Aberraciones en la Educación Venezolana

Desde el primer momento de mis estudios de náutica, se nos prohibió el trato con los obreros que atendían las labores de servicios, mantenimiento y lavandería; al mesonero en el comedor sólo podía dirigirse cada comandante de mesa. Me prohibieron hacer uso de autobuses, para que no entrara en contacto con sus usuarios de condición humilde y modestas ropas de trabajadores, Cuando inicié mis pasantías, a bordo de un buque, se me prohibió el trato amistoso con el personal de marinería; aún me avergüenza mi discreta actitud con Pachicho, entonces camarero en el comedor de oficiales del buque, a quien conocía de mis primeros años en el Liceo Cecilio Acosta.

No hubo quien me alertara acerca de aquel adoctrinamiento. Eran y siguen siendo aún formas iniciales para hacer del profesional de mar una casta distante de los de condición humilde. Ese adoctrinamiento nos distancia de nuestros marinos de modesta o ninguna instrucción formal, con quienes compartimos nuestra vida a bordo de los buques. Transcurrieron seis años, desde mi graduación, hasta cuando comprendí aquella deformación, que recibí durante cuatro años, a partir de 17 que contaba a su inicio. Fui alejado de la condición humilde de mis orígenes. 43 años después, aún me entristecen los valores que adopté, como consecuencia de mi joven debilidad frente a esa enseñanza.

No había cumplido yo dos años, cuando mi padre murió en prisión, el 21 de junio de 1953, como consecuencia de las torturas que le propinaron, hasta ése, su último día en esta vida, los verdugos de la Seguridad Nacional. Un hombre culto e instruido, Paúl no estuvo presente para darme orientación distinta a la que recibiría luego en la Academia de Náutica. Mi madre, bella e iletrada campesina, tampoco pudo dármela; tuve que transitar seis años de indiferencia y desprecio por los míos, para darme cuenta.

Quienes pretenden que la educación no está politizada, intentan evitar que la educación venezolana rectifique aberraciones como la que yo recibí como parte fundamental de mi enseñanza. Hace unos años, me correspondió como padre hacer la labor que Paúl no pudo hacer conmigo y analizar con Evelise y nuestra hija el adoctrinamiento que esta recibía, como estudiante de Medicina, de idéntico sentido y propósito al que recibí yo: fomentar antivalores que divorcian al profesional médico en su caso, formado en algunas de nuestras universidades, de la población humilde.

El objeto más profundo de la Revolución Bolivariana es la JUSTICIA. No cabe duda del salto de justicia que la Revolución ha dado en educación; hoy somos el 5to país con la mayor matrícula en una educación universitaria gratuita y accesible para todos; sin embargo, en algunas de nuestras universidades se sigue impartiendo antivalores que distancian al profesional que egresa de sus aulas, de la población humilde. Destaca, de manera grotesca, la deformación que imparten y defienden las autoridades de las más rancias de nuestras universidades, donde se instruye a los profesionales, destinados a liderar a nuestra sociedad, en antivalores y sentimientos de animadversión y desprecio por los de condición humilde.

No me extrañó la indiferencia, hasta ensañamiento de algunos marinos y otros profesionales venezolanos contra el pueblo al cual pertenecemos, cuando éste careció de alimentos o combustibles para cocinarlos, durante el paro petrolero del 2002. La traición contra su pueblo fue la respuesta de algunos, de quienes fuimos y seguimos siendo deformados por una enseñanza aún presente en la enseñanza náutica, y otras universidades, de antivalores, contraria a la nación a la que pertenecemos. Tampoco me extraña la oposición actual a reformas en educación. Me correspondió participar durante 15 años, en una lucha para reformar la legislación que regía la enseñanza náutica, prohibida desde 1946 para marinos de condición humilde, hasta cuando, en 1986, se promulgó esa nueva Ley de la cual fui uno de los redactores. Me sorprendió que quienes organizaron el golpe de abril y el paro petrolero hubiesen modificado esa Ley sobre enseñanza náutica, con una nueva Ley promulgada en noviembre de 2001, en la Habilitante, para usarla el 11 de abril. No lo hicieron, pero esta Ley aún vigente fue fundamental para el paro petrolero.

Son los mismo quienes hoy se oponen a los cambios en la educación y lideran la violencia del presente contra el pueblo, que algunas autoridades universitarias justifican, a pesar de que asesina selectivamente a inocentes y a guardias nacionales, y pretenden hacer aparecer sus actos como legítimos y a su terrorismo como una lucha justa.

*capitán de altura y productor agrícola


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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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