Del capitalismo salvaje al “salvataje” del neoliberalismo

¡Salvataje! ¡¿salvataje?! Qué clase de palabreja es esa. ¿Qué significa “salvataje”? No se apure en buscarla en el Drae (el diccionario de la Real Academia) porque allí no está, o, para decirlo con el lugar común de los “puristas de la lengua” –a quienes llaman así porque simplemente no saben besar-, “no existe”.

Aún así, es la palabra más mentada en estos momentos en el espernancado mundo del capitalismo financiero global. No me ha sido posible precisar quien la utilizó primero, si salió de los “tanques de cerebro” que provocaron la mayor crisis bancaria de todos los tiempos –desde la desaparición de los señores feudales para acá-, si emergió sardónica de los suburbios de Nueva York –bien lejos de la Calle Tres-; si fue la ocurrencia de algún periodista para decir lo que la línea editorial del medio para el que trabaja se niega a decir, si fue un “pataleo” lingüístico de la Cámara de los Representantes o si, simplemente, es una “manuelada” más de George W. Bush.

El hecho concreto es, que lo que empezó llamándose “rescate” –esa ampolla de 700 mil millones de dólares de los buenos inyectada al torrente sanguíneo sifilítico del sistema financiero estadounidense- ha terminado en calificarse como “salvataje”.
La verga –palabra maravillosa que los maracaiberos utilizamos como sustantivo, verbo, pronombre, adverbio y, sobretodo, como complemento directo de los verbos transitivos y como sinónimo y antónimo de cuanta verga hay (¡a la verga!)- suena a “salvaje” y a “salvación”, sin llegar a ser ni una cosa ni la otra.

A no ser por la “ta” que desplaza a “va” como penúltima sílaba y sobre la que, además, cae la tilde, sería simplemente “sal-va-je”. Ahora bien, si tomamos en cuenta que las tres palabras tienen la misma raíz, “sal”, y el sufijo “va”, (salva-je, salva-ción y salva-taje) y parece que fueran “familia”, no terminamos de saber si se trata de una “salvación salvaje” o una “salvaje salvación”, lo que si sacamos en claro –y para eso apelamos al Drae- es que salvaje y salvación no son sinónimos ni de verga.

Más allá de estas intríngulis lingüísticas en las que nos podemos ahorcar, resulta evidente que esa verga no podía seguirse llamando “rescate”, tampoco se le puede llamar “salvación”, simplemente porque nadie garantiza que la “inyección” rescate o salve al sistema financiero global, que muere por su propio verga.

Es evidente que el campo semántico de “rescate”, y mucho menos el de “salvación”, son suficientes para contener la “clase e’ verga” que el gobierno de Bush le está echando a su propio pueblo: es, simplemente, un “salvataje”.

De tal forma que, el neoliberalismo, esa fase del capitalismo que arranca con la caída del Muro de Berlín, que protagonizaron Ronald Reagan, Margaret Tahtcher y advenedizos y trepadores como Felipe González, y que el papa Juan Pablo II calificó de “salvaje”, no podía sino morir en su propia ley: arrastrando al Estado cómplice en un “salvataje” mientras se va al “mierdaje”.

ylich@hotmail.com


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