Uribe-Bush

Después de la Segunda Guerra Mundial el sistema colonial o semicolonial entró en bancarrota. Su expresión más objetiva fue la proclamación de la República Popular China el 1° de octubre de 1949 en la plaza Tienamen de Beijing, por boca del presidente Mao Zedong, quien dijo: "El pueblo chino se ha puesto de pie".

En América Latina la burguesía monopolista estadounidense pretendió disfrazar el colonialismo bautizando a Puerto Rico con el nombre de Estado Libre Asociado.

El 1° de enero de 1959 el pueblo cubano también se puso de pie. En 1975 las tropas invasoras y sus títeres abandonaron despavoridos la ciudad de Saigón, antigua capital del sur de Vietnam.

La burguesía monopolista estadounidense y sus agentes internos, los grandes terratenientes feudales y la burguesía burocrática, han utilizado la doble táctica contrarrevolucionaria del garrote y la zanahoria, aunque su táctica principal es el garrote. Ahí están Afganistán e Irak.

Ante tantos fracasos, el señor Bush pretende prolongar el sistema colonial moribundo invitando a la Casa Blanca a cuanta persona se le ocurre que lo pueda ayudar. Hace poco invitó al Presidente de Colombia, antes hizo lo propio con María Corina Machado.

Bush no quiere entender que desde el fin de la II Guerra Mundial en 1945 el colonialismo llegó también a su fin. Entre varias causas, existe una que es insoslayable: las relaciones de producción coloniales o semicoloniales y las relaciones de producción feudales o semifeudales se han convertido en un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.

De manera que ninguna táctica dura o blanda puede impedir que esas relaciones coloniales o semicoloniales que Bush pretende preservar para la burguesía monopolista estadounidense en América y el resto del mundo sigan saltando hechas pedazos. La muerte del imperialismo norteamericano es inevitable. Las campanas comenzaron a doblar desde hace más de medio siglo y se oyen cada vez más intensamente. Ya ni el garrote ni la zanahoria son tácticas adecuadas. Menos las fotos en la Casa Blanca. En otoño las hojas se tornan amarillas y caen, ¿qué podemos hacer?


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Víctor Ochoa


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