Alquimia Política

Nuevo libro "Sobre la Ciencia"

En este proceso de construcción de una reinterpretación de los métodos y tendencias de la ciencia en la modernidad, ya se terminó un nuevo trabajo investigativo titulado "Sobre la Ciencia" (de mi autoría) que será publicado a comienzos del 2019, por la plataforma internacional Free-Ebooks.net, y el Fondo Editorial de la Universidad Ezequiel Zamora del estado Portuguesa (Feduez), en el marco de la promoción de herramientas para alcanzar nuevo conocimiento. Este libro viene a ocupar un lugar estelar en la sustentación de una investigación más ambiciosa llamada "Nanometodología" que se lleva a cabo en los espacios de la Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Vicerrectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa (UNELLEZ-VPA).

Estas inquietudes heurísticas le dan a la UNELLEZ-VPA, un sitial en la construcción de un aparato metodológico novedoso, innovador y que ha abierto los escenarios académicos para una revisión, a profundidad, de las acciones racionales y analíticas que hagan posible intervenir la realidad y sacar de ella, objetivamente, un nuevo conocimiento más representativo de la verdad, como máximo interés de quienes desde las Universidades hacemos investigación.

En el texto se expresa que la ciencia es lo que hacen los científicos; lo que realiza la comunidad científica, o lo que dicen que hacen profesionalmente los científicos. Y los científicos, son seres humanos comunes y silvestres que tienen habilidades y destrezas en métodos y en conocimiento, para encarar la respuesta de muchas preguntas que alimentan su existencia día a día. Un científico es un "eterno niño o niña", que pregunta por todo y no queda satisfecho tras recibir las primeras respuestas. Esto se puede identificar con un método y un estilo de trabajo propio, específico, de un determinado conjunto de hombres y mujeres. ¿Cuál es ese método o ese estilo propio? Demos la palabra a Francis Bacon (1561-1626), uno de los fundadores del moderno método científico. Bacon explicaba así el estilo o carácter del hombre que quiere dedicarse a la ciencia.

En este aspecto, la experiencia ha perfeccionado ese diálogo entre científicos en su estudio de la Verdad, asumiéndola con un espíritu sutil y lo bastante ágil para ver las semejanzas de las cosas y, al mismo tiempo, suficientemente firme para establecer y distinguir los matices que las diferencian; también había sido dotado por la Naturaleza del deseo de investigar. En este sentido expresaba Bacon: "…el investigador ha de tener paciencia para dudar, solidez en la meditación, lentitud para afirmar, prontitud en la consideración de lo nuevo, esmero en la disposición y ordenamiento de las cosas; soy, además, hombre que nunca me inclino hacia lo nuevo ni admiro lo antiguo, y que odio toda suerte de impostura. Por esto pensé que mi naturaleza poseía una cierta familiaridad y relación con la Verdad".

Los rasgos baconianos, a todas estas, han pasado a ser considerados universalmente como característicos de la comunidad científica. En el marco de estas características sobre sale: la crítica de la impostura, voluntad inquisitiva y acercamiento desinteresado a la verdad; la capacidad para las analogías y para ver las semejanzas entre las cosas; disposición para el matiz y la distinción; escepticismo metodológico y cautela frente a las generalizaciones del lenguaje ordinario; audacia en la captación de las cosas nuevas; orden intelectual para la disposición de los temas de estudio

La contestación a nuestra pregunta se complica un poco si ha de incluir una respuesta sobre la especificidad de las ciencias por comparación con ese otro tipo de conocimientos que llamamos humanísticos. Pues a nadie se le escapa que, si no todos, sí algunos de los rasgos característicos enumerados ahí por Francis Bacon son (o pueden ser) compartidos por hombres que se han dedicado o se dedican, por ejemplo, a la filosofía, a la teología, a la filología o a los saberes jurídicos. De hecho, cuando Bacon escribía aquellas palabras que he citado el límite entre ciencia y filosofía, entre ciencia y teología, entre ciencia e historia, entre ciencia y literatura no estaba aún bien establecido.

Es interesante tener en cuenta que este tipo de consideraciones que complican la respuesta baconiana aparecieron ya en la primera controversia histórica sobre "las dos culturas", sobre el asunto de la relación entre ciencias y humanidades, en el último tercio del siglo XIX en Inglaterra.

