¿Por qué es subversiva la contextualización intercultural de la identidad?

Al camarada y compatriota Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, los Ministros del poder popular para la Educación y la Cultura y a todo su Gabinete, Gobernadores, Alcaldes y Concejales. Diputados a la Asamblea Nacional y a los Consejos Legislativos Regionales. A nuestros pueblos indígenas, afrodescendientes e indodescendientes en la resistencia y en la búsqueda de su papel protagónico. A nuestras mujeres, a los ambientalistas guardianes del equilibrio del planeta. A todos los excluidos y oprimidos.  A los medios de comunicación alternativos  (Papel de trabajo para la discusión)

“Me siento más indoamericano y afroamericano que latinoamericano, iberoamericano e hispanoamericano”.

Hugo Chávez, recientemente en Brasil.

“La familia Pereira, de origen margariteño, tiene  un origen waikerí y un origen italiano. Que yo sepa, en mi experiencia vivida, hemos sido discriminados por lo que tenemos de waikerí y hemos sido privilegiados por lo que nos queda de italianos. En nuestra resistencia cultural hemos optado por poner en primer plano, nuestro origen margariteño waikerí., sin tener por qué negar la otra identidad.

Poeta Juan Pereira

Ex-director de Cultura de la Asamblea Nacional

“Establecer la prioridad de lo vivido sobre lo concebido, sobre lo que hemos aprendido intelectualmente, es la clave para promover nuestra propia descolonización, la prioridad de la vida sobre las academias”…”Volver sobre el libro viviente frente a todos los catecismos…Preservar la capacidad constante de desaprender todo lo aprendido y revivirlo en cada momento.”

Efraín Hurtado

Antropólogo, revolucionario y poeta socialista del llano

Americanos:

“Cuenta la historia oficial que Vasco Nuñez de Balboa fue el primer hombre que vio desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían  ¿eran ciegos?

 ¿Quiénes pusieron los primeros nombres al maíz, la papa, al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que vivían allí ¿eran mudos?

 Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Dios decía que América era la Tierra Prometida. Los que allí vivían ¿eran sordos?

Después los nietos de aquellos peregrinos del norte se apoderaron del nombre y de todo lo demás. Ahora, americanos son ellos. Los que vivimos en las otras Américas ¿qué somos?”

ººººººººººººººº

“En Argentina, como en toda América, los indígenas fueron los primeros desaparecidos. Desaparecieron antes de aparecer. El general Roca llamó conquista del desierto a su invasión de las tierras indígenas. La Patagonia era un  espacio vacío, un reino de la nada, habitado por nadie”.

Eduardo Galeano

Los invisibles. En Los Espejos.

 La Europa de hoy cuando emigra a la América es “la civilización” y “el progreso” en marcha que debe ser  recibida por los agradecidos  indios con los brazos abiertos y con  la ofrenda de su primera cosecha.  Cuando los indoamericanos, afroamericanos e iberoamericanos  emigramos a Europa, es la marcha de “la barbarie”, la “invasión silenciosa” en el buche de “la civilización” poniendo en peligro el equilibrio ecológico. Entonces, hay que aplicarles una nueva modalidad de las reservaciones del apartheid: cárcel y posterior deportación a sus tierras de origen. En ese contexto ya no somos ni euroamericanos, latinoamericanos,   iberoamericanos, ni hispanoamericanos, sino  simplemente indios-“sudacas”, que oscurecen la piel y el ambiente  de la “raza superior” y quitan las luces a las   academias: a las letras y ciencias  de Europa. En una política ambigua de dominación colonial, instauran el apartheid con América, pero extrañamente, le quitan el bloqueo económico a Cuba. Ya el cese de este bloqueo lo había solicitado –por justicia-  el mundo entero en la ONU.  Lo novedoso es que ahora lo hacen en aparente contradicción con los Estados Unidos y en  una coyuntura en que toda Nuestra América ubica el nuevo apartheid a la europea.

