viaje a Europa que duró exactamente mes i medio; ese día del decreto (que hubiese objetado o salvado mi voto) me encontraba saliendo de Venecia, dato que consigno porque llevé un diario del viaje. Además, con anterioridad, no me habían anunciado nada de ese simposio, para haber dejado por escrito mi opinión que, muchos sabían que era desfavorable a Alfinger. El Decreto, firmado por el Dr. Pedro Alciro Barboza de la Torre como Presidente del centro i el Dr. Nerio Belloso como Secretario, destaca que es por unanimidad de sus miembros, i establecía informar debidamente de esa resolución, al Concejo Municipal (redundancia siempre en uso) a fin de hacer los preparativos para la celebración del Cuatricentenario de Maracaibo, lo que dejaba ver a las claras, el estar todo combinado para una gran celebración. Lo cierto es que mis gestiones i protestas al regreso, no fueron en absoluto escuchadas i al año siguiente me ausenté de nuevo hacia Europa por dos años a cursos de post grado, en Filosofía i Medicina. Ya la fecha estaba consagrada. Por cierto que en Europa me conseguí con una bella sobrina que estudiaba en Suiza i pasó la Navidad con mi familia en Lovaina, Bélgica. I el destino hizo que después, al regreso, ella fuera la Reina del Cuatricentenario de Maracaibo. La perspectiva de una celebración de la patria, había influido sobre la objetividad histórica para desvirtuar los hechos del pasado. Lo más demostrativo es que en un informe presentado por Alfinger en 1530, sobre sus andanzas (i atrocidades) por las riberas del lago de Maracaibo i algunos pequeños ríos, siempre afanoso en buscar riquezas o despojar a los “indios”, no hizo mención alguna de la fundación de un pueblo i, el nombre de “Maracaibo” no lo puso él, sino que, con algo parecido denominaban los naturales a un discreto rancherío, en la costa occidental del lago. Algo así como he expuesto en otros trabajos i artículos, respecto al nombre de Venezuela que, no es nada en relación con Venecia, sino el nombre de un poblado palafítico indígena a la entrada del lago. 

 

II

“La historia es émula del tiempo,

 depósito de las acciones, testigo

 de lo pasado y aviso de lo presente,

 advertencia de lo por venir”

 Miguel de Cervantes

 

