El día del maestro en tiempos de pandemia

Una razón para entender los enredos del mundo, es estudiando el comportamiento de los seres humanos. Los vaivenes y desbalances de las sociedades, el voraz deseo de unos por obtener mayor provecho, mientras que otros sufren los rigores de las desigualdades sociales.

El modelo de sociedad y el sentido de la vida que los seres humanos han proyectado para si, por los menos en los cuatros últimos siglos, están en crisis. La tierra y sus limitaciones, no soporta un desenfrenado principio "ilimitado del crecimiento", donde al parecer "el ser humano es el mayor peligro inminente para el planeta tierra". De sobras hemos sobrevivido a guerras mundiales, inundaciones, contaminación de mares, ríos, del aire, basura por doquier, sobreexplotación de la tierra, pandemias y una constante lucha entre los hombres y mujeres por profundas desigualdades sociales.

En momentos de crisis civilizatoria como la que vivimos, es imperioso consultar a la fuente originaria de todo: la naturaleza, la gran maestra. ¿Qué nos enseña? Ella nos enseña con magistral gratitud de la misma naturaleza, del universo y de la vida, que no es la competencia, que divide y excluye, sino la cooperación, el colectivo, lo que suma e incluye.

El convulsionado siglo XXI sufre los rigores de una implosión acumulada durante siglos de soportar los rigores de la explotación del hombre y la mujer. Ante esta difícil situación, el maestro se convierte en una pieza fundamental en mantener a una población educada capaz de utilizar las herramientas de la educación para no seguir cometiendo los errores del pasado y del presente retorcido.

El maestro del siglo XXI debe saber estudiar, para que sepa enseñar a estudiar, enseñar a trabajar es la tarea del maestro. A trabajar con las manos, con los oídos, con los ojos, y sobre todo con la inteligencia. Un buen maestro no da las fórmulas; muestra las vías para alcanzarlas, no les ahorra el trabajo, al contrario, lo pone a pone a pensar en la solución de los problemas. Un buen maestro, no dice al niño (a): esto es así; sino vamos a ver cómo es esto. Al enseñarlo a leer, escribir, a contar, a pensar, ha de procurar que haga por sí todo lo posible. El maestro del siglo XXI debe sacudirse de los dogmas, que ahorran el trabajo a los estudiantes al darle formulas, en vez de despertar sus estímulos `para que sepa llegar a ellas.

Actualmente el sistema mundo vive una fuerte sacudida en sus cimientos. La pandemia aceleró una crisis civilizatoria y con ella una crisis educativa. Nuestras casas se convirtieron en las escuelas que nunca debieron dejar de ser. Las familias dejaron solo al estado para que éstos se encargaran de la educación de sus hijos e hijas. El conformismo, la vagancia y el consumismo fueron la carta de aceptación de la familia. La familia delegó al estado el rol de educar, y ese Estado en vez de educar se dedicó a instruir.

En la sociedad actual hay una "crisis" en la educación que se puede convertir en "catástrofe si nadie pone remedio". Hay que reconocer las debilidades del sistema educativo y avanzar hacia una propuesta educativa que transforme a los estudiantes en seres pensante y no en idiotas robotizados por la tecnología del sistema. Una verdadera "educación no es la educación de saber datos de cultura general", pues no, de eso no se trata sino de una educación en el sentido del respeto por el otro, por la naturaleza, de la conciencia de nuestro lugar en la sociedad, de qué es lo que la sociedad tiene derecho de pedirnos, qué es lo que nosotros tenemos la obligación de aportar.

Los maestros de este momento son los héroes sin capa y antifaz, son los encargados de formar a las futuras generaciones de niños y niñas que viven en un mundo violento y convulsionado. Los maestros son "los auténticos héroes" de este tiempo porque junto a la familia tienen el deber de educar, y no de instruir. La familia debe volver a retomar, como lo ha venido desempeñando, su rol de educar. Convertir en realidad esa vieja triada: familia-escuela-comunidad y ampliar ese esquema a otros agentes cooperante que faciliten el proceso educativo de un verdadero sistema de formación liberadora. En este nuevo esquema de transformación, los personajes involucrados en educar se convierten en maestros y el maestro en un aprendiz. Una relación reciproca de los procesos de aprendizaje.

Los auténticos héroes de nuestro tiempo no son los astronautas ni un Messi o Cristiano Ronaldo, ni un político, ni un reguetonero; los auténticos héroes de nuestro tiempo son los maestros, que a pesar de no tener sueldos decentes que satisfagan sus necesidades vitales, de no contar con medios tecnológicos ni internet gratuito; al día siguiente vuelven al mismo lugar a cumplir sus obligaciones.

El maestro post pandemia debe convertirse en un sujeto de transformación de la sociedad, ser un estudioso de la realidad económica – social, política y cultura del sistema en formación. Ser un critico de las estructuras del sistema dominante. Armarse de principios filosóficos que destraben los obstáculos de la emancipación, que proponga caminos de construcción y no trabas, que sea ingenioso y creativo al educar, que sepa enseñar sin pegarse a manuales de como se debe enseñar, que aprenda del otro y sea humilde en reconocer sus errores. Un verdadero maestro debe ser amoroso, amar lo que hace y enseñar con amor a amar la naturaleza y a su familia, antes que enseñar las letras y números. Un verdadero maestro debe ser humilde de corazón. Mientras mas titulo tenga, mas humilde debe ser su devenir en el proceso educativo.

Un maestro de este nuevo siglo, debe revertir la vieja concepción de que la escuela es el único lugar que reúne las condiciones para educar, pues no, toda la patria es una escuela, de modo que la indisciplina, la agresividad, la brutalidad en las relaciones entre estudiantes y maestros, deben ser transformado en un campo de batalla, pero de ideas para construir una mejor sociedad.

Finalmente, como maestro de este siglo podemos decir que no son las palabras las que cambian las cosas, son los hechos y acciones de los hombres y mujeres. Así que después de tanta filosofía y discusión sobre el educador necesario para este momento, sea el maestro el menos privilegiado por alcanzar un mejor nivel de vida, en cambio es el político el que lleva la delantera. Todo esto nos obliga a pensar sobre el futuro común de los seres humanos y de la Casa Común. Todo debe comenzar con una sensibilización general, y es el maestro, el elegido para tal fin. En casa y en la escuela es donde nace una nueva conciencia de la mano de maestro que se formó en una academia y del maestro que se formó en la universidad de la vida.

 

ramonpgchirinos@gmail.com



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