Entrevista

Marta Harnecker en su heroico trabajo desde las bases

Pronto celebraremos con Marta su histórica conmemoración de los 40 años de la primera edición de “Los conceptos elementales del materialismo”, hoy ya esparcido con sesenta y seis reediciones en el mundo entero, y millones de lectores. Me he encontrado con Marta Harnecker en unas cuatro oportunidades: dos veces en Mérida y en unas dos ocasiones en Caracas. La primera vez que la vi en el año 2004, en Mérida, le hice una entrevista que salió publicada en el semanario “La Razón”. Luego nos vimos en un acto en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, en el año 2005, en unas largas jornadas de trabajo sobre las organizaciones comunales. En esa ocasión estaba acompañada con el profesor Michel Lebowitz, de quien realmente yo no sabía nada. Debo decir que Marta le dedica a la actividad del pensamiento revolucionario y socialista más de cien horas al día. Una entrega total a su trabajo, una vitalidad poderosa que emerge de su imaginación creadora y de la conciencia de su responsabilidad como revolucionaria. Ella vive como en un campo de batalla constantemente: comparte el rancho en el vivac con los compatriotas en todos los frentes a los que se le llama. Su apartamento es un delirio de papeles, libros, CD’s, revistas y periódicos. Uno está a su lado, con deseos de hablar largamente sobre tantas ideas, pero a la vez preocupado por los compromisos que ella tiene que cumplir con estudiantes, con líderes populares, con la revisión de trabajos que esperan por su publicación y con llamadas al teléfono que tienen que ver con todo ese vórtice de tareas en plena y permanente agitación. Puedo decir que Marta en la acción revolucionaria se mueve como una felina en el bosque: analiza con gran cuidado los detalles que pueden estar oculto tras cualquier inocente expresión: su cerebro alerta, inmediatamente los procesa; olfatea los movimientos y su mirada busca la veracidad de lo que oye en la sincronización con las palabras y los gestos. Son millones de horas de vuelo, supongo, entre ese mar siempre encrespado en donde abundan tiburones disfrazados de serenos peces. Pero lo que resalta de Marta es ante todo, insisto, su vitalidad juvenil, y además su infinita paciencia, insisto, para escuchar, fresca, en ebullición siempre.

Con el poco tiempo que tenía por delante, me lance a la entrevista:

SR. ¿Cómo llegaste a sensibilizarte con los grandes problemas del ser humano y de la necesidad de las transformaciones sociales que debían darse en América Latina?

MH. Primero porque fui militante de la Acción Católica y teníamos como tarea ir a ver a los enfermos a los hospitales, a los pobladores en situación de pobreza extrema; luego una iniciativa que tuvo la iglesia católica en Chile que fue hacer una encuesta en lugares de trabajo sobre la percepción que se tenía sobre la iglesia y esto nos sirvió para trabajar como obreros. En el caso mío como obrera de una fábrica de tallarines y en el caso de uno que fue mi primer gran novio como minero del carbón, esas minas en las que tú bajas y otro ocupa tu cama mientras tú estás abajo. Entonces era un impacto muy grande de la situación de pobreza, yo fui muy tocada por este tema de la pobreza por los hermanitos de Foucault y hicimos cosas como cuando hubo el terremoto del sesenta, casi entregar todo lo que yo tenía: vestidos, joyas,…

ST: De una condición social alta en un Chile muy pobre.

Éramos de una clase media alta, mi padre nos regalaba pulseras de oro, cadenitas de oro para asegurar el futuro, por si teníamos que vender algo….regalamos todo eso. Me fui a Europa después de haber terminado en la universidad psicología y empezamos a hacer unos recorridos en que hablábamos de América Latina y me acuerdo que yo estaba muy influida por el círculo vicioso de la miseria que nos transmitía un jesuita: nosotros somos pobres y como pobres no tenemos cómo salir de esto sino con los créditos extranjeros, con la ayuda extranjera, etc…

ST: Allí ya comienza tu relación con el marxismo.