 Aquiles Pinto Ravelo

Contextualizando nuestros orígenes y desarrollo en el presente histórico

 - En un proceso de descolonización, de revolución cultural y educativa, entendemos la necesidad y urgencia de cada persona, grupo humano, etnia, pueblo, nación, país o región, de buscar ubicación histórica, social y cultural de su identidad en sociedades multiétnicas y pluriculturales, con pleno sentido de su unidad nacional, integridad político-territorial, sentido de la soberanía nacional, autodeterminación y vocación intercultural de integración continental en el marco de la mundialidad actual, promoviendo la cultura propia y la educación propia como base del intercambio cultural para gestar una nueva civilización indo- americana-caribeña.

 Una nueva civilización de nuestro continente, debe tener en su unidad, un carácter multiétnico y pluricultural, pero también intercultural e intercivilizatorio. Superando cualquier intento colonialista externo o interno de “civilización” unilateral. El nuevo dilema será ahora: socialismo indoamericano- caribeño o barbarie capitalista. Problema de vida o muerte, pero ¡venceremos!....

Chávez desde lo vivencial afronta su propia descolonización

 Cuando el Presidente Chávez anuncia recientemente en Brasil que él se siente más  indoamericano y afroamericano, que latinoamericano, iberoamericano o hispanoamericano, está contextualizando su propia vida, su identidad personal, nacional y continental sin negar por ello que es también latinoamericano, iberoamericano e hispanoamericano. Allí incluye de manera irreversible también su venezolanidad, su carácter de llanero y su “zambo-cultura”,(el recuerdo presente de aquellas alianzas secretas entre indios y negros en los tiempos de la colonia),  el orgullo de su verruga,  de la que tanto denigra en su humor racista  la clase dominante. Y por supuesto, su condición de barinés de Sabaneta, su pueblo natal, con todo su anecdotario de lo plenamente vivido

Entonces aquí, el Chávez vivencial, enraizado en sus pueblos, con olor a sabana y mastranto pisoteado por la huella de los caballos, en compromiso orgánico con su gente, se sobrepone y deja muy atrás al Chávez del viejo currículo de lo preconcebido de las academias, sean éstas, civiles o militares. El nuevo currículo, en cambio, apela al encuentro del pueblo/pueblo, más allá de cualquier sospecha populista.

El viejo currículo  no es externo a él, ni al pueblo/pueblo colonizado, ni a ninguno de nosotros como seres colonizados y esclerosados por las academias, pero que tenemos en la sabiduría de los pueblos y en el diálogo fecundo pueblos y academias, el arsenal múltiple de nuestra propia descolonización. En ese contraste intercultural de luces y sombras recíprocas. De allí que no siempre la voz del pueblo es la voz de Dios y no siempre la Universidad es la Casa de Luz que vence las sombras. (ojo). En Chávez, la contextualización de su identidad, por tanto, no podría explicarse al margen de sus propias vivencias, dejando atrás y sobrepasando otras nociones preconcebidas de “mezclas raciales”, “híbridos”, “la mezcla perfecta”, (de donde se puede dejar inconscientemente la leve sospecha  de que hay otras “mezclas imperfectas”) en ocasiones muy marcadas en sus discursos y también muy acentuado en nuestros pueblos colonizados,  que de antemano niegan –contra su voluntad-  esa diversidad cultural y el propio derecho a  verbalizar su identidad más oprimida y reprimida en lo particular y en lo general, en todas las escalas de su entramado social y cultural.

