Me he vuelto a confesar siendo agnóstico

La primera vez que me confesé en esta vida pasó cuando, un día antes de casarnos por la iglesia por imposición de la mujer que iba a ser mi esposa y, para ese entonces le dije al cura que me atendió como mi confesor para que un día después él mismo: nos casara y, con la mayor seriedad de mi vida cuando, me solicitó que hablara, le respondí: ¡Padre, ni he matado ni he robado! Y, fuera de eso he hecho cosas, es decir, soy un pecador confeso y me he vaciado en todo lo que tenía que decirle para salir de esto reposado como estoy y, recuerdo que me dijo: vaya y se sienta y rece… y, cumplí con el castigo impuesto que a él no le constó, pero lo hice cómo si nada y, me sentí como si hubiera vaciado todo un gran chiquero que llevaba por años dentro y, me sentí livianito, quizás menos rígido de pesares quizás, sin penas en el alma que, si esto se lo hubiera narrado a Guillén Pérez mi profesor de filosofía se hubiera burlado.

Les cuento que por imposición de ella acepté y le cumplí como lo hice y, sí: fue verdad, pues me dijo si no nos casamos por la iglesia te quedarás con las ganas de aquello, casados por el civil como estábamos, lo legal en Venezuela. Pero hay órdenes que hay que acatarlas quiérase o no y, tuve que hacerlo y me casé y casado convivimos año tras año muchos años en función de la familia que formamos.

Y ahora fuera de mi país como inmigrante vivo en Barcelona como viudo, conociendo un poco de acá como de allá y caminando por distracción un día como buscando lo que no se me había perdido acá, me tropecé de frente con una pintoresca iglesia que llamó mi atención y algo intrigado sin apuro alguno me adentré en ella y me senté cerca del confesionario y, sentado vi a una señora vestida de negro confesándose que me recordó mi momento pasado allá en la isla de las perlas de mi país y, pensé en confesarme nuevamente, me pareció tal y como están las cosas en este mundo actual que casi no tenemos cabida por la edad: deduje que quizás pudiera sacarle provecho a una buena disertación de mi parte con el padre que estaba para ese menester y, nomás finalizar la señora con su confesión pensé: me toca a mí y, también pensé, sí él me impone castigo como lo hace Trump con Venezuela, me hago el loco con dios y no cumplo pues, mi misión: deshogarme voluntariosamente, lo que me serviría para contárselo a mis dos nietos menores que hasta para reírnos en paz por ello por mí alevosía y, por mi mente no pasó que eso lo referiría respecto a otros como lo estoy haciendo.

Antes casi a diario hablaba con dios diciéndole cosas a él en busca de auxilio y, cuando era de pedir algo, eso lo hacía con La Virgen Del Valle que, salían de mí mentalmente: a ver si con ello me ayudaban cada uno a seguir adelante como se dice a la buena de dios y no me quejo, pero después me encerré internamente porque todo lo realizado no tenía ninguna pizca de maldad o cosa parecida para continuar en paz y sin tener que molestarle a los dos, hasta que los olvidé por completo y me hice agnóstico por razones de intimidad y los tantos años encima viendo cosas y, tal como anda el mundo tengo muchas dudas y cada día dudo y trato de apartarme de lo que considero no traspasar con mis acciones que siempre son a favor del bien común y, como quien dice ver de reojo lo demás, agarrándome a mi soledad hasta donde pueda y, en eso recuerdo a mi abuela cuando me decía "haz bien nieto y no mires a quien" y, lo demás, "aguanta callado".

Lo cierto es que me volví a confesar quizás más consciente que la primera vez que, algo que me molestara o afectara tenía que soltar y en particular para mí la convivencia es lo esencial y, entonces con la fuerza que me asiste le dije, al cura confesor: Padre odio este mundo, porque no hay ni habrá peor mundo que el que estamos viviendo y me pesa decirlo y, él me contestó ese no es pecado, no haces mal en decirlo y, te apoyo, tú no puedes reformarlo, pero vívelo hasta que te alcancen las ganas que, algún día alguien lo destruirá o lo mejorará, pero no pierdas la voluntad de ser tú peor o mejor de lo que eres, ese es tu destino.

Salí liso de mi confesión, lo que me demuestra que todavía hay gente buena acá en Barcelona. Y, yo, sigo sin matar ni robar y, jamás seré político que con Trump basta.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 238 veces.



Esteban Rojas


Visite el perfil de Esteban Rojas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Esteban Rojas

Esteban Rojas

Más artículos de este autor


Notas relacionadas