Me acuerdo que iba con una compañera que era marxista y me dice: “Marta, ¿cómo tú puedes no entender que la pobreza en nuestros países se debe a la explotación que hemos tenido de países desarrollados, desarrollados porque nos han explotado?” Antes ya tenía un interés por el marxismo porque estaba en la universidad católica y quería saber por qué los compañeros de la universidad rechazaban tanto el marxismo, y teníamos conocimiento de unos compañeros que fueron como los tutores nuestros que tenían como un enfoque del socialismo cristiano; entonces cuando yo me voy a Europa iba motivada a conocer el marxismo. Estos compañeros, uno fue Ministro de Agricultura Jackson Chol, conocido internacionalmente por la cosa agraria, me recomendaron que me pusiera en contacto con un cura del Partido Comunista francés y ese cura que conocí me recomendó a Louis Althusser quien fue la persona que me formó en el marxismo. Esa orientación teórica más esta experiencia práctica que tuve, me llevó a interesarme por entender el marxismo, por estudiarlo y como yo era muy disciplinada y venía de un grupo católico que nos fuimos seis para allá, yo consulté a los compañeros y les dije: “la verdad que si abandono psicología (yo era sicóloga) e iba a hacer un posgrado, y me dedico a estudiar marxismo, para que lo que nosotros queremos hacer, ¿ustedes creen que es más interesante?” Me dijeron que sí. Empecé a estudiar con este profesor [Louis Althusser], una eminencia emergente porque era el gran filósofo marxista del mundo occidental al menos, y yo vivía muy cerca de él en la universidad donde él vivía y trabajaba…. Entonces tuve un contacto de tres años muy rico con él…

SR: ¡Antes de iniciarte en esta tarea ya tú tenías alguna tesis elaborada?

MH. Yo no tengo ninguna tesis, yo soy psicóloga, voy allá en las vacaciones del primer año, me pongo a leer marxismo, sin conocerlo, había tratado de tener contacto pero no lo había tenido todavía, y empiezo a estudiar el Prólogo a la Crítica cuando Marx habla de cómo llegó a su teoría, su incertidumbre, su búsqueda, yo me identifiqué mucho con eso. Entonces cuando vuelvo de las vacaciones y Althusser me recibe, me dice: “tú vienes de América latina”, y me pone en contacto con Regis Debray. Empezamos a hacer unos grupos de trabajo y al mismo tiempo Althusser me invita a los seminarios donde él estaba produciendo un libro y empezamos a trabajar. Me pasa sus textos y yo los leo.

SR: Qué de revelaciones para ti fue entonces esa época.

MH: Sí, un intercambio bien importante. Ya ahí descubro, por primera vez, que la pobreza y el amor que nosotros como cristianos debíamos transmitir, pues antes teníamos que crear la estructura social que permitiese el desarrollo del amor. Por ahí fue que siguió toda mi vida, con una especial vocación por los sectores populares. Es así que cuando vuelvo a Chile, me involucro en un partido clandestino que ni sabía lo que era.

ST. Pero tú habías militado en trabajos con las clases pobres.

MH: En la acción Católica sí, pero no en un partido político. Este era clandestino y teníamos métodos de trabajo, teníamos militancia a nivel obrero en las fábricas y cuando viene la Unidad Popular ya teníamos al Partido Socialista. Como yo tenía una vocación pedagógica, había hecho en Francia, antes de venirme, el libro que fue como el manual de izquierda durante algunas generaciones y que nunca pedí que fuera eso y en Chile encontré como muy difícil el libro para los trabajadores, y empecé a hacer la serie de cuadernitos de educación popular.

SR. ¿Tú llegaste a ir a la Unión Soviética, a algún país socialista?

MH. Nunca. No. Fui a Checoslovaquia pero por otras razones. Yo hice mucho autostop en Europa; la recorrí a dedo, como se dice. Había unos compañeros que llegaron a París de Cuba y tenían que volver. Tú sabes que los vuelos a América Latina pasaban por Checoslovaquia: tú ibas de Chile a Praga y de Praga a Cuba, y así. Entonces ellos pasaron por Europa y yo me fui a dejarlos, a dedo, y así llegué hasta la frontera de Checoslovaquia. No pudimos seguir porque no habían autos, y para comunicarnos, pues lo hacíamos con dibujitos porque no sabíamos checo… no había otra fórmula.

SR: ¿Cuando estabas en Francia llegaron ustedes a leer personajes como André Gide, Simone de Beauvoir o a Simone Weil?

MH. No, en esa época no los leí, yo los leí bastante después.

