Que bicho tan pavoso

Más pavoso que ponerse alpargatas con medias, viejo con gorrita hacia atrás, corbata con chaqueta “bluyín”, escuchar un foro de Mariacorina, hablar como Antonio Ledezma, elogiar a Manuel Rosales, mirarle la cara a Carlos Melo, calarse un programa de televisión con Teodoro Petkof, LA “CUÑA” DE LEOPOLDO LÓPEZ de atleta subdesarrollado y de probeta, entrevistar a Pompeyo Márquez, decir que Marta Colomina es simpática, más pavoso que eso, es Diego Arria, salido de las catacumbas de la inquisición adeca para hacer crujir la tumba del monstruo de Guatire.

Por ahí anda, con esa cara de Mefistófeles mayamero, CONTENTO Y QUE PORQUE LE GANÓ a los otros candidatos de la MUD y porque se consiguió un billete que le donó “humanrai” para que se fuera a Viena a llevar unos papeles donde el REY DE LA COMUNICACIÓN Hugo Chávez Frías le saca la lengua, le dice majunche y escuálida a la oposición, que se ha acostumbrado a ser llamada así y no vemos cual es el problema.

Sí, el mismo Diego Arria que se la daba de bello tirando físico y haciendo negocios con los húngaros para traer a Caracas unos autobuses a los que se les llamó “acordeones. Por cierto que a uno de ellos se le abrió un agujero en el piso por Caricuao y por ese agujero se salió un niño que murió. Fue una de las más grandes estafas de la Cuarta República. Los Ikarus no estaba fabricados para el clima de Caracas y se les fundieron los motores por recalentamiento, ocasionando que el Estado perdiera una millonada para la época.

Diego Arria pertenecía al grupito de “puchungos” que se la daban de galanes, en las grandes rumbas de la jay society, cuna de los Amos del Valle, retratados en las páginas sociales de los periódicos, bebiendo Don Perignon y saludando a duquesas y condes que lucían títulos de la nobleza ¿? falsificados en el exterior. Era habitué en las columnas de Raúl Hernández, Abelardo Raidi y Pedro J Díaz. Galán de una época que se la tragó el tiempo, adornándola de telaraña, Diego Arria hace su aparición en la palestra política del presente en busca de unas glorias que nunca tuvo, porque fue “un chico plástico” y eso ya no se usa, es decir, está demodé, miando fuera del perol y jurásico. Solamente podría tener vigencia dentro de una de esas salas de antiguallas que algún anciano del espacio mantenga por ahí como recuerdo de unos años que se fueron para nunca más volver. Eso lo hace pavoso

Diego Arria fue gobernador de una Caracas en la cual a los jóvenes se les quiso mantener con la boca cerrada, pero que era imposible ante la injusticia adeca y salían a protestar, sin importarle que el gobernador Diego Arria le echara encima a la PM, porque la PM siempre fue una policía anti joven. Acuda usted, amiga(o) lector a la biblioteca y busque en la prensa de la época para que se de cuenta de cómo actuaba la PM al mando del pavoso Diego Arria. Busque en la hemeroteca y encontrará los desmanes a los que eran sometidos quienes se atrevían a protestar por las calles del hombre que siempre creyó en la libertad, Simón Bolívar. Ese fue el pavoso Diego Arria que aun mantiene la pose de ridículo medieval ante los fotógrafos. Estamos obligados a contarle la historia en gota a la juventud actual para que desconfíe de estos habitantes de mausoleos, que se niegan a admitir que en el cerebro ya no les quedan muchas células vivas

Ahora sirve de mensajero al imperio, a la oligarquía a la que pertenece, negándose a aceptar que el tiempo cambió en Venezuela. Obviando que no estamos en sus años de poder, de corrupción, de necios apolíneos sacando pecho en las playas. Resulta sumamente pavoso escucharlo dando uno de esos sermones de los Cuentos de la Cripta. Pavoso y fuera de foco. Acostumbrado a la dolce vita, Diego Arria no tiene empacho en llegar a Venezuela volando en un cuatrimotor de Taca a tratar de explicarle a un pueblo REVOLUCIONARIO que con AD se vive mejor. El pavoso Diego Arria de la época del gato Félix, del profesor Nimbus, de Anita la huerfanita, llega con su paltó cuatro botones dorados, con rajitas laterales, con sus botas de cocodrilo Dundee, con su copete de Carlos Argentino el de Monposina, su olor a fragancia de pino silvestre a decirle a quienes siguen a Hugo Chávez que él lo va a denunciar en Viena ignorando que esa triste acción politiquera lo que hace es agrandarle más la simpatía al nativo de Barinas entre el pueblo ¿tiene bolas o sacos de ñame el pavoso de marras?

hdiderot@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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