 Si con respecto a las ciudades del nuevo continente americanos, tomásemos la posición de Alfredo Tarre Murzi, en un libro titulado Biografía de Maracaibo, lujoso en presentación pero escrito con muchas imprecisiones i errores que hace años comenté en varios artículos de prensa, al decir que no tuvo tres sino cuatro fundaciones, porque antes de la llegada de los conquistadores ya existían estos pueblos, posteriormente aldeas, villas i ciudades, resultaría que de ninguna tendríamos fecha histórica de fundación. De manera que existió una primera fundación indígena quien sabe cuando i, luego, las discutidas de Alfinger, Pacheco i Maldonado. Lo negativo de muchas personas que tratan con la historia, es no querer admitir que hacer crónica, es una cosa i hacer historia otra; así, aunque la segunda se fundamenta muchas veces en las crónicas de hombres que vivieron tiempos pasados, no se puede dar crédito a las narraciones o crónicas de tradiciones orales o escritas, porque probado está cómo se deforman los hechos, pasados, no solamente de una generación a otra, sino de hombre a hombre i en tiempo relativamente corto. En lo que tiene razón Tarre Murzi es –en el capítulo de Los Fundadores- decir que las discusiones sobre la fecha de la fundación todavía están en pie, es por lo siguiente. “Las discusiones y las dudas tuvieron su origen en los errores y falsedades de cronistas hispanos, como Oviedo y Baños, Fray Pedro Simón, Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado y Oviedo y Valdés, quienes tejieron una bruma de disparates sobre el primer poblado indoespañol que se llamó Maracaibo, a orillas del lago” Luego agrega esto, en lo que no es preciso en su interpretación, como tampoco lo fueron los miembros del Centro Histórico del Estado Zulia. Agrega: “Acaso el Hermano Nectario María, un curita tenaz y sabio, nacido para pasar la vida en los Archivos de Indias y entre infolio e incunables de las bibliotecas, desentrañó la verdad en su libro sobre “Los orígenes de Maracaibo”; y tal libro sirvió de base para que el centro de Historia del Estado Zulia, en 1965, estableciera el criterio siguiente”. I expone de seguido el texto del Decreto comentado en anterior artículo. Luego sigue con la idea ya comentada “yo pienso que Maracaibo ya estaba allí, con miles de indios, hermosas mujeres, viviendas y palafitos, ritos y culturas, es decir una indiscutible identidad autóctona, cuando llegaron Ojeda, Vespucci, Alfinger, Pacheco y Maldonado. Por ello debemos decir que Maracaibo es inmemorial en la larga aurora de los tiempos”. Como vemos, hasta en estas expresiones, hai errores. Si hubiese sido un pueblo grande de miles de indios con “viviendas i palafitos” en una parte que es prácticamente el “cuello” del lago (necesario de verse el sitio entre dos costas cercanas que se miran) ¿Cómo es que Ojeda i su gente no vieron ese pueblo o trataron de llegar a él? Estas son las cosas una visión lógica de los hechos o los rasgos lógicos del lenguaje, no puede admitir. Además, fíjense que Ojeda descubre el lago en 1499 i que Alfinger, llega a esta ribera señalada por algunos con una gran laja, en 1529; nos llevaría a pensar que ese pueblo o ranchería como dicen otros, se habría constituido en ese corto plazo de 30 años i no sería inmemorial en la larga aurora de los tiempos .En cambio sí habían visto al pueblo palafítico a la entrada del lago, que los naturales llamaban Venecihuela, de donde se originó el nombre VENEZUELA. Finalmente, admitiendo que no existía en 1499 ese poblado, ¿Cómo de la noche a la mañana i solamente de paso i en acampado provisional, Alfinger pudo fundar una villa? Reconozco como otros historiadores que pudo haber un discreto poblado indígena i que el explorador o conquistador aprovechara para formar un campamento; i Gómez Espinoza (historiador colombo-venezolano) alega que, aunque no formó Cabildo, nombró un gobernador (i hasta aporta el nombre: Hernando de Beteta; ¿No sería un capataz o ayudante simplemente?) i pone dos ejemplos que se contradicen. Alega que, si Juan de Ampíes, admitido como fundador de Coro (inició la ranchería en 1527) i cuando llegó Alfinger en 1529 (después de los convenios de Carlos V con los Welsser) dotó de Cabildo al pueblo, el fundador de Coro debería ser Alfinger i no Ampíes. Sin embargo atribuye a Ojeda (que prefiere escribir con H: Hojeda) el haber iniciado ranchería en el sitio de Maracaibo, con lo cual el fundador según el criterio que favorece a Alfinger, el fundador de Maracaibo sería Alonso de Ojeda. Empero, si es porque establece Cabildo, entonces el verdadero fundador de Maracaibo como efectivamente lo es, resulta ser Alonso Pacheco. Como vemos, si los primeros cronistas de las “Indias” fueron los que enredaron todo, más lo han enredado los historiadores del presente inmediato.

 Por otra parte, el título de la obra del Hno. Nectario María, refleja claramente que no afirma que el fundador fuese Alfinger; ha podido titularlo La Fundación de Maracaibo, o Alfinger, fundador de Maracaibo. Lo que realmente hace es exponer los orígenes de Maracaibo i si se lee el libro, se nota que le da parecida importancia a las tres “fundaciones” i que trata de dejar a la posteridad el decidir cual es el auténtico fundador, pues manifiesta sus dudas. Es un plural que deja abierta distintas posibilidades i corresponde entonces a una reflexión con criterios de Filosofía de la Historia, el buscar la verdadera o auténtica fundación. Eso han hecho hombres como Mario Briceño Iragorry i Guillermo Morón, quienes afirman que el fundador de Maracaibo, con todas las de lei, es Alonso Pacheco. Existía prácticamente un ritual o un protocolo de fundación; se clavaba muchas veces un gran madero; se creaba una pequeña iglesia i se establecía el Cabildo con nombramientos de muchas autoridades i funcionarios, se levantaban actas i lo más importante: se enviaba formal participación al rei de España, así como se traían familias constituidas i se buscaba la forma de lograr recursos alimenticios, ganadería, siembras, etc. Por cierto que hai un argumento, no recuerdo de quien –creo haberlo leído en la obra de Gómez Espinoza, pero es de otro autor- que alegaba en favor de Alfinger, el hecho de haberse plantado viñedos i otros árboles frutales en su ranchería, los cuales persistían para 1581. ¡Qué duración i que cuido sostenido e identificable durante más de 60 años! ¿Puede esto ser un “testimonio” histórico? Sin embargo sorprende que personas como Carlos Medina Chirinos, pueda decir que antes que ellos, ningún historiador se había ocupado de descubrir lo cierto alrededor de las tres fundaciones de Maracaibo, Ciudad Rodrigo i Nueva Zamora, pero lo más llamativo que “ninguno advirtió que las dos últimas nada tienen que hacer con la primera”. Además, como si eso influyera se refiere a Alfinger, diciendo que los cimientos de esta ciudad “fueron obra del formidable teutón Micer Ambrosio Alfinger”. Realmente, es poco lo que se conoce de Alfinger i no dejó ningunos cimientos de la ciudad, puesto que despoblada permaneció casi 40 años.

