Ojo con las trampas de los Centros Comerciales

Ay compatriotas las vainas que hemos tenido que pasar y por años los habitantes de este hermoso país. El más complejo ha sido la ideologización extranjera, especialmente la de los Estados Unidos de Norteamérica. Con la pérdida progresiva de nuestros valores en los años de la IV república nos inundaron de todo lo extranjero. Y debemos mencionar que en mi infancia se percibía la ideologización a través de las películas mexicanas que nos pusieron a cantar rancheras y a admirar a su cantantes y sus curdas, y sus pasiones y sus pelas que nos distraían tanto, venían las argentinas, y las series norteamericanas de vaqueros. El mundo cinematográfico estaba equilibrado, hasta que arrancó el gran negocio millonario de la industria hollywoodense  que fue acabando con la de esos países que se han conformado con producciones de novelas. Más reciente emergió el mundo brasileño de las novelas.

También más adelante  tuvimos fuerte influencia italiana, española, en la música y que junto con la portuguesa tuvimos la inmigración que, acertada en muchos casos por la visión de desarrollo de Pérez Jiménez.  Promovió la venida a Venezuela de gente trabajadora  que huyendo de la destrucción económica de sus países por la Segunda Guerra Mundial contribuyera con nosotros en áreas importantes como la agricultura. Que yo recuerde esa participación no fue tan efectiva porque se cuenta, se explica, que no estuvo bien ordenada, bien orientada, y la mayoría viendo que había muchas oportunidades comerciales se dedicaron a ejecutar tareas de variada índole. Luego vinieron oleadas de  colombianas y colombianos buscando refugio ante la presencia de las guerrillas, el narcotráfico, la falta de empleos, etc. Y más delante vinieron sirios, libaneses, etc.

Todos fueron bienvenidos. Muchos, en especial italianos, portugueses y españoles se integraron con nosotros y aun cuando pesaban sus conglomerados de compatriotas asociados en clubes, Centros con nombres de sus países y regiones, se incorporaron a trabajar por este bello país que los acogió con los brazos abiertos, característica de todos los nativos de esta patria.  Hasta se casaron con gente nuestra y de ahí la combinación que ha dado tantas mujeres hermosas, misses ganadoras de concursos internacionales. Los que trabajaron como carpinteros, albañiles, en obras de todo tipo, con su mentalidad de superación, como la de todo el que emigra y busca mejorar su vida en el país que lo acoge, terminaron como propietarios de las grandes empresas de construcción y famosos sus nombres, otros menos nombrados pero bien estables.  Diferente a los nativos conformes con su vida familiar en sus terruños y siempre pensando que papá petróleo nos lo dará todo. Una maldición que ningún gobierno supo controlar con la formación integral de los venezolanos, con conciencia para la capacitación y el desarrollo. Los colombianos se adaptaron con mayor facilidad por el mismo idioma y porque son gente sin petróleo que para subsistir se formaron como buenos artesanos en todas las áreas y que se han desempeñado eficientemente, y además que tiene conciencia de servicio, de sacrificio. El venezolano además del petróleo, al sentirse con todas sus prerrogativas de ser de aquí, como es lógico,  no se deja explotar y más bien siempre exige más. Vamos más a nuestros derechos que a nuestros deberes.

Éste no trata de ser un análisis sociológico sino una simple explicación, a nuestra manera de pensar,  de lo que hemos visto. Un asunto si quiero agregar, muy pocos de los que son comerciantes sienten algunas obligaciones con el país, aunque sí con sus familias y sus compatriotas emigrados, aun anclados aquí. Y trabajan duro en las ventas, y producen y viven muy bien, la mayoría. Dentro de ese concepto eminentemente capitalista, salvaje muchas veces, emerge la figura de los Centros Comerciales, siendo los primeros, que yo conozca, los que se construyeron en las ciudades con acciones petroleras, donde siempre había un supermercado (CADA) , una fuente soda y otros locales. Así supimos de los de Puerto La Cruz, de Anaco, etc. Eran pequeños, o son porque por ahí están medio parados, y no afectaban mucho a los comercios menores, bodegas, abastos, ventas de ropa y calzado, etc. Luego llegaron los supermercados, unos aislados y otros dentro de los centros comerciales. Y las panaderías.

Poco a poco fueron creciendo en áreas de ventas, dos plantas con sus locales democráticamente dispuestos, con esto quiero significar que no se permitían comercios de un mismos tipo, explico, había un local para la farmacia, uno para la venta de ropa, otro único como discotienda, etc. Nada de competencia desleal. Cada uno con su espacio para vender. Seguían sin perjudicar a los comerciantes menores. Pero se destapó un boom de centros Comerciales y en cada sector urbanístico se fueron erigiendo diversas estructuras para atraer a los clientes, cada vez más ideologizados, por las duras campañas publicitarias en radio, prensa y TV, en el consumismo excesivo. De noche, para pasear y comparar precios se podían recorrer viendo sus vitrinas, ah, hasta que un genio comercial ideó un gancho para obligar a comprar por impacto, debían ser espacios cerrados con paredes que te obligan a entrar y ya una vez adentro

Y aparecieron adentro los bancos, los restaurantes, las famosas ferias de comida, y los cines, etc. disminuyendo, acabando, con los comercios individuales menores por la competencia desleal al contar con estacionamientos propios en ciudades casi todas sin suficientes estacionamientos. Y aparecieron los sanbil que según no venden sino que alquilan los locales. El clímax está en Margarita donde hay unos Centros Comerciales monumentales por tamaño y con unos diseños con arquitectura de primera.  Por cierto que mencionaron que el sanbil estaba pelando ya que por exigentes redujeron el mantenimiento y las facilidades para los usuarios (sin ascensor, sin escaleras mecánicas, a veces poco aire acondicionado)  y los tremendos centros de la competencia siguen prestando excelente servicio y hasta han implementado uso de la energía solar, tratamiento de agua, etc. ahorrando esos elementos.

Pero uno de los detalles a los que hay que echarles un parao, no es el de los locales por especialidad ya que son centros inmensos, es la alteración de los espacios originales, las áreas aprobadas para su funcionamiento, con la creación de la buhonería elegante, que son los bonitos tarantines que obstruyen las áreas de circulación y que no sabemos cómo no se quejan los que adquirieron sus locales bien caros. Tampoco sabemos si las autoridades que permisan las construcciones, urbanismo e ingeniería de las alcaldías, aceptan esas modificaciones que superan las áreas permitidas.

Se ha puesto de moda que todo el que desarrolla un conjunto residencial incluye un centro comercial apoyándose en que contarán con una clientela cautiva y así vende locales, o los alquilan, a personas que creen, o saben que vender va mejor que ser un profesional que se faja todo un mes por un sueldo que no alcanza para nada. Y para más colmos les aprueban con pocos puestos de estacionamiento, peor cuando tiene en fachadas un banco que no permite estacionarse enfrente, y vemos las calles perimetrales y más allá llenos de estorbosos carros.

Después se quejan de que las cosas están mal y no venden mucho. Coño, ¿dónde hay tanta gente con condiciones de comprar pagando más caro, la mayoría de las veces? Deberíamos iniciar una seria campaña anti exceso de consumo para que a todos les alcance el salario y hasta puedan ahorrar siquiera un poquito. Esa sería la verdadera buena ideologización aunque los escuálidos pongan en sus pancartas: ¡con mi centro comercial no te metas! Y aquí entre nos, qué carajo nos importa que unos comerciantes digan que la cosa está mal porque están vendiendo menos. Pongámonos a producir que es lo que necesitamos para vivir mejor y para vender.



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Simón Lacise


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