Moral y Revolución II: Chávez Compromete

Jamás tendré bienes de fortuna, pues no sabría qué hacer con ellos. Poseo, en cambio, un “vigor ético” a toda prueba; nunca me faltó el necesario para que mis molinos de viento me dejaran intacta el alma, aunque me hubiera roto las costillas.”

Arístides Bastidas



Juan Almeida, comandante de una columna guerrillera en la heroica lucha librada por combatientes cubanos en la Sierra Maestra, muchos años después del triunfo de la Revolución, fue categórico ante la interrogante de una periodista referente al factor principal que él considerase como determinante en tan brillante victoria militar. Sin vacilar, mirando los ojos de su interlocutora, acotó convincente y sereno: “la moral del líder”. Y acto seguido, se esforzó en sintetizar el sentido de su firme apreciación, expresando cómo él y sus valientes compañeros contemplaron en medio de todas las vicisitudes de aquellas luchas, la elevación moral del Comandante Fidel Castro que se agigantaba ante sus ojos cada día que transcurría. Almeida acompañó a Fidel en el ataque al Cuartel Moncada, estuvo a su lado en la Sierra Maestra y, luego del triunfo de la Revolución, dedicó su vida a la construcción del socialismo, a su Patria, a su Pueblo. Siempre con modestia y humildad y lealtad plena al Comandante, hasta su muerte acaecida hace algún tiempo. Sabio en su respuesta, Almeida nos obliga a ponderar la relevancia del aspecto moral como una constante en las luchas revolucionarias.

En el libro “100 horas con Fidel” obra del escritor francés Ignacio Ramonet, el Comandante destaca la importancia de que aún en una lucha irregular se deben respetar las leyes de la guerra y de como la conducta de la guerrilla cubana ante el enemigo vencido, conformó una ética con principios inviolables de no humillar, vejar, torturar o asesinar a prisioneros. Esa fuente de humanidad que distinguió a los emancipadores de Cuba, fue acompañada por una coraza moral presente en la declaración del carácter socialista de la revolución y se mantuvo incólume en los sucesivos eventos, desde la crisis de los misiles, el bloqueo criminal, la invasión de Playa Girón, los actos terroristas, el período especial, hasta la actualidad.

En el vigésimo aniversario de la muerte del Ché, en acto conmemorativo en la ciudad de Pinar del Río, ese gigante moral que nos refirió Almeida le preguntaba a su Pueblo, si habría un momento más oportuno para recordar al Ché con profundo sentimiento de reconocimiento y gratitud que aquel, en pleno proceso de rectificación ante la amenaza del burocratismo y corruptelas miserables: “¿Y qué estamos rectificando? Estamos rectificando precisamente, todas aquellas cosas, y son muchas, que se apartaron del espíritu revolucionario, de la creación revolucionaria, de la virtud revolucionaria… …estamos rectificando todo tipo de chapucerías y mediocridades que eran precisamente la negación de las ideas del Ché… …del ejemplo del Ché.”

En las grandes dificultades, esta pequeña isla, agredida por décadas por el imperio más criminal de la historia, ha contado con el “vigor ético” de Fidel, que logró crear con su Pueblo un compromiso indestructible, infranqueable y eterno, de preservar sus logros, su dignidad, su Revolución.

En el caso de nuestra Venezuela, la Revolución Bolivariana, alteró, confrontó y derrotó la tesis del fin de la historia; conmovió al mundo. Y, ya no en soledad, adelanta un proceso integrador en América Latina, que configura el carácter multipolar que modifica la geopolítica mundial. El Comandante Chávez lidera ese proceso rebelde, obteniendo logros tangibles en lo social, reconocido por organismos internacionales. Mantiene una política antimperialista, solidaria con los países hermanos, impulsando instancias regionales como la ALBA, UNASUR y la CELAC.

En el marco del sexagésimo sexto período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2011, nuestro Presidente envía dos carta con argumentos y propuestas a ese organismo, que tienen que incorporarse ya a los anales de la humanidad como el grito desesperado de un Jefe de Estado por la Paz, por la Justicia, por la sobrevivencia humana. “Nuestro compromiso con la Justicia y la Paz del mundo” así tituladas, definen la inconmensurable estatura moral de este estadista, Comandante y Presidente de nuestra nación. Este hombre, que pudo soportar “el canto de las sirenas” y que implora a sus ministros, a gobernadores y alcaldes, y ciudadanos en funciones públicas, amarrarse como Ulises en caso de debilidad ante estos encantos malvados, sostiene moralmente una Revolución inédita, con sus propias circunstancias y enlazada indisolublemente a una época de transformación en la historia de nuestros pueblos hermanos. Chávez demostró ya su compromiso, él ha trascendido los límites de la Patria, como Fidel y el Pueblo cubano. Es el líder de la Revolución Bolivariana, debe comprometer, tiene que comprometer. Nuestro compromiso con el Comandante Chávez es ante todo ético.

Estemos pues, a la altura de nuestras circunstancias y seamos capaces de preservar esta Revolución en el tiempo.

¡Independencia y Patria Socialista! ¡Viviremos y Venceremos!

cesarevargasv@hotmail.com


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César E. Vargas V.


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