 Esta actitud de Medina Chirinos i los miembros del Centro Histórico, deslizaba, además una falacia. Difundieron que Bessón, por ejemplo se fundaba en las ideas de Rafael María Baralt, historiador, poeta i hombre consagrado al idioma i quizá la más grande autoridad intelectual del pasado en el Zulia. En realidad creo que, este periodista historiador no conoció la obra de Baralt o la quiso poner de lado no sé por cuales razones o intereses, pero Baralt, cuando habla de Ambrosio Alfinger, lo muestra como un aventurero feroz, ladrón i criminal i se limita a narrar sus andanzas en busca de riquezas, esclavos que fue a vender a Coro para financiar sus correrías i en absoluto dice que fundó un pueblo. Todo expuesto la primera parte, capítulo VIII de su obra Resumen de la Historia de Venezuela, citando las fechorías del teutón, simplemente como “Jornada de Ambrosio Alfinger” i señalando en el Capítulo XIII, en uno de sus apartes la verdadera Fundación de Maracaibo por Alonso Pacheco en 1589. 

III

“Una cosa es continuar la

 historia y otra repetirla”

 Jacinto Benavente

“El único deber que tenemos

con la historia es reescribirla”

 Oscar Wilde

 Como vemos, la obra de Baralt más bien señala a Alfinger como un aventurero cruel e inhumano, que robó, secuestró, asesinó indios i quemó aldeas como un verdadero facineroso, a imagen i semejanza de los conquistadores. Es una vergüenza que ese enviado de los Belzares, como españolizaba Baralt el apellido alemán de los banqueros que lo enviaron, para cobrarse deudas de Carlos V, sea considerado el fundador de Maracaibo que, si lo hubiese sido de verdad, la historia tendría que aceptarlo porque existieran pruebas documentales i firmes testimonios; pero no los hai, excepto atribuciones sin respaldo alguno. Sin embargo, no sé quien o quienes le nombraron “Micer” que es un título honorífico español de la Corona de Aragón, proveniente del catalán misser i este del italiano messer, mi señor, otorgado en las islas Beleares, a los letrados, lo menos que sería este aventurero. Otros se complacen en llamarle el “Adelantado” que simplemente era el designado jefe de una expedición o de un territorio, pero que realmente no había logrado ningún grado militar. Según he consultado era de profesión comerciante i administrador alemán, cuya fecha de nacimiento se ignora (algunos afirman que nació en Ulm, ciudad alemana, en 1495, pero no fue banquero sino quizá un empleado de la Banca) i fue comisionado por los banqueros Welzer o Belzares, para venir a explorar los alrededores del lago de Maracaibo; no hai pruebas de que se le hubiese encomendado fundar pueblos, lo que sí hacía la corona española con sus enviados militares o administradores de Indias; pero Besson, en nota a pie de página señala que, el Emperador Carlos V había acordado otorgar el título de Adelantado, a la persona que los Welser designasen para ir hacia América.

