Mérida y el amenazante paro de transporte

Mérida ciudad estudiantil y turística siempre ha vivido bajo las contingencias del transporte.
Cada vez que se aumentaba el costo del pasaje, nuestra ciudad entraba en caos, protestas y por lo general, terminaba la vida de algún estudiante; eso parecía un episodio del pasado. Pero con el mero asomo de la toma del poder político de la vieja dirigencia cuarto republicana, vuelve el caos y el chantaje del paro de transporte. La razones ahora son diversas.

El último paro fue impulsado desde el accionar político de la derecha universitaria: primero se dio el secuestro de varías unidades y posteriormente la quema de un autobús en el estacionamiento del núcleo La Liria de Ula.

Esa acción se genera luego del gran y notorio fracaso de la marcha convocada por factores de la derecha el 23 de enero.

El paro de transporte viene, como anillo al dedo, en el accionar político de la Mud.
Deja un malestar en toda la colectividad. Detiene el impulso de la recuperación económica y sigue golpeando el bolsillo y los beneficios que toda la colectividad ha recibido.

Lo que se inició por la quema de un autobús paso a ser el reclamo por la cancelación del subsidios del pasaje estudiantil y termina con la nueva alza, con otro aumento del pasaje.
El paro de transporte tampoco funcionó como detonante del caos y la buscada conmoción nacional porque el gobierno regional fue cuidadoso en ir resolviendo la crisis del transporte. Por una parte evitó la violencia. Luego trabajo inteligentemente para evitar que se diera el cierre de vías y con ello evitar la paralización de ciudad. Posteriormente incorporó las unidades del Trol Mérida, con lo que el paro se sintió pero no detuvo la dinámica y vida de la ciudad.

Tenemos que destacar la inteligencia y participación social. La determinación del merideño en continuar con sus actividades normales. Y tenemos que agradecer y celebrar la valentía de las y los trabajadores de Trolmerca al asumir tantos riesgos al cubrir las rutas del transporte público.

Ojalá que el chantaje, la amenaza, la violencia, el caos y el deterioro de las condiciones de la existencia desaparezca de nuestro accionar político. Necesitamos una cultura de paz de diálogo y no más la destrucción, quema y chantaje. Ya no más.


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