En verdad una “mezcla” o “hibridación”, no define a nadie, ni tampoco da asidero cultural, porque la vergüenza de los orígenes nativos impide partir del orgullo materno,  de la cultura propia y la educación propia. Lo propio se vuelve ajeno, extraño y lejano, para caer en la ambigüedad cultural y la vergüenza de los orígenes nativos (endorracismo, vergüenza étnica, vergüenza de clase, vergüenza materna, india o afrodescendiente, forman el entramado racista-clasista). El lado occidental, hispanoamericano, iberoamericano, latinoamericano, también se vuelve ambiguo, manipulable y utilitario: lo somos para lo que conviene a Occidente y dejamos de serlo, automáticamente para lo que no le conviene. Entonces, seguimos en la duda, sin brújula, al no tomar nuestro lugar como orgullosos descendientes del aborigen y entender, que de alguna forma, también somos indiodescendientes, en sentido amplio, con sentido de pertenencia al territorio nacional y continental. Claro, el indígena en sentido estricto es el que vive en sus comunidades, con su idioma y organización social, familiar y comunal muy específica. Con una visión del mundo y sentido del territorio de origen, con derechos originarios, históricos y específicos, como primeros pobladores y primeras naciones de este continente.

 En una afirmación vivencial de la interculturalidad, reafirmando a indoamérica y afroamérica, Chávez está partiendo de lo más negado, oprimido y excluido: sostenido desde lo más antiguo, constante, originario y específico de este país y de este continente en todo su devenir,  en todo su hacer histórico, en busca de lo inédito, lo participativo y protagónico: inventamos o erramos. Desde la unidad del género humano que se origina para todo el planeta en África Oriental (África como Madre común de la humanidad), hasta los primeros poblamientos indígenas de este continente, que datan de 30.000 a 50.000 años según la arqueología. Pasando por los procesos de inserción etno-genocida de los africanos en la construcción de nuestras nacionalidades en los últimos 500 años.

Manipulaciones del mestizaje como ideología de dominación colonial

 En contraste con todo esto,  la historia colonialista de Guillermo Morón, lo lleva a las generalizaciones más ideologizantes, perversas y sutiles. Aquí no hay, según él ninguna necesidad de hablar de afrodescendientes, pues toda la humanidad es afrodescendiente. Tampoco tiene sentido hablar de indios, indígenas o aborígenes, aquí solo hay mestizos. Además, según él, no hay aborígenes porque el hombre americano vino de Asia. Los descendientes de los nazi/croatas separatistas de Santa Cruz, Bolivia, tampoco consiguen indios por ninguna parte, sino “campesinos” y “mestizos”.

Algunas voces aisladas desde cierta izquierda  elitesca, cafetinera y divina, tampoco consiguen indios en Bolivia, porque según ellos, hasta los nazi-croatas son “mestizos”. Anulación de la indianidad por los cuatro puntos cardinales del eurocentrismo más racista, recalcitrante y reaccionario. Viene todavía a mi memoria los 300.000 colonos blancos de Rhodesia y Sudáfrica que le quisieron montar a Bolivia en 1979-80, derrotados por las luchas populares y la solidaridad internacional y en cuya lucha participamos activamente desde Venezuela.  Vale decir, son recursos ideológicos y políticos para desconocer los derechos de los pueblos indígenas a la tierra y territorio y sus derechos originarios, históricos y específicos. 

De paso se utiliza también el recurso de una afrodescendencia genérica de toda la humanidad, para negar las especificidades étnicas y culturales del proceso de esclavización de estos pueblos africanos y su secuestro a la América, así como se niega su contribución  a la formación de nuestras nacionalidades. En sus libros de texto de Historia de Venezuela, Guillermo Morón afirmaba que el indio, dueño de estas tierras, desapareció con el intenso mestizaje. Clamando por el día en que ya nadie hable caribe, arahuaco o cualquier idioma indígena.¿Este viejo currículo a quién se le consultó?..Pero, nadie dijo en ese momento desde los colegios católicos privados ¡con mis hijos no te metas! Debe ser porque el “incluyente” y “ecuménico” currículo del Cardenal Urosa Sabino y del Padre Ugalde, impuesto desde hace 500 años, todavía no acepta indios y negros en su “iglesia universal” de cúpulas excluyentes privatizadoras, viéndose en el espejo modelo de la Europa “civilizada” y “civilizadora”, que hoy los rechaza a ellos mismos por indianos, indiodescendientes y afrodescendientes y que llevan el “pecado original” de haber nacido en América, en el decir del Prócer Francisco de Miranda.

