A ese coetáneo
de éste “imbécil” que estas “imbecilidades” escribe, no deberíamos
llamarlo logrero con premio ajeno, como el “Rómulo Gallegos” de
García Márquez por ejemplo, más bien le calza a la medida el de oportunista
correlón a quien si no le dan la mano, como se la dio el camarada Guillermo
García Ponce (a él y al adeco Pompeyo) en el túnel del “San Carlos”,
ese bocón judío no se atreve ni siquiera a brincar un charquito de
los dejados por Carlos Andrés Pérez, que ya es mucho decir de la degradación
política.
Claro que el
catire Petkoff no es tan pendejo. Su habilidad, aliñada con la cartilla
“goebbeliana”, aprendida desde chiquito allá en Bobures de parte
de los correligionarios de su progenitor, le ha servido de mucho. Tanto
como a la “gata de María Ramos…”. Quien no lo conozca que revise
a fondo la “heroicidad” asumida por ese farsante en cuanto a la
criminal acción del tren de El Encanto, sin olvidar las puertas abiertas
para fugarse del Hospital Militar. Sobre los rieles actuó el compadre
de Carlos Andrés, Américo Martín pero él, Petkoff, se dejó utilizar
durante 40 años como el “héroe” de pacotilla. Ahora, después
de viejo, y desde cuando el pueblo lo despojó del ropaje revolucionario,
solo y todavía esperando en la bajaita, se le ha metido en la cabeza
hueca que él, como las bolas del perro (siempre atrás) de la contrarrevolución,
pueden prender la candelita guarimbera contra el gobierno de Hugo Chávez
y del pueblo venezolano con su periodiquillo (el pasquín es de valientes).
Ya hablamos
de los brinquitos “heroicos” y del simulacro del escandaloso de
la sinagoga de Quebrada Honda. Del mismo que pretendió poner a pelear
a los jerarcas de su misma secta con el Gobierno presidido por Hugo
Chávez, cuando dijo que aquel robo de prendas religiosas fue perpetrado
por “personeros” del gobierno. Pues bien, ese mismo bocón fue el
que, en pleno combate del pueblo contra el desgobierno de Pérez en
su segunda versión, se apareció en los escombros de Nueva Tacagua,
que ya empezaba a derrumbarse como todas las obras de aquellos gobiernos
de la cuarta componenda de “Punto Fijo”. ¿Qué hacía Teodoro,
el catire, en lo que parecía un contubernio con el verdugo que en ese
momento estaba masacrando al pueblo caraqueño (léase Ítalo del Valle
Alliegro) sobre aquellos escombros de la “cuarta república”?.
Desde entonces
hasta hoy, cuando Nueva Tacagua parece que se agrietó de nuevo,
no habíamos podido descifrar la incógnita. Fue que, vía comparación
con las guarimbas de Mérida, provocadas por el ahijado de Teodoro,
el orlado por la episcopal y coronado por la papo, y las bravuconadas
de un guapetón de Tacagua que, sin autorización del colectivo, se
pronunció porque “de aquí no salimos si no es para un apartamento
para cada familia aquí mismo en Caracas”. ¿Es que el discípulo
de Teodoro pretende disculpar al gobierno de Pérez por la construcción
de esos edificios en terrenos inconsistentes?.
Es que en Tacagua
como en Mérida había quedado el virus teodorista. Sin embargo, es
posible que en Caracas las necedades de Teodoro resulten una babosada
mas, aunque se valga de desconocidos cómplices a quienes siempre se
les ve el bojote al abrir la boca, lo que explica en parte que, desde
hace más de 20 años, el catire Petkoff tiene su ahijado en Nueva Tacagua
y, como en la “guerra justa” de las historias bíblicas él, el
Teodoro de la farsa y espíritu burlón de los revolucionarios que en
esos días se hicieron matar en Caracas y Guarenas para salvar a la
Patria mancillada por culpa de los traidores, tal cual el mismo Petkoff
que hoy disfruta de las jugosas canonjías de los avaros, sempiternos
enemigos de la clase obrera y beneficiarios a su vez, de las prestaciones
sociales entregadas en bandeja de plata por el mismo correlón de las
montañas de Falcón.
Patria, Socialismo o barbarie
pedromendez_bna@yahoo.es