SR: ¿Llegaste a tener conocimiento del libro “Viaje a la URSS”, de André Gide?

MH. No.

SR: ¿Estando tú allí cuál era la visión que se tenía sobre la Unión Soviética?

MH. Mi profesor Althusser tenía una visión crítica de la Unión Soviética y cosas interesantísimas: cuando empieza la revolución cultural China, porque Louis Althusser fue muy defensor de Mao, de hecho reflexiona sobre las contradicciones, y varios textos de Mao. Recuerdo que cuando comienza esta revolución me dice algo que yo creo que es muy actual: “cuando hay un país o una revolución que tiene un partido único, necesita crear algún sistema de control desde abajo a ese partido, y la revolución cultural china está creando el instrumento para que los dirigentes los burócratas sean sometidos a la crítica de la base”. A mí, desde entonces, me pareció interesante y creo que ahora lo estamos viviendo. Creo que uno de los grandes desafíos de los procesos revolucionarios, es la tendencia que existe, porque trabajamos en un aparato que debe evitar que se reproduzca realmente un sistema de castas o de privilegios. Yo creo que sólo puede ser combatida [esta tendencia] si hay organización de base y si el proceso está abierto a recibir la crítica sabiendo que hay los peligros de formación. Recuerdo siempre cómo un alcalde de Porto Alegre reflexionaba sobre la importancia de la presión del movimiento popular sobre él o sea que no importa que presionen, que hagan ola porque algunos gobernantes no quieren que les hagan olas, quieren todo pacífico, gobernar como quieran; este gobernante entendía de que la gente organizada habiendo heredado un aparato burocrático deformado, necesitaba una, y yo estoy absolutamente convencida de que eso es necesario. También planteaba en el evento, que hiciésemos una gran organización de movimientos populares que ayudase a los propios gobernantes que quieren tener políticas más soberanas. Es muy distinto lo que puede hacer Evo Morales con un pueblo a lo que puede hacer Rafael Correa que todavía no tiene o no ha logrado el apoyo popular que tiene Evo en cuanto a movimientos organizados.

SR: ¿Cómo Cuba pudo resistir a todos los embates del poderoso imperio y cómo se organizó el partido para impedir que su administración se burocratizara y corrompiera?

MH. Yo te puedo hablar del pasado. Yo recuerdo, porque viví en Cuba hasta cinco años atrás y he contemplado a los periodistas que llegaban a Cuba esperando que cayera, por efecto menor. Que Cuba cae y no caía; yo creo que ha habido méritos de la dirección del proceso que son fundamentales; primero, en Cuba nunca los dirigentes han ostentado el privilegio que tienen; es que todo dirigente tiene privilegios, aunque no lo quiera, aunque la constitución diga que no. Tú tienes al ministro que viene y te trae un regalo a ti como ministro, o una institución que te trae otro regalo; hay intercambio de regalos, aunque hay una norma en el partido que los regalos no deben recibirse. Tienen que ir a un fondo. Eso casi nadie lo cumple, entonces tú, aunque sólo sea por los regalos ya tú tienes la posibilidad de conseguir un televisor japonés y no uno chino, que se te echa a perder más rápido, etc.; entonces hay diferencias. Yo recuerdo en Chile, por ejemplo, que la gente hace aspavientos de lo que tiene y yo no sé si tú sabes que salían con teléfonos celulares de madera o iban a la tiendas, a los supermercados y llenaban el aparato de productos sólo para sacarse la foto - no podían comprarlo porque no tenían plata. En Chile había la ostentación. En Cuba, aunque había habido diferencias pues, la dirección siempre tuvo una imagen de austeridad, cuando vino el período especial en que cae, es derrotado el socialismo en Europa del Este y en la URSS, y viene la gran crisis económica; resulta pues, que los primeros en restringir, pero no de palabra, porque aquí también se habló de restringir los salarios, hacerlo en la práctica, fueron los dirigentes y muchos dirigentes entre ellos yo. Yo fui compañera dirigente de un sector: nosotros andábamos en bicicleta, cortamos el aire acondicionado de la casa y en Cuba vivir sin aire acondicionado era complicado; entonces la dirección dio un ejemplo, yo creo que eso ha sido muy importante realmente y una cosa clave: Fidel sabía educar a su pueblo. Más vale que digamos jamás de rodillas, es preferible sufrir grandes privaciones pero nosotros nunca nos pondremos de rodillas ante el imperio, yo creo que eso también es muy importante. Ese pueblo acompañado por la dirección, por lo menos en la época en que yo viví allá es algo fundamental.