 El Papa vino a Brasil, todavía exaltando las bondades de la evangelización/conquista/colonización, olvidando que todavía hay esclavitud indígena en Brasil y Bolivia, por ejemplo. Y ocultando estas realidades. Aunque en Venezuela no estamos muy lejos de ello en algunos lugares de Apure y de la  Sierra de Perijá. (El Papa luego admitió su desfase, Chávez muchas veces admite que se equivoca, ya los únicos infalibles que van quedando son algunos personajes de la jerarquía católica venezolana como el Cardenal Urosa y el padre Ugalde: ellos siempre son personajes de la ética y del poder divino en movimiento).

Fundamentalismo: apartheid social y cultural

  Es toda una ideología mestiza-desmestizante del apartheid social y cultural lo que se esconde en la “raza cósmica” de Vasconcelos. Porque al fundirse todos los colores, prevalecerá sólo el blanco y la cultura eurocéntrica anglonorteamericana. Esto es parte fundamental de los proyectos histórico-culturales de la dominación política, económica y social, marcada de un pseudo neolatinismo desarrollista y tecnoburocrático de la globalización.

Encontrar sólo en Grecia y Roma y en lo semítico-cristiano, el único origen de la humanidad, de la “cultura superior” o de la “religión superior” (negación de la universalidad, de la unidad y diversidad del género humano). Seguir viendo la América entre altas, medias y bajas culturas, virreynatos y capitanías generales, en una visión subalterna del llamado norte desarrollado. Seguir viendo al continente africano, asiático y a Oceanía, con el mismo lente de altas, medias y bajas culturas en el papel subalterno de Occidente. Con menosprecio y descalificación de todas las microsociedades que no cumplen con llevar sello imperial desde sus orígenes. Pueblos e identidades en competencias étnicas o religiosas, como si se tratara de un mero evento deportivo, para luego llevarlos a la guerra y a la carnicería humana hasta ocultar las contradicciones sociales, económicas, ecológicas y espirituales reales. (º)

Lo típico del colonialismo: clases, etnias y nacionalidades privilegiadas sobre el nativo

 Esto significa que la identidad –desde una óptica intercultural- debe comenzar a expresarse por los pueblos y culturas más negados y oprimidos, históricamente más arraigados, hasta entroncar con la conciencia de clase, que se apoya en la conciencia etno-histórica, tomando plena conciencia de la unidad y diversidad del género humano, del equilibrio de género,  de la unidad del género humano como parte de la biodiversidad,  como parte de la sociodiversidad y diversidad cultural en la cual estamos inmersos. Subyace a todo esto una necesaria conciencia lingüística, de amor prioritario por la lengua materna, por la cultura propia y la educación propia de cada pueblo como base de la interculturalidad, del bilingüismo y del multilinguismo.

 Es característico de las naciones colonizadas, encontrar en ellas clases, etnias y nacionalidades privilegiadas sobre el nativo,  ya sea bajo el manto ideológico de la “raza superior”, “la cultura superior” o “la civilización superior”. Antinativismo fundado en el nacimiento del esclavismo por parte de las naciones dominadoras sobre los pueblos dominados. Cuenta por ejemplo Antonio Gramsci que aquello del “Conócete a ti mismo”, que se atribuye sólo a Sócrates, lo usaba antes Solón como prédica a los esclavizados, para que estos tomaran conciencia de toda su humanidad, que estaba negada de antemano: se les reducía al reino animal, mientras la clase dominante, los reyes y sus cortes, actuaban bajo supuesto mandato divino y pertenecían ya a un orden superior, con valores superiores y de naturaleza celestial, de donde emanaba lo propiamente humano.