En efecto, en su réplica de 1880, por lo demás conciliadora, a Thomas Henry Huxley, M. Arnold mantenía que no había que confundir "literatura" con "belles lettres" y que literatura eran también los Elementos de Euclides, los Principia de Newton, los escritos de Copérnico, de Galileo y de Charles Darwin. Tampoco se debía permitir, en opinión de Arnold, que los científicos se reservaran el concepto de ciencia. Pues también la crítica literaria y el estudio de las lenguas antiguas eran, según Arnold, ciencias; recriminaba a al científico Huxley por hablar siempre de ciencias según el corriente significado inglés (science) referido a las ciencias naturales. La discusión central, por tanto, no se produjo en esto, sino acerca del peligro del predominio que Huxley quería dar a las ciencias en la instrucción.

A todas estas, Arnold destacaba que era importante comprender los resultados de las ciencias naturales modernas porque sin ello no se podía llegar a una justa comprensión del hombre y del mundo. Pero estas disciplinas sólo proporcionaban un saber instrumental. Arnold rechazaba la asimilación del científico al experto o especialista y, sobre todo, la generalización de esta asimilación a través de la enseñanza y propugnaba un concepto de ciencia más próximo a la wissenschaft alemana que al anglofrancés "science" Era necesaria una "doctrina de la vida", un "criticism of life", proporcionados por la poesía y la elocuencia para que el hombre se comprenda a sí mismo y aprenda a orientarse por el mundo.

Esto quiere decir que ya desde la primera controversia seria acerca de la cultura científica y su relación con la cultura humanística existió la conciencia de que convenía precisar el uso de las palabras "ciencia" y "literatura". No sólo eso: se produjo ya entonces la protesta (razonable y razonada, por lo demás) frente a la consideración reductiva del espíritu científico a las ciencias naturales. La pregunta de Matthew Arnold tenía sentido entonces y sigue teniéndolo hoy en día: ¿Por qué de hecho se llama ciencia solamente a la investigación de la naturaleza (a la física, a la mecánica, a la biología, a la teoría de la evolución de las especies) y no también a la filología o al estudio de las lenguas y de las culturas (antiguas y modernas), o a los estudios jurídicos, por ejemplo, cuyos procedimientos tampoco difieren tanto de los que siguen los científicos de la naturaleza?

En un plano concreto, a tenor de esta preocupación arnoldiana, la primera cosa que conviene tener en cuenta es que la palabra ciencia (el griego "episteme", el latín "scientia", el anglofrancés "science", el italiano "scienza", el alemán "wissenschaft") no ha tenido siempre, a lo largo de la historia, la misma significación sobre el término "episteme". Este término, a juicio de Platón, la "episteme" no es (o no es sólo) arte/técnica (techne) habilidad; tampoco es mera opinión (doxa) basada en las sensaciones o impresiones individuales, sino que el paso del mundo de la opinión al mundo de la ciencia es algo así como una huida, una ascensión, desde el mundo de lo relativo al mundo de lo absoluto, de la transcendencia, de la verdad, de las esencias, del ser, o sea, opinión verdadera (fundada) acompañada de razón; lo que quiere decir: acompañada del conocimiento de la diferencia (que es la razón)=experiencia razonada= opinión probada que se ha formado a partir de las sensaciones, pero de la cual, además, sabemos dar cuenta. En Aristóteles hay dos rasgos a tener en cuenta: 1) que no hay ciencia de la particular sino sólo de lo universal (hay una ciencia del ser humano, no una ciencia del hombre llamado Callias); 2) toda ciencia se basa en la definición y en la demostración.

Esta visión de la realidad epistémica de la ciencia hace posible poder ir entendiendo el papel de la metodología en el ámbito de las ciencias sociales y humanas; esta percepción de la realidad, valiéndose de instrumentos de intervención metódica adecuados, permitiría crear un cuerpo de estrategias metódicas que vengan a reforzar el surgimiento de un nuevo paradigma científico; hasta el momento se le ha denominado como "paradigma transdisciplinar", pero los avances en este tema llevan a una integración de lo disciplinar con lo sistémico, de lo inter y multidisciplinar con la sistemología interpretativa, por tal razón es un cuerpo teórico en construcción y que se está generando en la UNELLEZ-VPA, como epicentro de una nueva postura metódica en el mundo académico universal.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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