Biden y la rusofobia europea

Todo indica que el presidente estadounidense Joseph Biden sigue decidido a llevar al mundo a un choque nuclear de imprevisibles consecuencias. Expertos militares en la geopolítica actual no dudan en decir que estamos hoy más cerca de una guerra nuclear que en los momentos más conflictivos de la Guerra fría. Y es que el imperio yankee es esclavo él mismo de su sola razón de ser: lograr a cualquier precio que EU siga siendo el país dueño del mundo. No olvidemos que los 2 partidos de la plutocracia gringa, el republicano y el demócrata, como partes íntimas del complejo imperial que determina la política de EU, son partidos militaristas dedicados a la guerra sirviendo a ese poder imperial. Y tampoco olvidemos que, aunque el republicano, el más reaccionario, es tenido por más guerrerista que el demócrata, hipócrita y cuidadoso de pasar por progresista, la historia de ambos muestra que en guerras e invasiones el demócrata ha sido tan o más guerrerista que republicanos como Nixon, Reagan y los 2 Bush. Así, Wilson metió a EU en la Primera guerra mundial, Roosevelt lo metió en la segunda, Truman le tiró dos bombas nucleares a un Japón ya rendido, Kennedy invadió a Cuba y metió a EU en la guerra de Vietnam, Clinton pasó un mes destruyendo a Serbia, Obama bombardeó Libia y Siria y asesinó con drones desde la Casa blanca a afganos civiles reunidos en fiestas y bodas. Hoy, el hipócrita Biden está por superar a Trump que, pese a sus criminales amenazas y sanciones, al menos no inició ninguna guerra, mientras que él no solo amenaza casi a diario, sino que prepara la locura criminal de una guerra nuclear a objeto de parar a China, pretendiendo además enfrentar juntas en el plano militar tanto a esta como a Rusia.

Con China, poderosa y grande, la cosa se le hace cada vez más difícil por lo que su tono agresivo sube. Las alianzas que ha formado contra ella, tanto la de Cuatro Países (que incluye a India y a Japón) como el reciente AUKUS, tienen problemas serios y son todas muy dispersas Y cuando China responde con firmeza a sus amenazas y lo fuerza a meter freno de inmediato, Biden se lanza entonces con furia contra Rusia utilizando a sus sirvientes europeos y aprovechando su declarada rusofobia.

Pero lo de la rusofobia europea tiene puntos obscuros y es bueno aclarar algunos de ellos. De entrada, el concepto mismo cojea pues significa que toda Europa se opone a un país exterior y distinto a ella que le inspira ese odio. Y eso es un simple disparate porque Rusia no es solo parte física, territorial y cultural de Europa, sino que es su país más grande. Y de paso el mayor del mundo. Pero luego por muchas otras fallas. Porque Europa misma no es un continente homogéneo sino un mosaico rico y contradictorio de países diversos, varios de ellos producto de recientes divisiones. También porque la rusofobia no es de todos los países sino solo de algunos, que arrastran a los otros; y no a todos. Y que pasan de rusofobia a amistad con Rusia o viceversa según qué partidos los gobiernen. Así, bajo el largo gobierno demócrata-cristiano de Angela Merkel, Alemania se acercó a Rusia. Pero el gobierno que acaba de reemplazarla, dirigido por "socialistas" que más parecen nazis irredentos, la amenaza ridículamente con la guerra. El canciller ruso Lavrov, con su sabia calma usual, les aconsejó no olvidar cómo Rusia destrozó la invasión de la Alemania nazi.