Es en sociedad donde el hombre (y la mujer) se personalizan

 Este conócete a ti mismo, que se atribuye sólo a Sócrates o a los griegos, es una inquietud de alguna forma presente en todas las culturas, (¿quién soy, de dónde vengo, adonde voy?) sin olvidar aquello de que es en la sociedad donde el hombre se individualiza (Marx), o es en sociedad donde el hombre se personaliza (Enmanuel Mounier). Por eso los pueblos indígenas pluralizan para singularizar: ¿quiénes somos? Lo que significa que el conocimiento del sí mismo hay que verlo al mismo tiempo en sentido social y personal. Toda identidad personal está de alguna manera marcada por su tiempo histórico y su entorno social, étnico/ cultural o dicho en términos más amplios y unitarios por su entorno ambiental. Pero también de clase en las sociedades de antagonismos sociales y etno-culturales, de desequilibrio de género y de antagonismos con la Madre Naturaleza.  

Estas preguntas de los pueblos que responden al quien soy o quiénes somos, de donde vengo o venimos, a donde voy o vamos, no son hechas a nivel elemental y en un plano superficial: han originado durante milenios cosmovisiones y cosmovivencias complejísimas y modos de producción y de convivencia, que son parte de nuestra contemporaneidad histórica y de nuestra vida social en su conjunto, sobre las cuales descansa en parte nuestra diversidad cultural y multisocietaria. Aparte de ello, en su universalidad responden en lo esencial a la exigencia de unidad del género humano como parte de la biodiversidad, pero también como ser muy específico y particular de esa biodiversidad en su irreductible espiritualidad. Aunque hay un etnocentrismo primario común a todas las culturas, necesario a su propia auto-estima, pero que se torna intolerante y enfermizo con el surgimiento de planes hegemónicos, imperiales y señoriales. No me refiero a la hegemonía de un bloque histórico frente al colonialismo y al imperialismo. Me refiero a hegemonías unilaterales que contribuyen a dividir los movimientos populares para  profundizar la dominación.

Casa de sombras o  aquella  universidad sin pueblo

 En cambio nuestro saber universitario actual todavía desconoce la unidad del género humano y la diversidad lingüística y cultural, reduciéndolo todo a un eurocentrismo perverso, que dentro de la ideología tecnocrática neoliberal anula el continuo humano, de la historia, de la educación  y de la vida multisocietaria, llevándonos al desequilibrio del planeta con el desarrollismo consumista, derrochador de los recursos del suelo y del subsuelo y al calentamiento global. Luces y sombras, las hay en el pueblo, pero también en la universidad.

 He escuchado con asombro una frase nostálgica de la vieja ilustración francesa que declara solemnemente que una sociedad sin universidad estaría condenada a vivir en las sombras. Pero no se ocupa de preguntarse ¿qué sería una universidad sin los pueblos y sus culturas particulares, sus idiomas y sus saberes donde anidan las fuentes primarias y vivenciales de toda cultura?. Sería un libro de libros congelado en su propia sombra, en la oscuridad de su propia petulancia tecnoburocrática, de un mundo sin historia concreta, sin sociedades y sin ideologías. Ese saber universitario arrastra todavía el pesado fardo colonial de lo medioeval, de su inicial carácter teocéntrico real y pontificio, esa enclaustrada de toga y birrete que pareciera una extraña monja laica; de ese renacentismo antropocéntrico burgués que desconoce la naturaleza social del hombre y su consanguinidad con el universo, antagonizando cultura y naturaleza, ciudad y campo, la unidad del trabajo manual y el trabajo intelectual; con esa formación individualista y despersonalizante; desfasada en la unilateral ilustración francesa y  la ideología tecnocrática del desarrollismo antiecológico de la globalización neoliberal que ha vivido del ilusorio fin de la historia y del fin de las ideologías; presa en el mito de la Aldea Global y ¿por qué no decirlo? de la “Raza Cósmica” de Vasconcelos, de donde supuestamente  emergerá la  “raza superior” del futuro, que por lo visto, también será eurocentrista. (º)

Esta ideología no es una creación propia de esa “Nuestra América” que soñó José Martí, sino una vulgar copia de tres siglos de hispanocentrismo y de adoctrinamiento en el fundamentalismo de la “cultura única mestiza”.