 Como se sabe, desde Coro Alfinger envía unos bergantines que pudieran franquear la barra del lago i, por tierra, el se dirige con otros hombres hacia las costa oriental del mismo. Dice Baralt: “Los bergantines, vencida la barra que se forma en la entrada del lago, navegaron no sin mucho riesgo, hacia su costa oriental, y arribaron a un sitio, que es acaso el que en día se llama Puertos de Altagracia. Llegado Alfinger, (que escribe con jota) embarcó la gente que le acompañaba y pasó con ella al lugar que hoy ocupa la ciudad de Maracaibo, en la otra banda. Allí armó una ranchería para recoger las mujeres y niños de la tropa, y dejándoles una escolta suficiente para su resguardo, navegó en el lago costa a costa, taló sus orillas y aprisionó a cuantos indios cayeron en sus manos”.Como vemos, simplemente fue un campamento de paso, para seguir adelante, i veamos gran parte de su “obra” como la describe Baralt. “Con solícito cuidado recorrió todo el contorno, visitó los puertos y las ensenadas, se entró por los ríos, penetró en los esteros y caños, llevando a todas partes el terror y la desolación. A ejemplo del jefe, los soldados que le veían destruir y robar, como en tierra entrada a saco, hicieron lo mismo; mayormente cuando ni siquiera se asomaba la idea de establecer asiento en parte alguna, (el subrayado es mío) y todos temían verse defraudados de los provechos de la empresa, si no los tomaban por su mano. Cada cual pues, se encargó de hacer su propia fortuna a costa del país, reservando buena parte del beneficio al capitán; el cual después de un año de correrías volvió a sus barracas con buena cantidad de oro y las naves cargadas de esclavos”. Estas “proezas” o actividades las repitió Alfinger, i Baralt llena casi tres páginas describiendo esta obra de saqueo i destrucción, hasta que en Chinácota, montañas por los alrededores de Cúcuta, fue herido por los naturales i falleció a los tres días, mui entrado el año de 1532 (algunos señalan 1533). Le sucedió el flemático Juan Alemán quien hizo una discreta pausa en las fechorías, pero fue una tregua de poca duración i los Belzares nombraron gobernador de esos entornos a Jorge Spira, alemán también, emprendedor i codicioso, pero menos cruel con sus hombres i no tan despiadado con los indios. Esta es una visión somera de este hombre que algunos historiadores han querido imponer como fundador de Maracaibo. Más adelante, Baralt, cuyas fuentes históricas estaban más cercanas a los hechos i a los documentos disponibles que lo de Besson i otros, en el Capítulo XIII, incluye en los subtítulos “Fundación de Maracaibo” i en el texto expone así: “Más afortunadas las armas española por el lado del mediodía, se enseñoreaban de las tierras visitadas por Alfinger, fundando en ellas colonias florecientes. Desde el año de 1568 había encargado su conquista Don Pedro Ponce de León al capitán Alonso Pacheco, vecino de Trujillo; y aunque éste desde entonces fabricó y armó bergantines en el puerto de Moporo, y con ellos hizo correrías en las costas del lago, sólo tres años después pudo asentar sus reales sin peligro alguno en el sitio donde en 20 de enero de 1571, fundó la ciudad de Maracaibo: lugar arenoso y secano, a la orilla izquierda del lago y obra de siete leguas distante de la marina. Nueva Zamora la llamó entonces Pacheco, queriendo como todos sus paisanos, perpetuar en América, la dulce memoria de la patria”. Observemos entonces que, el mismo Baralt tiene confusiones tanto con fechas como con nombres, cosas que luego se fueron corrigiendo con nuevas investigaciones. Parece que Pacheco creó un poblado con 50 hombres i varios indios pacíficos i le dio el nombre de Ciudad Rodrigo i la fecha era el 20 de enero de 1569, aunque Besson dice que fue 1571 siguiendo a Baralt. Guillermo Morón señala el año de 1569 como el de la fundación de Maracaibo. Sin embargo se dice que, el mismo Pacheco no era un santo ni nada bueno, aunque sin llegar a ser un genocida como Alfinger, pero hacía diabluras i cosas terribles i la ciudad, o mejor el pueblo que tuvo Cabildo i cierta organización con notificación formal de su fundación, fue asediada por los naturales. Dice Tarre Murzi: “…los indios zulianos echaron de nuevo a un conquistador español; y la fundación hispana de Maracaibo, sufrió un nuevo retardo. Fray Pedro Simón, cronista de las Indias, cuando habló de Pacheco como fundador de Maracaibo, refiriese al nombre de ciudad o poblado anotando que su denominación le vino <del principal cacique que hallaron los descubridores en la laguna>. Ello a pesar de que había sido erigida como Ciudad Rodrigo”. Como vimos, es un error de Baralt el decir que la llamó Nueva Zamora; cuando la reconstruyó luego de ser algo destruida por los indios, Pedro Maldonado, un teniente de Pacheco en 1574, fue quien la llamó así; más no fue realmente una nueva fundación, sino que por orden del gobernador Mazariego, fue encargado de traer más gente i repoblarla. Maldonado era residente en Mérida i gozaba fama de altruista i civilizador. Había continuidad con Ciudad Rodrigo. En cambio, entre 1529, supuesta fundación de Alfinger i la de Pacheco, habían trascurrido 40 años i se refiere que seis años después del rancherío de Alfinger, Nicolás Federman despobló el lugar i se llevó a los pocos habitantes que había, hacia los lados de La Vela, en Falcón, para fundar por allá otro poblado. Del señalamiento de Fray Pedro Simón, es de donde nace la leyenda del indio Mara i el disparate de la derivación del nombre, de la expresión “Mara cayó” que debería ser de los soldados españoles, pues los naturales no sabían español i en su lengua quizá como se expresaba el verbo caer.