Los polacos son furibundos enemigos de Rusia. Y es que Europa es también un continente en que a lo largo de siglos los países que la formaban -y que la forman- se hicieron guerras, se masacraron y se sacaron tajadas de territorio. Hubo una guerra intermitente de más de un siglo entre Inglaterra y Francia en el siglo XIV-XV. Entre 1583 y 1640 España se apropió de Portugal. En el siglo XVII Francia le arrancó tajadas de Cataluña a España. Francia se apoderó de Córcega en 1769 poco antes de que naciera Napoleón y por ello este fue francés y no italiano. Y lo contrario pasó en el siglo siguiente con Garibaldi. Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, alemanes, franceses, españoles y austríacos se repartieron y saquearon a Italia. En el siglo XIX Austria y Prusia, las dos partes de una Alemania aún dividida, batallaron para ver cuál de ellas haría la unidad del país y ganó Prusia, que pronto derroto a Francia y le arrancó a esta Alsacia y Lorena. Francia las recuperó de la derrotada Alemania luego de la Primera guerra mundial. Y poco después la Alemania nazi se apoderó a sangre y fuego de casi toda Europa. Pero estos despellejamientos fueron casi siempre recíprocos y si los polacos odian a Rusia porque rusos y prusianos se repartieron su país en el siglo XVIII y porque luego el imperio zarista los mantuvo bajo su brutal dominio, antes los polacos se habían apoderado de Moscú y de todo el centro de Rusia a comienzos del siglo XVII. En cambio, no odian a los alemanes, que los masacraron en la Segunda guerra. Y siguen odiando a los rusos, que los liberaron del dominio nazi al final de esta. Casi seguramente porque Rusia les impuso luego el comunismo.

Estos son solo unos ejemplos tomados al azar. Solo intento mostrar que, si Europa se hubiese mantenido presa de esos odios pasados y de esas futuras venganzas, jamás habría podido constituirse como continente, como Unión europea, por más chueca, desigual y pro yankee que sea esta. En tal sentido Europa empieza a existir solo desde la pasada década de los 50 del siglo XX. Solo que esa unidad se logró bajo gobiernos de derecha, algunos abiertamente anticomunistas y por tanto opuestos a Rusia, que era entonces líder del mundo llamado socialista. Y tampoco debe olvidarse que esa Europa se crea bajo tutela de EU, que era en esos años la primera potencia mundial, lideraba la lucha contra la Rusia comunista, y tenía ya a Europa llena de bases militares y sometida al riguroso control político militar de la OTAN, la CIA y el Departamento de Estado gringo. Eso, alimentado por ulteriores intervenciones militares de la Rusia comunista para frenar rebeliones de países europeos sometidos a su control, todo ello junto con el creciente poder económico, político y mediático del imperio yankee sobre esa vieja y cada vez más domesticada Europa, es la fuente central de la rusofobia de gran parte de esta. Pero por encima de esos datos, es claro que más que producto exclusivo europeo, la mencionada rusofobia de Europa es en lo esencial producto directo y renovado del imperio estadounidense, de su feroz anticomunismo y de su proyecto político-militar de mantenerla bajo control y en absoluta subordinación como parte importante de sus planes de dominación mundial.

Es que desde 1917, al triunfar en Rusia la Revolución socialista, la rusofobia europea es anticomunista y tanto europea como estadounidense. Más allá de choques y rivalidades previas, ese es su origen actual. Y hoy, en una Europa colonia de EU, presa del derechismo más furibundo y el servilismo más indigno a su imperio, vemos cosas insólitas como que el parlamento europeo, que quiere cambiar la historia para complacer al amo, decida que Rusia provocó la Segunda guerra mundial y EU liberó a Europa del dominio nazi. (Lo que no pueden explicar hasta ahora es cómo la gran bandera que flamea en Berlín en mayo de 1945 sobre el Reischstag no es yankee sino rusa, roja, comunista.) Y hoy se arrastran pidiendo a EU no abandonar la idea de preparar ataques nucleares preventivos contra Rusia y China.

Es a ese servilismo al que apela Biden para amenazar en vano a una Rusia que es hoy la primera potencia militar del mundo. Y lo hace contando con la ceguera suicida de una Europa que ya provocó 2 guerras mundiales en su propio territorio y que debería suponer que si Biden inicia en ella la tercera, esta vez desaparece.

Tomado del diario Últimas Noticias.



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Vladimir Acosta

Historiador y analista político. Moderador del programa "De Primera Mano" transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista

 vladac@cantv.net

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