Los machetes de Carlos Lanz

Lamentablemente fue de refilón que escuché a Carlos Lanz, hablando de fabricar machetes y azadones en los Institutos Tecnológicos, “que tienen la infraestructura”… me pareció escuchar. He buscado la noticia por donde he podido para oírla detenidamente y no la he encontrado; pero aún así quiero hacer un comentario pertinente.

Después de trabajar para dos empresas industriales metalmecánicas, me dediqué a la docencia universitaria, por muchos años, en un Instituto Tecnológico; es decir, sé de lo que voy a hablar. Empezando porque me correspondió combatir vicios y malentendidos relacionados con los talleres y laboratorios “didácticos” que no son ni deben ser “infraestructura para la producción”.

El problema es, que la cuantiosa inversión que poseen las escuelas técnicas, tecnológicos y facultades de ingeniería en los institutos educativos, tiene por objeto aportar al educando las vivencias necesarias para su preparación profesional, en la transformación de materiales, en el comportamiento de maquinarias, en el resultado de procedimientos, etc., etc. Para el logro de una formación completa, tiene que haber una amplia variedad de actividades, la oportunidad de análisis de esas actividades, el ambiente propio de estudio y especialmente realizar investigación, ensayo y error.

Lamentablemente, la perversa influencia que nos ha llevado a sobrevalorar el pensamiento abstracto y la teorización de los problemas, es la que ha reducido en los centros educativos las horas de dedicación a actividades pedagógicas de taller y laboratorio; por eso se encuentran tantos espacios repletos de maquinas y equipos de toda índole, aparentemente “disponibles” para cualquier otra cosa no pedagógica y tantos egresados que carecen de las mínimas habilidades y aspiran a dedicarse a actividades meramente administrativas y comerciales, antes de enfrentar procesos prácticos para los cuales no han sido formados.

La fabricación de implementos agrícolas es una de las ramas de la metalmecánica que menor complicación presenta. Generalmente se trata de instrumentos producidos mediante troquelado, forjado y soldado. La actividad puede ser pesada en cuanto a la potencia de las máquinas, razón por la cual seguramente se requiere un capital considerable pero es factible promoverla como empresa socialista y llevarla adelante con éxito con técnicos venezolanos, revolucionarios y emprendedores.

Quienes como Carlos Lanz, tienen liderazgo e influencia, y están aportando en el giro de la educación superior hacia derroteros más propios de la Revolución Bolivariana, antes que ofrecer la “capacidad instalada” para procesos repetitivos más propios de otros medios, deberán hacer el mejor de sus esfuerzos para que se ocupen intensamente esos talleres y laboratorios mediante la ampliación de la actividad práctica y de investigación “verdadera” en los planes de estudio, para la formación de profesionales verdaderamente compenetrados con la actividad tecnológica y capaces de emprender, una vez graduados, todo ese compendio de actividades productivas que necesita nuestra revolución para superar la dependencia que nos dejó la cuarta república.


joseclaudiolaya@hotmail.com




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José C. Laya M.

Profesor Universitario

 joseclaudiolaya@hotmail.com

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