SR. Interesante. Esto que acabas de decir debería llegar a toda la Venezuela revolucionaria. Volvamos un poco al Chile del Presidente Allende: ¿el 4 de septiembre de 1970, tú te encontrabas en Santiago?

MH: Si claro.

SR. ¿Te tocó vivir lo que nos pasó el 11 de abril del 2002?

MH. No. Debería haber estado porque me había invitado la juventud revolucionaria y bolivariana a venir, pero vine en junio después de ese año, después de ese golpe.

SR: ¿Pero antes, habías estado en Venezuela?

MH. En 1976, en un congreso. Con Chávez en el 2001, en Guacara, que había un evento donde yo había hablado sobre presupuesto participativo. No conocía a Chávez y sin embargo tenía ya un largo cuestionario que había mandado para hacerle una entrevista, en vista de que yo venía para acá. Hubo amigos míos que me dijeron que cómo no iba a entrevistar a Chávez. Le mandé un largo cuestionario y cuando yo vengo en junio [¿2001?] es porque recibí un llamado de Miraflores y pienso que es que el presidente me está esperando. Yo pensé que era para hacerle la entrevista, cuando llegue acá me doy cuenta de que no conocía el cuestionario y que él quería hacer algo que yo me había propuesto: un libro de cuando él estaba en la cárcel. Yo le había mandado con un amigo de la causa R, yo era muy amiga de los de la Causa R, una dedicatoria al libro los trabajadores de Brasil que decía “…bueno si tú quieres que hagamos una historia del momento del Movimiento Revolucionario 200…”. Era el año de las elecciones de Lula, y Chávez estaba leyendo cosas como lee todas las cosas sobre el Partido de los Trabajadores, y se encuentra con mi libro, con la dedicatoria y bueno dice: “voy a decirle a Marta que venga para que haga eso…”, pero eso lo supe después de haberle grabado dos horas para la entrevista que yo quería hacerle y que no tenía todavía idea clara de cómo hacerla. Me invitó a un Aló Presidente y yo saqué mi grabadora porque él estaba hablando y aproveché.

SR. ¿En ese entonces tú presentías que inevitablemente iba a sobrevenir algo parecido a lo de Allende?

MH. No.

SR: ¿Por qué? ¿Veías acaso una situación distinta en la derecha venezolana?

MH. No. Yo seguía los acontecimientos de lejos; estaba en Cuba, y acuérdate que escribí un artículo antes de venir para acá diciendo que había desafíos, pues vamos a ver qué es lo que se puede hacer sobre todo porque en ese momento el Presidente Chávez hablaba del modelo de la tercera vía.

SR: Incluso creo que en algún Aló Presidente llegó a hablar que él era capitalista; no mencionaba mucho menos eso del rumbo socialista para nada.

MH. Él había planteado algo, no lo recuerdo pero hay que revisar el libro “Venezuela: una revolución sui generis”. Yo puse en el libro “LA IZQUIERDA DESPUES DE SEATTLE” tengo un capítulo sobre Venezuela donde digo que me gustó lo que él dijo, además, sabes que yo conocí a Chávez en Cuba, cuando él va a la Universidad, porque yo imaginaba un militar como esos del Cono Sur, y cuando llega él y habla de Neruda, digo este hombre es otra cosa y le escribo a la causa R.

SR: ¿Con quienes te relacionabas en la Causa R?

MH. Yo me hice muy amiga de Aristóbulo, de Farruco, porque hice un trabajo sobre la Alcaldía de Caracas; cuando va Chávez yo le escribo. En ese momento ellos no habían apoyado a Chávez, estaban distanciados; yo me acuerdo que fue antes de las elecciones; yo les digo, compañeros yo creo que este es el líder del proceso venezolano, ustedes tienen líderes locales, juntarse todos es lo que haría la fuerza… y eso lo tengo escrito se lo pasé a Chávez cuando lo conocí porque a mí inmediatamente me impresionó como el líder.

SR: Le viste fortaleza y carácter.

MH. Carisma, lo que hace falta hoy en día… hombres de carácter

SR: Entonces te sorprendió el hecho del golpe y de la situación de abril del 2009 fuera de Venezuela.

