Crónicas cotidianas

"Quién sabe si hasta muerto la sientas"

Mientras agarra el timón de la lancha, Efraín apenas se inmuta al golpe de las olas contra la embarcación. "Está picado el mar" alcanzo a comentar. "No, es la brisa que ahora está en contra y saliendo del muelle se siente más porque las olas son altas y hacen que el bote suba y bajé fuerte, pero ya vas a ver que en lo que salgamos de Choroni, el mar se aquieta y podemos viajar sin problema. Yo me conozco esto bien", me comenta como para que yo entienda que estoy frente a un experto.

Ex profeso me senté al final, al lado de él, a fin de iniciar una conversación mientras conducía. Nació en Choroni, pero vivió por 15 años en Caracas, unos 5 en Apure y otro tanto en Maracay. Así que, como buen hijo, volvió a su tierra. "Es que yo amo el mar. Es lo que me gusta, esa sensación de libertad, y nací aquí, me gusta donde estoy". Ya estábamos saliendo del fuerte vaivén y efectivamente como dijo, se hacía más fácil navegar. Nada puede compararse a estar sentando en una lancha contemplando la inmensidad del océano que choca y va dando forma a la montaña que lo detiene. El golpe de las olas contra las piedras, que por miles de años moldean a su antojo, las hasta a veces visibles figuras de algo que se nos antoja, como "la punta de la Virgen", un promontorio de piedra, gigante, sobresaliente del resto de la costa y que es punto de referencia de los navegantes. Ellos ven en ella una virgen. O "Las bodegas de Muruyama", una serie de huecos profundos, distanciados unos cuatro o cinco metros unos de otro, donde dicen los mismos pescadores, se escondieron los tesoros arrebatados a los aborígenes en tiempos de la colonia. Allí es la pelea eterna del mar contra la piedra, la superficie. Él queriendo entrar más allá y ella formando su interminable muro para detenerlo.

"Eso que tú ves allá arriba -me señala al medio de la montaña-, son los restos de una casa veraniega que tenía (Marcos) Pérez Jiménez, aquí entre Chuao y Choroni, cuando venía con sus montones de mujeres, y Susana Dujin era la favorita. A él le encantaba venir para acá. La persona que le hacía los sancochos todavía está viva, el viejo Juan de la Cruz. Tiene como 106 años y como más de 70 hijos. Algunos dicen que tuvo 48 mujeres. Cuando yo era niñito, una vez fui a pescar con él".

Efectivamente solo se alcanza a ver las columnas ¿jónicas? de lo que al parecer debió ser una maravillosa estructura, allá arriba, en medio de la montaña. Me cuenta Fabiola que alguna vez intentaron hacer un hotel, pero luego fue invadida y ahora, al parecer, está en litigio. Debe ser un espectáculo la vista desde allí.

Al final, llegamos a Sepe, es la playa de un pueblo que seguramente colonizaron los pescadores en sus campañas para pescar, y hacían chozas para quedarse varias semanas. Es una playa como las miles que tiene Venezuela, con un punto exacto de la temperatura, y una arena de grano fino, uniforme y liso. Hay un río de agua fría en donde crecen los frutos como el jobo, el mamón, el coco, plátano, cambur, topocho y pare de contar. Los Sepeños, aprendieron a vivir del turista, porque saben que estar allí es como hacer un contrato con la vida. No es posible pedir más, sentado frente al mar, tomando agua de coco, o comiendo empanada de pescado, o los jobos que generosamente el gigantesco árbol, lanza para que disfrutemos su dulzor. El solo contemplar el mar y su música, sumado a la música del viento, conduce a sueños que no están en la imaginación. Nada más puede esperarse.

Al montarnos a la lancha para regresar, Efraín se anticipa. "Ahora tenemos el viento a favor. Ya vas a ver que el viaje es más calmado y será más rápido".

.- Supongo que piensas morir aquí. Le inquiero de manera impertinente

.- Bueno, aún estoy joven. Pero tú no puedes cambiar esa sensación de ver todos los días el mar y encontrar cosas distintas. Si dejas de sentir esa brisa que te pega en la cara, entonces ya estás muerto… Quién sabe si hasta muerto la sientas.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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