¿Nación de impunidad, o de justicia?

Que la naturaleza afecte próximamente a Venezuela será oportunidad para interpretar, en ese acontecimiento, la voluntad de Dios; no la que pregonaron quienes calificaron al terremoto de 1812, como castigo contra la causa libertadora. La actual es una causa justa y prosecución de aquella; sin embargo, podría haber quienes le atribuyan ese próximo acontecimiento a la Revolución Bolivariana; mercaderes de la fe, quienes intentaran hacer uso del evento que nos anuncia el don profético, para desacreditar nuestra lucha por liberarnos del imperialismo; éste carece de escrúpulos para todo, incluso para manipular la fe con fines genocidas, como ahora hace en los pueblos islámicos.

Nuestros líderes han preferido soslayar la fe; aún así, el Libertador no dudó en seguir la orientación profética que se desprende de su Carta de Jamaica; Chávez fue una excepción, expuso con franqueza su fe y, a partir de ésta, se fortaleció el vínculo espiritual que caracterizó su relación con los humildes. Obra y palabra escrita o hablada de nuestros dos gigantes apuntan al don profético en favor de nuestra causa. Lamentablemente, ambos incurrieron en el error histórico, que ha sido causa de nuestra derrota, al perdonar y perdonar a traidores y corruptos e indultar penas, hasta fijar el rumbo de lenidad que caracteriza a nuestra sociedad y causó prematuramente la desaparición de ambos.

Maduro es un hombre de fe, parece haber comprendido la falta de severidad como causa de nuestras derrotas e inició la rectificación del histórico error, pero la rectificación no ha concluido. Tenemos derecho y oportunidad de ser libres y de alcanzar en libertad elevados niveles de felicidad y prosperidad que nos han sido obstaculizados por el imperialismo. Hay una condición: la obligación de ser una nación justa y la severidad es una expresión fundamental de la justicia. Estamos obligados a ser severos con traidores o asesinos; Maduro exteriorizó esa determinación, después de la liberación de Simonovis y del asesinato de Robert Serra; sinembargo, esa rectificación no está completa, si la lenidad favorece a los nuestros, cuando incurren en corrupción u otro hecho delictivo. El deber de la justicia no nos exime de la severidad para quienes amamos.

Somos ciudadanos de una nación de amor como lo subrayó Chávez, generosa, solidaria, hospitalaria; somos herederos y soldados de un ejército liberador de pueblos, hemos merecido la dignidad de servir al propósito de Dios Todopoderoso, Quien decidió poner fin a la infamia de esa nación norteamericana, que intenta aplastar con su maldad a todo el planeta; nuestros méritos hacen mayor la obligación de ser ejemplos de justicia y de moral para la humanidad ¿Cómo daremos ese ejemplo, si de nosotros cuelga un cartel que señala a la impunidad para favorecer a los nuestros?

Cuando la justicia humana es lenitiva, quien merece castigo rendirá entonces cuenta ante la Justicia de Dios. Acerca de esta Justicia debemos meditar, cuando la tragedia nos aplaste o cuando los obstáculos se opongan a nuestros propósitos. No hay culpable que escape al castigo que merece, la sociedad tampoco escapará por su indiferencia o falta de severidad. Comunidades, líderes, ciudadanos todos debemos sumar voluntad y determinación, para poner fin a la impunidad y hacer de la nuestra una sociedad verdaderamente justa. La rectificación no es sólo deber de Maduro. Todos estamos obligados a poner de nuestra parte, para que la rectitud y la moral caractericen a esta nación nuestra, cuyos méritos no la eximen de la obligación de ser una nación de Justicia, como no eximieron sus obras a nuestros más grandes líderes, de la responsabilidad en la que incurrieron por su lenidad.


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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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