MH. Claro que si, estaba en la Habana y lo vi por televisión.

SR: ¿Viste las marchas y todo ese agite de esa masa que va a echar todo abajo sin saberlo, utilizada?

MH. Lo que transmitieron en Cuba, no dormimos aquella noche y la vuelta…..

SR. Y en ese momento tú allí frente al televisor, ¿qué presentías?

MH. Ya en ese momento para nosotros Venezuela era una esperanza, para mí por lo menos. No fui de los de la izquierda que no entendió, porque mucha gente de izquierda en América Latina, como digo en un artículo, no entendió. Bueno, porque no había un partido, porque era un militar el que estaba gobernando, porque era populista, porque no hacía las grandes medidas de nacionalización… Todo eso entonces no servía para nada, no cabía en la izquierda ortodoxa el proceso venezolano.

SR: En el caso del golpe contra Allende ya tú estabas de lleno metida en la política.

MH: Claro, militaba en el Partido Socialista y tenía bajo mi responsabilidad la única revista política del proceso.

SR: Y entonces ustedes tenían más información de lo que se les avecinaba.

MH: Nosotros como revista teníamos una información porque trabajábamos, es decir nos ayudaba en la cuestión de la información la gente que hacía inteligencia en el MIR. Teníamos información de que había movimientos extraños y empezamos a sacar cosas, denuncias… Entonces una vez, como dos semanas antes del golpe, recibo una visita, como directora, de cuatro tipos militares. Por el uniforme de generales o vicealmirantes, sé que vinieron a amedrentarme y a decirme: “eso que usted está haciendo no es así, es absolutamente falso, tenga mucho cuidado, no puede estar haciendo las cosas que está haciendo etc.” A las dos semanas del golpe vino el golpe, no alcanzó a salir en la revista una entrevista a un marinero que hablaba que sí venía un golpe; todos estábamos con la idea del golpe; el marino sostenía que si Allende los llamaba ellos se sublevarían, pero necesitaban que Allende los llamara y no pasó eso porque Allende no quería ir a la guerra civil.

SR: Y se preparaban para la lucha clandestina, claro.

MH. Teníamos preparadas casa para el trabajo en la clandestinidad, pero al momento uno no le para a muchas cosas; al momento nos dimos cuenta de que no eran las casas buenas, y nos fuimos a un lugar de un compañero y nos quedamos en el perímetro en que uno no se podía mover, pero teníamos teléfono y los compas de las industrias, allí estaba la gente más aguerrida, los cordones industriales, la resistencia más fuerte. Además, no sé si están enterados acá: allá en algunas industrias se hacían tanquetas, el ministro de economía las hizo, y ya había entrenamiento militar; los compas nos llamaban y nos dijeron compañera qué hago, mándennos armas, y nosotros ahí y también la sorpresa era enorme; yo por lo menos, por interés político, había ido a la zona Mapuche y no había encontrado nada de germen revolucionario, y me sorprende que los compas me llaman y hubo una resistencia ahí, y con armas de los Mapuches. Pero bueno, no era la vía para la que estaban preparados; además yo siempre digo: Allende y la unidad popular tenían claro que necesitaban al ejército y tuvieron la política de ganar al ejército y lo metieron a tareas populares. Yo creo que habían logrado una correlación de fuerzas mayoritariamente pro -Allende en la institución, pero por eso mismo los golpistas primero dieron un golpe dentro del ejército y cortaron las cabezas de los que pudieran ser los dirigentes, pero Pinochet nos engaño completamente porque asistía a las reuniones donde se organizaba la resistencia contra el golpe, entonces cabían los puntos donde estaban localizadas la fuerza, etc.

SR: Y tú cómo saliste, ¿fuiste expulsada?