 Aunque tenga algunos rasgos de originalidad,  no termina de romper con el imperialismo cultural y lingüístico anglonorteamericano, puesto que en el fondo la idea de imperio e imperialismo subyace como proyecto alternativo, como carta de reemplazo. De allí que, en el fondo, no hay ruptura de paradigmas o de modelos. Otra “raza superior”, otro Supermán, vendrá después. Mientras tanto, seremos un híbrido o una mezcla delirante de razas y culturas, sin identidad propia. Permaneciendo en el purgatorio de  iniciación de un colonialismo sin término. En la eterna infancia de la conquista y colonización. Con la identidad y la presencia histórica específicas  en suspenso, suprimida. Aunque a veces volcada sobre un pasado glorioso del indio o ya de las guerras de independencia de nuestros libertadores. Pero sin conexión viva con el presente. Si bien toda conexión viva con el presente se torna incómoda e intolerante para la clase dominante. Porque se hace subversiva.

Cuando no se mata, se invisibiliza a indoamérica y afroamérica

 Normalmente, cuando en la academia se habla de Latinoamérica,  Iberoamérica, Hispanoamérica, se excluye, se mata o se invisibiliza a Indoamérica y Afroamérica, tomadas como residuos de un pasado indeseable y como rémora del progreso y desarrollo. Se trata de borrar ideológicamente bajo pretexto de “mezcla”, “híbrido”, “cultura única mestiza” la identidad y presencia activa de los pueblos indígenas, de los indiodescendientes y afrodescendientes, como derecho legítimo  a especificar y sostener su identidad y dignidad en contextos multiétnicos y pluriculturales. Sin desconocer su enlace intercultural y pluricivilizatorio. Ocurre que la misma España que nos impuso esta ideología de la “cultura única mestiza”, ha tenido que redefinirse hoy como país multiétnico y pluricultural ante la realidad de vascos, catalanes, gallegos, valencianos, guanches canarios, gitanos, lo hispano-árabe, lo íbero-celtíbero y tantas otras vertientes de lo multicultural, intervinientes en su formación histórica. Mal manejo desde sus inicios que ha puesto en peligro su propia convivencia interna, dejando el camino abierto a la violencia y al terrorismo.

Pretextos para invisibilizar la lucha y los movimientos de los excluidos

 La otra pretensión es seguir invisibilizando la lucha de los oprimidos, aludiendo peligros de equivocar el camino: las mujeres son peligrosas, porque pueden reproducir un machismo al revés, los negros, un racismo al revés, los indios otro etnocentrismo con riesgo de secesionismo, los ecologistas, porque caerían en un purismo ambientalista que impediría el progreso y desarrollo, los trabajadores, de promover  una “lucha de clases”, todo ello poniendo en serio riesgo “la integración”, “la paz social” que nos asiste y la paz de los sepulcros que sostiene a todas las víctimas del etnogenocidio de ese patriarcalismo colonial, imperial e imperialista de ayer y de hoy. Nada que perturbe el paraíso neoliberal o cualquier intento de constructo único y excluyente como alternativo al capitalismo.

Lo que quiere decir que las múltiples causas del mal, según esta ideología, estarán siempre en los más pendejos. Y por lo tanto, habría que borrar o suprimir sus luchas y movimientos específicos y su convergencia en todos los procesos de liberación, los cuales sólo podrán entramar en nuevos socialismos y revoluciones, radicalmente distintos, con el sello particular de la interculturalidad y del siglo XXI.

