1. Introducción
España se encuentra en una encrucijada geopolítica que exige una revisión profunda de sus fundamentos estratégicos. Después de haber sido un Imperio, España quiso configurarse como un Estado Nación a partir del siglo XVIII, pero sus élites (rentistas, parásitos, indolentes) se vieron incapaces de culminar el proceso. El castellanismo, entendido como la centralización política y cultural de las Españas en torno a Castilla, ha sido históricamente presentado como el eje vertebrador de la nación. Sin embargo, esta visión ha demostrado ser un obstáculo para el desarrollo de una política exterior autónoma y multipolar.
En este ensayo se propone una alternativa: el celtismo y el atlantismo como vectores de una nueva geopolítica española, en consonancia con las ideas de Xaviel Vilareyo (1967-2015), Carlos X. Blanco y otros pensadores que reivindican una España volcada al Atlántico y alineada con el proyecto euroasiático. La fachada atlántica de Europa debe llegar a ser la frontera de un futuro Imperium eurasiático basado en el socialismo y en el respeto a las identidades de los pueblos europeos. La hora del Estado-Nación está llegando, y la integración de éste en un gran polo de poder rival de la Anglosfera no puede esperar.
2. El Castellanismo como Error Geopolítico
El castellanismo ha promovido una visión monolítica de España, ignorando las realidades culturales y geohistóricas de sus regiones periféricas. Esta centralización ha debilitado la capacidad de España para actuar como potencia regional y ha facilitado su subordinación a intereses ajenos, especialmente los de Estados Unidos y sus aliados. Desde una perspectiva geopolítica, el castellanismo ha impedido la articulación de una política multipolar, alineada con los intereses de Eurasia. El castellanismo y su derivado, el andalucismo, ha privilegiado la orientación sureña del Estado (el “arco” mediterráneo, que se traza desde un centro, Madrid). El protagonismo de la economía mediterránea (primerio agraria-capitalista y ahora turística) es excesivo. El Noroeste de la Península, el más celtogermánico y a la vez, el núcleo fundador de las Españas (Reino de Asturias), se ha convertido en una periferia altamente subdesarrollada.
3. Celtismo y Atlantismo como Alternativa Estratégica
Autores como Vilareyo y Carlos X. Blanco han reivindicado el celtismo como una forma de reconectar España con sus raíces atlánticas. Esta visión no es meramente cultural, sino profundamente geopolítica: implica una reorientación hacia el Atlántico Norte, una alianza con los pueblos celtas (Irlanda, Escocia, Bretaña, Galicia, Asturias) y una ruptura con el eje anglosajón dominado por Londres y Washington. El celtismo propone una España descentralizada, plural y capaz de integrarse en un bloque euroasiático. El océano Atlántico, además, es el puente que conectaría Eurasia (con su corazón, Rusia) y el otro posible (y necesario) polo de poder: Iberoamérica. De este modo se haría posible articular un Atlántico libre de los piratas anglosajones: un Océano seguro para Eurasia y la Hispanidad. Reactivar el celtismo político (y no sólo cultura) es el refuerzo necesario de la Hispanidad Geopolítica y el instrumento necesario para la fractura del dominio anglosajón en Occidente.
4. Conexiones con el Pensamiento de Aleksandr Dugin
Aleksandr Dugin, teórico de la geopolítica euroasiática, ha defendido la multipolaridad como alternativa al globalismo liberal anglosajón. Su propuesta de un Imperium euroasiático encuentra eco en el celtismo, que también aboga por el regionalismo y la desmembración de estructuras estatales artificiales como el Reino Unido, “Unión” que, al igual que la deseada por los madrileñistas y castellanistas jacobinos, es artificial: en las Islas viven escoceses, galeses, irlandeses e incluso celtas de Inglaterra. En su libro “Fundamentos de Geopolítica” aparece claramente esta observación. Dugin considera que la fragmentación de los poderes atlánticos es condición necesaria para el surgimiento de polos civilizatorios autónomos, como el de la Eurasia centrada en Moscú y coordinada con Europa Occidental por medio de un Eje Lisboa-París-Berlín-Moscú.