MH: Yo me escondí y pasé de una casa a otra; como a tres casas, y al final la gente tomó más miedo. Estuve en la residencia de una pariente pero me dejaron la casa. Era bien complicado porque teníamos que estar en la casa, no había nadie, no podíamos hacer ruido y entonces habíamos planificado clandestinizar la revista para no tener problemas con el MIR. En ese momento el golpe fue mucho más duro de los que se pensaba, el MIR mandó a decir aquí no hay nada que hacer. Yo pensé: me presento en una embajada y salgo inmediatamente y aprovecho de que me conocían en América Latina por mi campaña contra la dictadura. Pero cuando me voy a la embajada -primero yo tenía arreglos con la embajada cubana-, tenía nexos con ellos, yo ya había conocido a quien fue mi compañero cubano el Comandante Piñeiro. Yo tenía todos los arreglos con los cubanos que si venía cualquier cosa pues nos encontrábamos en una esquina, pero ni yo estuve en la esquina y ellos partieron inmediatamente: fue el primer país que echaron a horas del golpe, entonces me quedé sin contacto y empezamos a buscar a Clara Rosa Otero, porque yo trabajaba en unos cuadernitos de acción popular con Gabriel Uribe cuya madre era muy amiga de Clara Rosa. Entonces Clara llamó al embajador para que le abriera la puerta a mi amiga y a la amiga de la amiga, en fin, llegué a la embajada de Venezuela, no recuerdo el nombre del embajador pero estuvimos ahí…

SR: ¿Y te viniste a Venezuela?

MH: No, porque la Junta Militar no me quiso dar salida porque era buscada por periodista, por analista política. No me dieron salida hasta cuatro meses después y a los venezolanos se les llenó el consulado y en la embajada había como treinta, había algunos ministros. Entonces decidieron mandar a todo el mundo para Cuba, no para Venezuela, y yo feliz porque tenía esta relación sentimental digamos, con este compañero que no se había materializado pues cada uno estaba por su lado y así llegué a Cuba directamente.

SR: ¿Pero primero te pasaste cuatro meses en la embajada?

MH: Si.

SR: ¿Tú llegaste a ver a Fidel cuando estuvo en Chile?

MH: No. Prefiero ver esas cosas por televisión; no lo conocí, lo conocí realmente en Cuba.

SR: Eso causó en la sociedad chilena una conmoción política tremenda.

MH: Yo diría que si pudo dejar alguna enseñanza la visita de Fidel; para Fidel, Chile fue después de su revolución el proyecto de un nuevo país liberado. Es lógico, él se fue y quiso recorrer todo el país y todos los chilenos del pueblo estaban felices; los que no estaban felices eran los gobernantes porque la campaña que le hizo la oposición fue terrible. Decían que Fidel vino a adueñarse del país y yo por la experiencia que he tenido en América Latina de este proceso me he dado cuenta que en países como Bolivia, por ejemplo, a veces se siente como exceso de intervención queriendo ayudar; el presidente Chávez a veces da pie a que la oposición haga una campaña más fuerte, siempre se critica a los gobernantes como haciendo ver que son marionetas de Chávez o de Fidel y eso ningún gobernante lo quiere ni le conviene comunicacionalmente.

SR: Él estuvo en Venezuela, y su visita marcó un hito en la historia política nuestra, por la altura moral del líder, su arrojo, su dignidad. Pero Rómulo Betancourt se movió para neutralizar su enorme popularidad entre los jóvenes y se desató una represión que produjo centenares de muertos y desaparecidos. Realmente se implantó una dictadura a partir de su visita por orden del Departamento de Estado. Con el discurso que dio Fidel en El Silencio, mucha gente planteó irse a la guerrilla si aquí no se hacía una revolución; de hecho se fueron por ese consejo nos dio en su discurso en El Silencio.

MH: Allá nos dio un discurso unitario, políticamente excelente porque ya se veía el avance de la oposición, las contradicciones dentro de la izquierda, las exigencias. El discurso más interesante fue en el seno de la izquierda donde el MIR dominaba. Ahí fue donde tuvimos el gran problema. Yo lo digo siempre: en Chile tuvimos dos estrategias. En una vía pacífica se requiere un estrategia pacífica. Si en un estrategia pacífica le metes ingredientes de violencia rompes la credibilidad de la estrategia pacífica, entonces los compañeros se impacientaban; no querían consolidar primero las empresas estratégicas en manos del Estado; querían que todas las fábricas pasaran a manos de los trabajadores y esa no era la política porque había una política de alianza con sectores empresariales medianos, entonces por eso yo digo, la vía pacífica requiere de mucha madurez política.

SR: ¿Llegaste a conocer y tratar personalmente al Che Guevara?

