La verdad huye...en la universidad la están buscando

Diógenes “El Cínico”  pasaría más trabajo que un cacho en un empedrado si se lanzara con la osadía de adentrarse en los predios universitarios, a plena luz del día, con su inseparable linterna, no digo buscando hombres honestos –que ya sería un problemón- sino buscando la verdad.

Imaginemos la escena:

Apenas traspasa  la entrada principal, se le antepone una rectora o rector, según sea el caso, y le espeta:

¿Y usted quién es?

-Diógenes de Sinope, mejor conocido como Diógenes “El Cínico”

¿Y qué hace usted aquí? ¿Cómo se le ocurre entrar con semejante facha en este Magno recinto del saber?

-¡Busco, sencillamente, la verdad!

Retoma el aliento la autoridad, se infla, asume pose docta y proclama:

¡La verdad soy yo! ¡La verdad soy yo!, le recalca la máxima autoridad universitaria.

Seguidamente, de todos los espacios vecinos retumba un coro, tipo tragedia, casi lúgubre:

¡La verdad somos nosotros! ¡La verdad somos nosotros! ¡Puro claustro, puro claustro….ciento por ciento claustro! ¡Ciento por ciento verdad!

A todas estas se formaba una turba enardecida con pancartas que en un recuadro rezan: ”permítanos pensar por usted”

¡Ahora sí que te volviste tostao Diógenes! ¡Ahora si te encontraste con tu jabón de olor!

¡Anda a buscar tu cuerda de mono, vuelve a tu tonel y tu basurero!

Y de verdad, y mire que digo verdad a riesgo de ser sancionado por el gremio de la verdad verdadera, por hablar de la verdad sin licencia para mentarla.

Sospecho que debe dar dividendos este asunto de la verdad, por la cual murió Cristo, por ella se va los campos de batalla, en nombre de ella se invaden pueblos y se saquean riquezas. Me imagino que si alguien es dueño de la verdad debe ser sumamente rico.

Qué  verdad tan vergataria, primo. Figúrate lo importante que es la verdad que hay quienes la buscan a coñazo limpio, mediante tortura. ¡Palo hasta que diga la verdad! Y ha pasado que más de uno por no saber la verdad le han sacado los ojos y se queda muertico. ¿No es verdad?

Y dígame si se trata de telenovelas, la chama pobre, servicio doméstico, preñada por el niño lindo de la casa, que se le pasa toda la trama sin saber la verdad de su origen, hasta el último minuto del último capítulo. ¡Es la dura verdad arrancada de la vida misma!

Pues bien cada quien anda con su verdad ensobacada. De ahí nadie lo mueve. Es la más pura verdad.

Ahora, amiga lectora, amigo lector, ¿Se da cuenta por donde voy cuesta abajo en esta rodada de la verdad? Por eso es que Diógenes con todo y lámpara y tonel salió con las tablas en el lomo, y  de vaina se salvó que lo bañaran.

Ahora me pregunto: ¿ De qué verdad estamos hablando cuando hablamos de verdad   en esas casas vencidas por el oscurantismo? Más aún cuando se escucha decir a una destacada autoridad universitaria: “Esta es la universidad que tenemos, esta es la universidad que queremos…y así se queda” Lo único que le faltó fue la fanfarria al más puro estilo de Radio Rumbos y el grito de guerra: “Es verdad, lo dijo la rectora” ¿No es verdad?

Por eso, me afinco en mi cotidianidad y reivindico el más completo concepto de verdad que le escuché a una matrona llanera en medio de una celebración campestre, entre conversa y conversa, quien, al estar de acuerdo con alguna opinión, afirmaba:”Eso es verdad, eso no es mentira”

Rgustavogonzalezp@gmail.com 


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Rafael Gustavo González Pérez


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