Binóculo Nº 43

El militante revolucionario

En mi columna anterior, me referí a la gestión pública y la necesidad de que el ejercicio de un cargo en la burocracia del Estado, significara una doble responsabilidad pues un revolucionario tiene como tarea principal, abolir ese cargo a la vez de ejercerlo mejor, aunque parezca una contradicción. Mejor dicho, transformarlo en un elemento de la revolución.

Una de las graves fallas de nuestro proceso, es que a pesar de Hugo y sus arengas en cuanto a poner todo en el debate, como un elemento sano que permita el crecimiento, nuestros dirigentes y nuestros funcionarios cada vez son peores. La autocrítica no es la característica fundamental de nuestros funcionarios, a pesar de que debería ser una condición sine qua non. Y paradójicamente, aunque se nieguen a la autocrítica, están prestos a la crítica. Nomás publicarse mi columna anterior y recibir la andanada respectiva de amenazas y ofensas. En mis tiempos de militante, no hacer la tarea encomendada, o no estudiar, era uno objeto inmediato de una sanción; y ese era un golpe moral tremendamente duro.

Dentro de tantos aciertos que ha tenido este proceso, ha cometido muchos errores. Uno de ellos y a mi juicio de extrema gravedad, es que nuestros dirigentes –al menos los más esclarecidos políticamente- debieron impulsar una escuela de formación política y pública. Alguna vez se la propuse a mi amigo, colega y compañero de estudio, William Lara estando él en la Asamblea Nacional Constituyente. Incluso le dije que debía ser una escuela tanto para egresados universitarios; y en consecuencia sería un posgrado; como para no egresados, que debía ser una especialización de un año. “Y el hecho de la existencia de la escuela –le dije- condiciona el ejercicio de la burocracia. El que no haya pasado por allí, no tiene derecho a ejercer ningún cargo público. Sea de mantenimiento o de ministro, pero es una obligación pasar por allí”.

Porque, tal como se lo explique a William y lo sigo sosteniendo, si el Pensum de estudio que se diseña, es de avanzada, revolucionario, distinto y que genere no solo formación, sino conciencia, el funcionario que egrese de allí, impulsará sin duda la destrucción del Estado burgués y la construcción de uno socialista.

Puesto que la tarea de todo revolucionario es hacer la revolución. La revolución no es otra cosa que la sustitución de lo existente. Destruir lo que existe y construir algo nuevo y mejor. Pero eso no es posible, sino existe la conciencia y la conciencia solo puede ser socialista. Y no es un panfleto. Esa conciencia es lo único que permite entender los procesos, el comportamiento del capital y la utilización de su gendarme el imperio.

Todos los grandes pensadores revolucionarios, hablaron sobre la condición del militante y sobre la necesidad de la conciencia para poder entender; pero siempre me ha parecido que el proceso más extraordinario lo vivió el Che. Fue el más rico y el más acabado. Dijo: "Cuando comencé a estudiar medicina, la mayoría de los conceptos que ahora tengo como revolucionario estaban ausentes en mi arsenal de ideales. Quería triunfar, como todos. Solía soñar con ser un investigador famoso, trabajar incansablemente para conseguir algo que pudiera, indudablemente, ser puesto al servicio de la humanidad, pero en aquella época todo era sobre el triunfo personal. Yo era, como todos, un producto de mi entorno". Había que ser avanzado para llegar a esa conclusión. Pero tal vez uno de los textos que más recuerdo y que más me gusta, fue en sus tiempos de guerrillero. Al final escribió el libro “Pasajes de la guerra revolucionaria”. En uno de esos episodios, en plena batalla, El Che era el médico, pero debió decidir si serviría mejor a la causa como médico o como guerrillero. Y concluyó: "Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario. Tenía delante de mí una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila...". Analizó la coyuntura para tomar la decisión correcta. Eso no podía hacerlo, sino tenía conciencia socialista.

Esa conciencia socialista es la única que nos permite entender porqué Chávez es una necesidad, porque las misiones deben triunfar a toda costa, porqué las políticas económicas deben tener un alto contenido social. Porque le neoliberalismo y sus representantes, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, vienen por nosotros. No es un capricho de Chávez decir que el salvajismo y la deshumanización, pretenden acabar con la humanidad.

Dentro de este proceso, el burócrata, ese trabajador al servicio del Estado, juega un papel importante, porque su conciencia socialista le permitirá entender que está en un cargo para cumplir una función, mejor y distinta, de la que cumplía; y que es su tarea impulsar la transformación.

Es por eso que el revolucionario no es un tipo que se viste de rojo-rojito, que grita ¡uh ah Chávez no se va! y que va a las marchas para que lo vea su jefe escuálido. “No hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria” decía el Che. Eso no es otra cosa que el discurso debe ser coherente con la práctica. No se puede decir que se es revolucionario y tener un Rolex, veinte pares de zapatos, tres carros y un montón de ropa que nunca usa. Y no porque sea un delito tenerlo, sino porque la conciencia socialista define el comportamiento, que no es otro que el crecimiento espiritual, la abolición de las cosas materiales, el amor al prójimo, el profundo sentido de la solidaridad, la razón humana de vivir y disfrutar, que en esencia es el socialismo del que tanto hablaron los grandes hombres del pensamiento universal.

Caminito de hormigas…

La decisión del TSJ sobre Podemos, dejó a Ismael García con las nalgas al aire. Me dicen que está tendiendo un puente hacia Henry Ramos, porque Capriles ni siquiera lo quiere recibir. Claro, ya no vale nada sin la tarjeta… Los servicios de inteligencia están a punto de concluir la lista de personeros de la oposición vinculados al lavado. ¡Ay mamá! Si vieran los nombres que yo vi con estos ojos que se han de comer los gusanos… Se da como un hecho la muerte de la MUD en Carabobo. Nadie dice nada, pero a todos les huele mal… Otro hecho que tiene de cabeza a Salas es que le calentaron las orejas a Enzo Scarano y está decidido a aspirar a la gobernación. Me dicen que Salas le va a ofrecer la Alcaldía de Valencia. ¿Y Cocciola?…

rafaelolmos101@gmail.com



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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