MH: No. Cuando yo fui a Cuba, empieza mi conversión. Hay que recapitular algunas cosas: fue en el 61 cuando fui por primera vez a Cuba era de Acción Católica, como dirigente estudiantil. Luego fui a Europa en el 63, Fíjate, antes, en el 60, ocurre el terremoto en Chile y la Federación de Estudiantes, las siete universidades habían apoyado a Cuba contra la política de EEUU, y en ese momento la diplomacia norteamericana invita a la Dirección de Estudiantes a ir a EEUU, y Cuba también los invita y se conforma una delegación más amplia. Ahí se hace una elección de cinco dirigentes más, y me eligen a mí; pero viene el terremoto mientras los compas estaban en EEUU y nosotros como dirigentes estudiantiles teníamos que ayudar a la gente, repartir cosas… Entonces postergamos el viaje a Cuba, los compas que venían de EEUU conocieron al Che, a Fidel y a la plana mayor de los comandantes de la revolución; cuando nosotros llegamos ya había pasado esa etapa, no conocí cuadros de alto nivel pero sí hice un recorrido por Cuba. Yo iba aterrada, tenía una mala experiencia con los comunistas Chilenos; ellos habían tratado por todos los medios de que en un evento de mujeres que había habido de que no quedara una de la Dirección de Católicos en la Federación de Mujeres. Tú sabes que la Federación Mundial de Mujeres siempre ha sido terreno del Partido Comunista, y los católicos allí tenían harta fuerza, y pude ver la manipulación de los comunistas y esos métodos no me gustaron; voy a Cuba pues con todo el esquema anticomunistas que te puedes imaginar, y ahí me encuentro con un proceso, me emocionó porque yo tenía una vocación popular muy grande; cuando yo veo obreros dirigiendo todo un proceso constructivo o veo la dignidad de la gente que te atiende en los restaurantes, a diferencia del servilismo que había visto en México; la dignidad de un pueblo, la posibilidad de que negros y gente pobre dirigiera procesos, te trataran de tú a tú, me impresionó mucho, tanto de que yo era presidente de la Acción Católica de Universitarios, vuelvo a Chile y quiero hacer una campaña a favor de Cuba. La iglesia me dice que no puedo porque pongo en cuestión la elección de un Arzobispo; ese fue el comienzo de mi separación de la de la iglesia católica, eso ya me marcó; hay un proceso interesante en ese momento, todavía no era marxista, no era socialista pero ya tenía la vivencia. Con esa vivencia, cuando llego a Francia, más los contactos con los compañeros que había tenido, más el hecho de que varios chilenos se fueron de asesores de izquierda porque había bastante gente de izquierda en las universidades- acuérdate que era el momento del auge del de la izquierda, el marxismo viene después. Cuando yo vuelvo casi diez años después, encuentro a asesores en los centros, la Cepal, etc. Chile tuvo la sabiduría de ganárselos como asesores de su proceso y yo creo que en Cuba había como 20 o 30 profesionales expertos en esta materia asesoral; cuando yo entreviste a Chávez una de las preguntas era por qué en este país no hay asesores; cuando elabore la entrevista no había un solo asesor y quizá una de las explicaciones es que primero ustedes nunca han tenido política internacional; los partidos de ustedes era pensando en Venezuela nunca pensaron en América latina y luego la imagen que se había creado con este militar populista que no atraía a la izquierda. Después de eso ya empieza a verse la importancia de la solidaridad del trabajo amplio y en eso Chávez ha sido muy sensible y el ex ministro Farruco colaboraba enormemente en ganarse un sector, en ganarse la intelectualidad que es la que al fin y al cabo es la que crea las opiniones en los países aunque por desgracia hay algunas aptitudes del Presidente que son difíciles de defender frente a los brutos intelectuales extranjeros.

SR: ¿Tú llegas a conocer a Regis Debray y le sigues la pista cuando viene a Latinoamérica, y su contacto con el Che y toda esa historia…?