   Es por tanto indispensable ir de lo local a lo global y de lo global a lo local para vernos simultáneamente en los espejos más cercanos y en los espejos más lejanos, al encuentro de nuestra humanidad plena, una y diversa. En ese concierto de pueblos y culturas frente a la nota única, monótona, exclusiva y excluyente del discurso único del neoliberalismo. Frente a la fragmentación creciente de la postmodernidad y el fracaso del sistema educativo global, asumamos con nuestros pueblos la diversidad cultural y la interculturalidad, base de las múltiples fuentes del socialismo del siglo XXI: indoamericanismo, afroamericanismo, bolivarianismo, indosocialismo, movimientos de equilibrio de género, marxismo crítico, teologías de la liberación y otras vertientes del pensamiento crítico europeo, movimientos ambientalistas y otras expresiones del quehacer colectivo de nuestros pueblos en busca de una pedagogía de los pueblos y del derecho de los pueblos. Pero con una lectura desde nuestras unidades y diversidades nacionales y continental para la integración intercultural, en el marco de una nueva civilización indoamericana-caribeña, como la proponen entre otros, Esteban Emilio Mosonyi, Bonfil Batalla y  Adolfo Colombres.

Sacar a flote la visión global de la Constitución bolivariana

  En definitiva, sacar a flote el Currículo Oculto de la Constitución Bolivariana. Esa cenicienta de la interculturalidad y de nuestra diversidad cultural, el equilibrio de género, los derechos culturales y educativos. Y esa otra cenicienta, que son los derechos ambientales, los derechos de las nuevas generaciones a un  ambiente sano y duradero, mancillados por una vieja herencia tanto cívica como militar desarrollista y tecnoburocrática que todavía anida en el proyecto bolivariano, sin mayor oposición interna y sin oposición de la oposición. Es un desarrollismo que se ve como normal y hasta natural a pesar de la alarma por el calentamiento global.  

Por eso, frente al Chávez preconcebido, en el vaivén contradictorio como todo proceso de descolonización en el seno de nuestros pueblos, asumamos el Chávez vivencial que busca un acercamiento de sí mismo con  lo indoamericano y con lo afroamericano-caribeño. No se trata de asumir un Chávez a medias o por pedazos, sino aquel que busca la plenitud de su ser, con sentido holístico. Esto lo digo antes de que salga algún adulante o algún opositor interpretando que estamos proponiendo aceptar sólo un pedazo de Chávez, aquel que nos agrade o convenga en el momento y no el Chávez persona, integral, con sus virtudes y defectos de todo lo humano.

Y en otro sentido, el Chávez que busca encarnar un proyecto histórico Pero sobre todo, tengamos el coraje cada uno de nosotros, en equipo y en el seno del pueblo, de asumir nuestra propia descolonización personal y colectiva, en preservación de la identidad y de la dignidad. La clave está en la relación orgánica con nuestros pueblos y comunidades. Y esto es válido para todos los factores del proceso bolivariano. Para tener la libertad de desaprender creando, acercándonos como decía Simón Rodríguez a lo más original de este continente: inventamos o erramos.

¿Por qué sienten y piensan radicalmente distinto, por ejemplo la jerarquía religiosa y las iglesias de base?¿Por qué Monseñor Oscar Arnulfo Romero o Hélder Cámara pensaban distinto al resto de la jerarquía? ¿Por qué sienten y piensan radicalmente distinto unas fuerzas armadas en los cuarteles, separados del pueblo, a las fuerzas armadas que están en un proceso vivo de construcción cívico-militar ligado al ejercicio del desarrollo nacional y en tareas compartidas y de convivencia con nuestros pueblos? ¿Por qué sienten y piensan radicalmente distinto el burócrata encerrado en aire acondicionado de aquel que se funde con el pueblo y se sensibiliza con su historia viva  y su problemática concreta? ¿Por qué hay tanta distancia entre la Universidad esclerosada en su propio claustro  y aquella que asume contacto y compromiso directo, vivo y sin intermediarios  con  sus localidades, regiones, pueblos y comunidades?  No es la ortodoxia lo que libera, sino la ortopraxis.(Gonzáles Ruiz).  