 I, en cuanto al nombre de Maracaibo, una crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, dice que varios lugares de indios tenía por nombre “Maracaibo” lo que hace posible que ese nombre no sea, como diremos casi 4 siglos i medio después que era una “marca” (sin significado) sino la designación de algo significante, como algunos aseguran que significa “tierra de cascabeles” (las podía haber en varios sitios, luego varios sitios podrían llamarse “maracaibo”) así como otros significados que no tienen interés alguno para lo que discutimos. Lo cierto es que obras recientes, como la del Padre Ocando, primero no señala bibliografía i en cuanto a la fundación de la ciudad, apenas se atiene principalmente a la ponencia de Ángel Francisco Brice en el folleto de la resolución del Centro Histórico. Por ello las citas de Benavente i Oscar Wilde. 

6

EL NOMBRE DE VENEZUELA ES DE ORIGEN INDÍGENA

 Es importante saber que en el Zulia, nació el nombre de Venezuela; se dice que, cuando Alonso de Ojeda u Hojeda, como lo citan muchos historiadores, i Américo Vespucio, descubrieron el lago de Maracaibo, llamado en principio de San Bartolomé, por ser día de este santo, el 24 de agosto de 1499, se dio este hecho. Hojeda, que ya había estado en “las Indias” establecido por 6 años en La Española, había regresado a España para curarse las calenturas que padecía. Recuperado i teniendo noticias de nuevos descubrimientos en tierra firme, zarpó de Santa Catalina, poblado cerca de Cádiz, con una tripulación de 57 hombres, el 18 de mayo de 1499. Llegó por el oriente como Capitán de la expedición i el Maestre i Piloto Mayor, lo era el vizcaíno Juan de la Cosa, por cierto cartógrafo i autor del Primer Mapa del Nuevo Mundo (del cual tengo una copia en mi biblioteca). Se dice también, así lo recoge el Padre Nectario María en su obra Los orígenes de Maracaibo, que Américo Vespucio formaba parte de la expedición, aunque existen dos datos que nos hacen dudar de ello. Primero un hecho, tal como lo cita el Padre N. María: “cosa curiosa, en la pesquisa que Colón abrió contra Hojeda a su llegada a Haití en 1499, por haber ido a tierras por él descubiertas, en las declaraciones no se menciona para nada a Américo Vespucio; además un tal Colmenero afirma que Alonso de Hojeda i Juan de la Cosa, son los que han hecho nuevos descubrimientos. El viaje de Ojeda había comenzado por Trinidad, Paria, Margarita, Coche, Cubagua i toda la costa norte de la futura Venezuela, dando nombres a ciertos lugares como Puerto Flechado, donde en un ataque de los indios, perdió a un hombre de su tripulación que se redujo a 56 expedicionarios; le dio nombre a Cabo Codera i a Cabo San Román i, como veremos, el de San Bartolomé, al lago. El lago lo recorrió todo, como lo prueba el mapa de Juan de la Cosa que lo dibuja completo. De Vespucio, en cambio, se dice que de sus cuatro cartas de viajes, (Cuatro Navegaciones) por lo menos tres, son narraciones inventadas de hazañas i descubrimientos, i aunque en la que se cree auténtica, menciona que los palafitos le recordaban a Venecia, no es por eso el origen del nombre, como un diminutivo que suena despectivo, por la terminación “zuela”, evocando una pequeña Venecia. Para ese tiempo Venecia era ya una ciudad de palacios i no debía asemejarse a un palafito, hasta por la carencia de pilares de maderos que alzaban las viviendas sobre el agua. Lo único común, era estar en el agua. El conocer un pueblo palafítico, fue en el golfo, i Vespucio dice: “Hallamos una gran población, que tenía sus casas sobre el agua como Venecia” agregando el encuentro con los naturales, sus mujeres i sus haberes, pero no dice nada de llamarla Venezuela. Ni el más mínimo comentario.