MH: Yo lo conozco en el 64, él se va después. Él acababa de escribir el libro, no lo recuerdo, pero el titulo dice algo así: “Lo que ocurrió en Cuba no volverá a ocurrir en América Latina porque ya está alerta el imperio”; ese libro lo discutimos allá con Regis; claro, después se va Regis, en ese momento no se sabía, eso era clandestino. Después que Regis sale de la prisión va a Chile y me lo vuelvo a encontrar, lo traté, estuvimos conversando; él era un tipo muy sensible al aporte de las mujeres y consideraba que yo era con mis libros y los conceptos, bueno que había entendido a Althusser, y qué extraño que una mujer tenga una capacidad de abstracción tan grande como la que tú tienes me decía; Regis hizo un recorrido de ser guerrillero hasta después no sé en qué posición estará, un tipo muy inteligente.

SR: Perdiste el contacto con él.

MH. Sí. Después de Chile no lo volví a ver…. tal vez en Cuba alguna vez….

SR: ¿Ya la gente Inti Peredo?

MH. No, no conocí ningún guerrillero; los que conocí fue cuando me pongo a entrevistar a las guerrillas de Centroamérica y de Colombia; todos llegaban a Cuba y yo desde Cuba hice una cantidad de entrevistas a los colombianos, a los guatemaltecos, a los sandinistas….

SR: ¿Conseguiste entrevistar a Tiro Fijo?

MH: No, a nadie de la FARC; al ELN tuvimos la alegría de saber que la entrevista, la historia que hicimos logró por fin una historia aprobada por todos, porque tenía el problema de que ninguna historia era aceptada por todos.

SR. Para concluir esto de Colombia, ¿hubo algo especial por lo cual tú no te relacionaste mucho con la gente de las FARC?

MH. Tú dices de los comandantes… yo no sé si a Cuba llegaron de los más destacados comandantes….yo les mandé el cuestionario a ellos, quedaron alguna vez en contestar, no contestaron….quiero decirte algo bien interesante con respecto a esta entrevista con los guerrilleros que yo me doy cuenta y que es una lección para la izquierda, eran proceso unitarios muy lindos, cuando yo los entrevisto es el auge de la guerrillas y por lo tanto también de un espíritu unitario, estaba la coordinadora guerrillera Simón Bolívar, en Colombia el FMLN, en Guatemala había también otra coordinadora que no recuerdo cómo se llamaba, entonces qué pasaba, estos compañeros que tenían sus historias se juntaban para hablar de la coyuntura y planificar hacia el futuro, no tenían tiempo de revisar el pasado, habían prejuicios mutuos, increíble, por ejemplo Joaquín Villalobos que había matado a Roque Dalton….Los del ELN que habían efectivamente ajusticiado a compañeros por cuestiones ideológicas, pero estos compañeros habían hecho un trayecto autocrítico y habían dicho que eso era un error que eso no se podían volver a cometer, entonces qué hice yo…bueno sin saber, pero lo hice con un sistema que yo tengo, cuando yo hago un trabajo lo hago circular entones hacía entrevista del ELN y la circulaba en la coordinadora y así, entonces empezaron como a ver lo que eran, yo creo que eso contribuyó a tener una visión más global y entender mejor quienes eran los aliados, y yo digo que una de las cosa terribles es esa, que nosotros…..por eso es que ayer decía lo de Fidel que decía: no importa el pasado, lo que importa es lo que construyamos juntos en el futuro porque tú ves aquí es terrible, compañeros que un día son chavistas y entonces los juzgan: ah no ese es un demócrata cristiano, este es un adeco, oye si los adecos en este país pudieron ser revolucionarios en algún momento, además como llegaban los adecos a la base, con cuestiones que nosotros a lo mejor no somos capaces de hacer, entonces a mí lo que más de apasiona de trabajo, porque yo me volví una apasionada de este periodismo objetivo, es cómo tú puedes socializar las cosas y permitir a través de las preguntas la construcción de todo un pensamiento que ellos saben, tú lo ordenas con las preguntas por eso te decía que cuando el ELN ve la historia dice pero esta es la historia, es nuestra historia, no es la que yo construí , pero no habían sido capaces de ordenarla de tal forma de que los convenciera a todos, para mí es un arte cómo se pregunta partiendo de los problemas de la izquierda por eso yo digo que yo parto de las críticas, unas son preguntas críticas que a un tipo que no le tiene miedo a las cosas lo provoca y Chávez tiene una dedicatoria bellísima, cuando termino la entrevista me pone una dedicatoria preciosa… linda…

SR. ¿No la recuerdas?

MH. No…pero te la voy a mandar, además me da pena decirla porque es tan bonita…


jsantroz@gmail.com


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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