Para un indígena descolonizado, en relación orgánica con su comunidad, ver es actuar. A un cristiano lo conoceréis por sus frutos. A un marxista por el riesgo de asumir la historia viva en todo el entramado social y político. A un sobaco ilustrado lo conocereis por su libro debajo del brazo. Y la letra mata, cuando no es parte del libro viviente. Pero no basta el pragmatismo, de aquellos que nunca encuentran el  tiempo preciso para su formación, para la formación de los demás. Sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria. Sin ética revolucionaria no habrá revolución. Pero no hay teoría intrínsecamente revolucionaria. Ni práctica curada de todo pragmatismo.  Es en la práctica diaria, orgánica con los pueblos y con dimensión estratégica más allá de todo inmediatismo reivindicativista donde ella se construye y se legitima. Y no en los manuales o catecismos esclerosados. Escribamos desde la vida, estudiemos desde la vida, vamos a formarnos desde la vida concreta. Partiendo de las vivencias, pero concretándolas en un proyecto de largo alcance histórico y social. Desde allí construyamos con nuestros pueblos y comunidades referentes teóricos y metodológicos para una pedagogía de la vida y una educación para la vida y la libertad,  no para la muerte y la opresión.

 El triunfo dependerá de nuestra capacidad para construir un macroproyecto de liberación con la participación de todos los sujetos o actores. Pero cada quien por su lado, imponiéndose unilateralmente, no haremos posible la revolución que queremos y el socialismo que aspiramos.

¡Patria, socialismo o muerte, venceremos!

Caracas-Los Teques, tierras de Guaicaipuro, Marzo de 2011

 (1)Teocéntrico (Dios como centro de todo, desconociendo la libertad del hombre, como en la edad media)

 Antropocéntrico (el hombre como centro de todo)

 Antropocentrismo burgués (el individuo como centro de todo, negando la naturaleza social del hombre y su entramado con

 el  universo)

 Individualista y despersonalizante: el individualismo burgués nos ha conducido por la senda de convertir todo en 

 mercancía, convirtiendo al hombre y la mujer en cosas, masificando y despersonalizando al ser humano y a los grupos

sociales. Más con el repertorio apabullante del terrorismo mediático.

Raza Cósmica: ideología de dominación con pretensión de proyecto histórico sobre la América colonizada. Fundamentada

por el mexicano José de Vasconcelos (México: 1925). Fusión de todas las razas de donde saldrá el nuevo supermán de América. Cuando se funden todos los colores, lo que sobrevive es el blanco. Por eso, aquello de “mejorar la raza” que propone la ideología mestiza desmestizante. Que en el fondo desindianiza y desafricaniza. Pero también nos conduce a la deshispanización para adoptar en definitiva la hegemonía anglonorteamericana.

 (2º) Entendemos que la llamada competencia de pueblos, de culturas o de identidades, es algo que proviene más de las élites que de los mismos pueblos, aunque existen casos en los cuales, las élites envenenan a los pueblos. Las culturas y las identidades pueden convivir pacíficamente, con sentido de tolerancia y respeto mutuo. Pero las élites desligadas de sus propios pueblos y en busca de poder personal, pueden hacer un uso utilitario en la procura de la hegemonía racial, étnica o religiosa, buscando establecer relaciones de competencia por encima del marco común de las luchas y de los proyectos de liberación. Los intereses imperialistas, patronales y de grandes transnacionales pueden estimular estas relaciones de competencia con fines divisionistas o  separatistas para debilitar las luchas y el avance de los procesos de liberación. De allí la necesidad de estar atentos a las distintas formas económicas y políticas de penetración cultural.

Otro aspecto importante es cuando se establecen clases, etnias y nacionalidades privilegiadas sobre el nativo o cuando se refuerza un nativismo o un telurismo a ultranza. Tanto la xenofobia (odio al extranjero), como el malinchismo (autorrechazo del nativo inducida por una dominación extranjera), son caras distintas de la misma enfermedad: el colonialismo y el racismo..

(*) Asesor de la Dirección de Educación Intercultural del Ministerio del poder popular para la Educación.

guaicaipurosrr07@hotmail.com



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Saúl Rivas-Rivas (*)


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