¡Cuidado con el discurso fascista!

Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea”….

Sigmund Freud…

Algunos políticos y moderadores de Radio y TV, usan con negligencia la palabra "fascismo" para designar a los que adversan de una forma u otra a la revolución bolivariana, que ganó las elecciones presidenciales en el 2006 y ahora va por otra en el 2012. Son negligentes y arbitrarios porque parecería que nunca leyeron el modelo fascista ejercido por Mussolini y Goebbels, entre otros, y estudiado con profundidad por la Escuela de Frankfurt, que se fundó con esa intención. El fascismo es una concepción organizativa del Estado y de la Sociedad, que no reconoce ninguna disidencia ni sistema electoral transparente, ni derechos civiles, ni sindicatos independientes, y menos la libertad de pensamiento y de expresión. El fascismo según grandes teoricos, se basa en organizar al pueblo en “fascios di combatimento”, y por tanto no reconoce al individuo y a su libre albedrío. Bajo el fascismo no hay individuos libres. Nadie puede dejar de pertenecer a un fascio íntimamente ligado al partido de gobierno, que forma parte del Estado totalitario. El fascismo somete a los sindicatos y convierte a las fábricas en cuarteles de producción. El fascismo tiene vocación militar, es por esencia anti pacifista, siempre anda buscando enemigos. El fascismo cree en las virtudes de la sangre y la raza asentadas en una nación que excluye y amenaza a las demás. Por eso anda siempre en una preparación incesante para la guerra, la expansión, el sometimiento de otras naciones.

El fascismo es una expresión político/militar del imperialismo como alianza del capital financiero con el poder militar. El piso social del fascismo es la clase media cuando adquiere sin control alguno poder político y económico, y su base anímica es su "carácter autoritario" que estudió Erich Fromm: una tendencia a obedecer ciegamente a los superiores políticos y a mandar con dureza a los subalternos/militantes. El fascismo hace que gravite en esa clase media la vocación de orden, de disciplina, de pertenencia a un cuerpo orgánico que los comande. El fascismo es muy emocional, es una reacción mental y anímica contra el racionalismo, particularmente el racionalismo alemán. Se basa en el impulso, en las emociones de la masa conmovidas por un Caudillo o Duce o Führer. El liderazgo del “Cacique” no se discute, se acata, y no hay espacio para la disidencia. Es como una especie de atributo personal, un carisma, algo innato a su personalidad que se debe obedecer sin chillar. En esa medida, el Caudillo y sus secuaces son panitas del gran empresario, que les dirige sus fábricas (obtenidas con dineros públicos) según sean sus inspiraciones e impulsos, sin que los empleados, y obreros puedan disentir con las políticas de la “empresa”. Esta es una sinopsis rápida de los principales conceptos de estudios hechos sobre el fascismo, que se pueden leer en los discursos de Goebbels y en la Carta dil Lavoro, una suerte de Constitución del Estado italiano fascista.

Estos conceptos tienen que ser estudiados por los afectos al gobierno bolivariano, que tiene legitimidad de origen producto de varias elecciones, que reconoce la libertad sindical, la libertad de pensamiento y de expresión, y sobre todo la disidencia. ¿Puede un Estado fascista desconocerle los derechos a sus adversarios? Un régimen fascista jamás se somete a elecciones limpias. ¿Podría entonces imaginarse siquiera un referéndum revocatorio de mandatos? ¿No puede existir un fascismo asentado en las bases sociales de los pueblos indígenas, de los pobres, de las organizaciones sociales que cada día solicitan reivindicaciones ante los apagones, la inseguridad, la salud y mejoras en la calidad de vida etc.? El socialismo representa la igualdad, que no es lo mismo que igualitarismo, la libertad, y la solidaridad. Es antirracista, contrario al militarismo y respetuoso con el derecho de autodeterminación de los pueblos y de las naciones. El verdadero socialista no encarcela a la juventud estudiantil, ni se mancha las manos con la sangre del pueblo.

 


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

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