Socialismos, neo-estalinismos y “descuidos”

Un viejo camarada ex allegado al Partido Comunista de Venezuela periódicamente concluye que el gobierno de Chávez es de prosapia estalinista pues numerosos de los cuadros que hoy lo acompañan se orientan por el “rancio catecismo pseudo-leninista y burocrático-céntrico” propagado por la Unión Soviética por todo el mundo, incluyendo América Latina.

“Descuidos”

Pasa por alto el minúsculo detalle de que Stalin hostigó y persiguió encarnizadamente tanto a zaristas como a socialistas, que adrede dejó sucumbir de hambre a por lo menos 4,5 millones de ucranianos,  a 3 millones de conciudadanos en otras regiones de la URSS y que ordenó el el asesinato del camarada León Trotsky quien había huido de su acechanza hasta el apartado México.

Deja en el tintero que a diferencia de la URRSS estalinista que impuso un régimen de terror, conculcó la libertad de opinión y de ejercicio de la prensa, ejecutó vastas purgas internas, practicó en forma sistemática la tortura e impuso un gobierno antipopular y antidemocrático durante décadas, en la República Bolivariana de Venezuela nada de ello ha acontecido ni nadie en su sano juicio prevé que ocurra.

Se calcula que durante el régimen de Stalin se ejecutaron 1,5 millones de adversarios, se redujeron a los Gulags a 5 millones de personas, fueron deportados 1,7 millones y se mantuvieron en prisión a cerca de 1 millón. Algunos estudiosos como Robert Conquest estiman en 20 millones las victimas directas totales del régimen de Stalin.

En Venezuela, muy por el contrario, se ha instituido una vasta política de acceso a la educación, la cultura, la alimentación y la salud dirigida a sectores populares y clases medias, se ha confirmado 11 veces consecutivas en 11 años la vigencia del sistema democrático, se ha respetado a todos los partidos de oposición, se ha garantizado la libertad de prensa y de opinión (hasta límites a veces rayanos con la procacidad), se han respetado y profundizado los derechos humanos, jamás se ha practicado linchamiento ninguno de adversos políticos ni se han ordenado purgas internas, deportaciones selectivas ni masivas. No se han erigido nuevas instituciones carcelarias. Y no resulta verosímil ni por los más fanáticos o perturbados opositores la existencia de campos de concentración (Gulags).

Comparar el régimen totalitario y sanguinario de Stalin con el gobierno democrático y pacifista de Chávez resulta así, cuando menos, sospechoso si no malévolo. En especial en boca de “camaradas” que bien saben lo que dicen. Y mejor conocen lo que suscitan con este tipo de paralelos y balances. Stalin incluso llegó a pactar con Hitler (Pacto Ribbentrop-Molotov) durante la segunda Guerra Mundial, “detalle” que no es como para pasar por bagatela.

Así, una cosa es señalar deslices, denunciar injusticias o evidenciar equívocos de gestión (o de concepción) en nuestro complejo, libertario, dialéctico y siempre en construcción proceso revolucionario de cambios, rumbo a un socialismo democrático, a la venezolana, indo-afro-americano y del Sur, incluso pese al más encarnizado asedio interno e internacional.

Y otra cosa muy diferente es descalificar nuestros formidables avances —y demonizar a nuestro gobierno bolivariano en su conjunto y a nuestro presidente y comandante en jefe— fraguando comparaciones que a todas luces lucen traídas de los cabellos.

Como lo expuse antes en el artículo: “Guerra de 4ta. Generación: El linchamiento mediático de Chávez” (POLIÉTICA 2008 - Año 1 Nº 2 pp. 50-56): 

“La representación ética, humanística y políticamente admirable del líder de un país es crucial para elevar la moral de sus ciudadanos. Si este liderazgo se ejerce a favor de la emancipación de los pueblos, lo que necesariamente pasa por la confrontación de las políticas imperialistas, esta imagen se convierte por sí misma en una amenaza para el poder hegemónico y sus lacayos. Por ello todo el aparato de inteligencia y guerra sucia mediática del imperio mancilla y criminaliza a los líderes (y los gobiernos) de supuestos “países enemigos” buscando lastimar la autoestima de los pueblos y sus valores, cultura e identidad, como medida de debilitamiento antes de cualquier acción concreta de invasión, golpe de Estado, sabotaje y violencia callejera o promoción secesionista, según sea el caso. Es parte del recetario de la Guerra de IV Generación. El magnicidio, los golpes de Estado, el sabotaje, la instigación a la violencia, la guerra sucia, el terrorismo y la manipulación de la población civil hacen parte del complejo arsenal que instruye la Guerra de IV Generación, apelativo originario de la doctrina militar estadounidense para las nuevas operaciones de intervención.”

Puentes

Reza un viejo proverbio galés: “Quien quiera ser líder debe ser puente. Vale preguntarnos: ¿No es acaso eso, ser puente, lo que ha sido y sigue siendo hoy Chávez frente a una atomizada e irreconciliable izquierda venezolana que se hizo célebre por más de medio siglo por no superar el 15% de la intención de voto mientras los amos del gran capital hacían la feria y mesa limpia con el presente y el futuro del país?

Pero Chávez no sólo aglutinó —y aglutina no en torno suyo cuanto de un proyecto colectivo de segunda emancipación en principio patriota, neo-Bolivariano, anti-neoliberal y progresista y más tarde neo-socialista— a varios de los inconciliables factores de la izquierda criolla sino que fue más lejos.

Hizo y hace de puente entre los diversos y heterogéneos factores del estamento militar. Y además, entre distintos factores políticos, sociales y culturadles progresistas que desde diversas historias y coloraturas de militancias políticas, sociales y culturales resolvieron por acompañar y alimentar desde la militancia y la sana auto-crítica el proceso atípico pero acelerado de radicalización rebelde del país.

Creemos así que hace parte de nuestra responsabilidad moral e intelectual advertir a los camaradas y simpatizantes socialistas sobre el riesgo de avivar o propagar este tipo matrices desmoralizadoras y desmovilizadoras de la militancia antes referidas, sobre todo de cara a las venideras coyunturas electorales.

Coyunturas en las que resulta clave la reflexión y el balance maduro, la acción solidaria y la unión.

Y no sólo para el presente y el futuro de Venezuela o América Latina sino del mundo en su conjunto.

La crisis político-militar que el sistema capitalista global azuza sagaz e interesadamente en el Oriente Medio es señal positiva de ello.

Como bien decía mi maestra de 6to grado: “urge poner claridad… y no precisamente en el caldo”.

Orillas:

Una cosa es indagar las condiciones históricas en que germinaron y se consolidaron en Europa y EE.UU. las democracias burguesas parlamentarias a instancias del gran capital monopólico industrial y financiero; o en América Latina, las democracias presidencialistas y el mal acuñado “populismo”, como efecto de las luchas de clase, y otra muy diferente es despachar la singularidad, limitaciones y posibles salidas de encrucijadas y atolladeros a un ensayo neo-bolivariano, neo-socialista y de democracia radical bajo las trompadas que nos imputa estar siguiendo dócilmente los pasos de la pesadilla estalinista.

Lecciones y hallazgos brinda a cuántos este vetusto pero jugoso proverbio japonés:

“Piensa mucho, habla poco, escribe menos.”

delgadoluiss@gmail.com


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Luis Delgado Arria


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