 En segundo lugar; Hojeda hace una lista de su tripulación, señalando su procedencia o nacimiento o alguna otra característica; así de muchos dice ser de Sevilla, Valencia, etc., i hasta señala que viene en la expedición Maestre Bernal, boticario, i Maestre Alonso, cirujano. En ese recuento de hombres, no aparece Vespucio, aunque sí señala a un tal Nicolás, veneciano i contramaestre, que por lógica tenía (probablemente) que conocer a Venecia.

 El personaje importante que sí acompaña a Hojeda i a Juan de la Cosa, es el Bachiller Martín Fernández de Enciso, porque su obra escrita es de mayor valía que la de Vespucio i de mucha precisión. Fernández de Enciso escribió la Suma de Geografía que se convirtió en el primer libro impreso que habla del Nuevo Mundo, obra honrada por un privilegio real, otorgado en Zaragoza el 5 de septiembre de 1518. En esta obra están anotados muchos detalles de ese viaje i su testimonio, dice Nectario María, es algo que merece respeto. Narra Enciso que, del Cabo de San Román (en la península de Paraguaná) navegando en el golfo, llegan a un sitio, cerca de tres islotes, entran en otro golfo pequeño i dice textualmente: “Y al cabo cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela. Está en X grados. Entre este golfo de Veneciuela y el cabo de Coquibacoa haze una vuelta el agua dentro de la tierra a la parte del Oeste. Y en esta vuelta está Coquibacoa”. Esta es la ortografía. Como podemos apreciar, Vespucio no le da nombre a este pueblo indígena; sólo dice que estaba en el agua i que le recordó a Venecia. En cambio Enciso explica que la población de hallaba en el agua, pero sobre una peña llana, i se llamaba VENECIUELA. Juan de la Cosa la precisó en el mapa i la escribió en él como Veneçuela, de modo que cambiando la “ç” por zeta (z) como se escribe Curazao o Curaçao, sencillamente queda Venezuela i sería, pues, una designación netamente indígena, la población que encontraron a la entrada del lago o entrada de la barra. El Hno. Nectario María, se pregunta: “¿Este nombre de Veneciuela sería puesto por Hojeda y Juan de la Cosa a la población indígena como diminutivo de Venecia, u oirían los españoles este nombre de boca de los aborígenes como designación de aquella población situada en el agua sobre una piedra plana?” Enseguida agrega: “Enciso parece confirmar esta última opinión cuando dice: Y encima della está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela”. I más adelante, hablando de estos lugares i descubrimiento, usa el nombre de Veneciuela, por ejemplo cuando narra: “En Veneciuela es la gente bien dispuesta; y hay más gentiles mujeres que no en otras partes de aquella tierra”.

 

 Estimo, pues, que con documento probatorio como la Suma de Geografía del Bachiller Martín Fernández de Enciso, todo aclarado en la obra del Hno. Nectario María en relación a los Orígenes de Maracaibo, no existen dudas que el nombre de Venezuela no deriva de pequeña Venecia (hasta gramaticalmente dudo de conocimientos en Hojeda i Juan de la Cosa, para derivar el nombre) sino que, para mayor gloria de nuestra patria, es un nombre de origen netamente indígena i deberíamos ir corrigiendo el error tan difundido de derivar tan bello nombre, del inventado, “pequeña Venecia”. Venecia es una ciudad mui bella i en aquellos tiempos considerada como la más oriental del mundo occidental, o la más occidental del mundo oriental, pues su importancia comercial i artística, la hizo reina del Adriático i reina del mundo. Mas, Venezuela, es sin dudas, la antigua i descubierta Veneciuela a la entrada de nuestro amado lago de Maracaibo.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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