El 94% de los ciudadanos venezolanos expresó un rechazo firme y categórico ante la posibilidad de una intervención militar en su país, mientras que apenas un reducido 6% manifestó su respaldo a esta medida. Estos resultados, obtenidos por la Encuestadora Internacional DataViva en septiembre de 2025, reflejan una clara inclinación de la mayoría de la población hacia la búsqueda de métodos pacíficos y alternativas no violentas para resolver los conflictos internos y fomentar cambios positivos en el escenario nacional. La preferencia general por soluciones que eviten el uso de la fuerza subraya el deseo del pueblo venezolano de mantener la estabilidad y trabajar en conjunto hacia un futuro más armonioso.
Sin embargo, aunque el porcentaje que apoya una posible intervención militar resulta bajo, su presencia no puede ser ignorada, ya que representa un indicador preocupante de las tensiones sociales y políticas existentes. Este pequeño pero significativo grupo podría ser reflejo de profundas frustraciones o desesperación dentro de ciertos sectores, los cuales ven en medidas extremas una posible salida ante los problemas que enfrentan. Es fundamental llevar a cabo un análisis detallado desde una perspectiva psicológica y sociológica para comprender las bases de este pensamiento y las circunstancias que lo alimentan. La voluntad de aceptar acciones drásticas, incluso con consecuencias potencialmente devastadoras para los propios ciudadanos, da señales de una necesidad urgente de abordar las inquietudes y sentimientos subyacentes de este segmento poblacional.
Es esencial reconocer que una intervención militar tendría implicaciones sumamente perjudiciales para Venezuela. Los efectos devastadores podrían incluir desde pérdidas humanas significativas hasta un deterioro profundo en la cohesión social, además de desestabilizar todavía más la política nacional y debilitar el bienestar colectivo. Por ello, resulta imprescindible dar atención prioritaria a las preocupaciones de ese 6%, no solo para desactivar posibles riesgos, sino también para fortalecer los canales de comunicación entre los diversos sectores sociales. Generar un diálogo inclusivo y duradero puede sentar las bases para construir soluciones efectivas que privilegien la paz, la justicia y el bienestar general dentro del país.
En este contexto, se vuelve esencial que el gobierno nacional asuma un papel activo en la creación de iniciativas destinadas a atender las necesidades y frustraciones de esta parte de la población. Una propuesta concreta sería promover la implementación de programas como la misión Luz Caraballo, enfocada en brindar apoyo integral a aquellos cuyos pensamientos y emociones han sido profundamente influenciados por el odio sembrado por sectores radicales, como la extrema derecha venezolana. Este tipo de esfuerzo puede no solo aliviar las tensiones existentes, sino también propiciar un entorno donde reine el respeto, la empatía y la búsqueda colectiva de soluciones hacia un futuro más pacífico y estable para Venezuela.