5. El Tercermundismo Marxista y las Teorías de la Dependencia
Las teorías de la dependencia, desarrolladas por autores como André Gunder Frank y Samir Amin, sostienen que el subdesarrollo es producto de una inserción desigual de países periféricos en el sistema capitalista mundial. Este enfoque militante y revolucionario fue pensado inicialmente para Iberoamérica, África y otras periferias del mundo cuyo subdesarrollo fue provocado deliberadamente por el Occidente opulento y super-desarrollado (Europa, EEUU, Japón). El celtismo, al reivindicar regiones históricamente marginadas de la propia Europa, se alinea con esta crítica. La descentralización y el regionalismo pueden ser vistos como formas de resistencia frente a la lógica centro-periferia impuesta por el capitalismo global. Que los actuales nacionalistas gallegos y asturianos, o que la actual izquierda abertzale vasca sea, actualmente, un bastión de la ideología “woke”, les aparta de su proyecto verdadero y esencial: contribuir a La Españas para que este Estado-Nación fallido construya un Imperium Eurasiático. La mano negra de la Anglosfera se percibe en los movimientos identitarios de izquierda en el Norte de España. Quizá les financien y les dirigen como marionetas.
6. Desmembramiento del Reino Unido y Regionalismo en Francia y España
El Reino Unido ha sido históricamente uno de los principales instrumentos del poder anglosajón. Su desmembramiento —a través de la independencia de Escocia, Gales e Irlanda del Norte— sería un golpe estratégico al bloque atlántico. En Francia y España, el despertar de los regionalismos (Bretaña, Occitania, Galicia, Las Asturias, País Vasco) puede contribuir a la construcción de una Europa de las regiones, más abierta a la influencia euroasiática y menos dependiente de Bruselas y Washington.
7. Crítica al Sionismo Pro-Yanqui de Vox
Vox representa una derecha nacionalista que, paradójicamente, se alinea con los intereses del sionismo internacional y del imperialismo estadounidense. Su defensa de Israel y su hostilidad hacia Rusia y China revelan una subordinación ideológica que contradice cualquier proyecto de soberanía nacional. Esta postura impide que España se integre en el eje euroasiático y perpetúa su papel de satélite de Washington. El resto de las fuerzas del Régimen del 78 (R78), es decir, toda la partitocracia española inflada e hipertrofiada tras la muerte de Franco, está financiada y prostituída más o menos por el Poder Sionista Mundial (véase el blog del profesor A. Piqueras).
8. Colonización Cultural Woke en las Izquierdas
Las izquierdas españolas han sido colonizadas por una agenda cultural "woke" que, lejos de emancipar, reproduce los valores del liberalismo anglosajón. La obsesión por las identidades fragmentadas, el lenguaje inclusivo y la moralización de la política ha desviado la atención de los problemas estructurales: dependencia económica, pérdida de soberanía y desarraigo cultural. Esta colonización impide el surgimiento de una izquierda verdaderamente antiimperialista y euroasiática. Ideas interesantes de tipo marxista, como las de Santiago Armesilla o Yesurún Moreno, que se benefician de enfoques geopolíticos potentes (Schmitt, Donoso Cortés, Gustavo Bueno, Dugin), pecan, sin embargo, de cierto jacobinismo castellanocéntrico, y de insensibilidad regional.
9. Propuesta Geopolítica Alternativa para España
España debe abandonar el castellanismo y el atlantismo anglosajón para abrazar un atlantismo celta y una integración euroasiática. Esto implica:
Reivindicar las culturas periféricas como motores de soberanía.
Establecer alianzas con regiones celtas y euroasiáticas.
Desvincularse de la OTAN y del eje Washington-Tel Aviv.
Promover una política exterior multipolar y soberanista.
10. Conclusión
El futuro geopolítico de España pasa por una ruptura con el castellanismo y una apertura hacia el Atlántico celta y Eurasia. Esta visión, compartida por pensadores como X. Vilareyo, Carlos X. Blanco, Robert Steuckers y Aleksandr Dugin, ofrece una alternativa real al dominio anglosajón y a la colonización cultural liberal. Solo mediante una reconfiguración profunda de su identidad geopolítica podrá España recuperar su soberanía y desempeñar un papel relevante en el mundo multipolar que se está gestando.