El desprecio hacia un pueblo

"El indicio menos equívoco del desprecio de los hombres, es que no se da valor a ninguno sino como medio de alcanzar el propio fin" (Friedrich Nietzsche).

Estados Unidos nunca ha practicado la otredad, esto es, nunca ha reconocido que el otro existe y tampoco ha querido caer en cuenta de que vive separado de los demás; de que existe aquél que no es él; de que están los otros y de que hay algo más allá de lo que él percibe o imagina.

Más bien, siempre ha utilizado el desprecio hacia el otro como el norte de su actuación.

Y si alguna duda queda al respecto, sólo hagamos alusión al comportamiento que lleva a cabo en torno al genocidio que tiene lugar en la Franja de Gaza.

Como es de conocimiento público, Israel lleva, desde el 7 de octubre del año pasado, a cabo una guerra contra los palestinos en Gaza que ha causado, hasta ahora, la muerte de más de 30 000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños. Aunque el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, dice, con total desfachatez, que el número de víctimas civiles es "muy inferior", porque el Ejército israelí sólo ha asesinado al menos a 13.000 miembros de Hamás.

Ante eso, Estados Unidos se ha puesto del lado del régimen de Tel Aviv, vetando todas las resoluciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que han pedido el cese de la agresión en el enclave palestino.

Pero, EEUU, no solamente ha hecho eso, sino también, por ejemplo, la Administración Biden, sorteó el Congreso para iniciar ventas por valor de 106 millones de dólares en municiones para tanques, así como por 147,5 millones de dólares en componentes necesarios para fabricar proyectiles de 155 mm y venden miles de municiones guiadas de precisión, bombas de pequeño diámetro, rompe-búnkeres, armas de distintos calibres, entre otros suministros bélicos.

Estados Unidos ha enviado dos portaviones y otros buques de guerra al Mediterráneo oriental cerca de Palestina ocupada en señal de apoyo a Israel.

Y por si eso fuera poco, Washington le ha entregado a Tel Aviv 100 bombas BLU-109 que son capaces de penetrar estructuras reforzadas antes de explotar. Se trata de las bombas que llevan una ojiva que pesa más de 900 kilogramos (19,80 libras) y que el mismo Gobierno estadounidense las había utilizado, anteriormente, en sus guerras en Afganistán, Irak y Siria.

Mientras tanto, el ministerio de asuntos militares del régimen de Israel anuncia que desde el inicio de la operación ‘Tormenta de Al-Aqsa’, el 7 de octubre, 45 aviones de carga con 1000 toneladas de armas han entrado en los territorios palestinos ocupados. Y que, hasta ahora, unas 1000 toneladas de armas y equipos militares también han entrado en esos territorios para apoyar las operaciones del ejército sionista.

Israel también informa haber recibido "jeeps blindados estadounidenses" y una variedad de vehículos especiales, incluidas ambulancias blindadas, camiones tácticos y equipos mecánicos.

El mismo país que apoya militar y diplomáticamente, a Israel, es el mismo que puede lograr que un veredicto de la Haya, favorable a los palestinos, no llegue a concretarse.

Pero resulta ser que ese país, ahora está acudiendo a las migajas, aprovechando el hambre que existe en Gaza. Así, utilizando su poder mediático y queriendo aparecer como solidario y benévolo, anuncia que lanza ayuda humanitaria (paquetes que contienen más de 38.000 lotes de comida) desde sus aviones hacia el norte de Gaza, buscando saciar el hambre de los civiles afectados por el conflicto en curso.

Y también se informa que el ejército estadounidense construirá un puerto temporal en Gaza para la entrega de ayuda humanitaria adicional a los civiles.

Mayor desprecio, mayor desparpajo y mayor negación del otro, imposible, sobre todo, porque, como ellos mismo lo saben, si la Administración del presidente estadounidense corta de un día para otro el flujo de armamento y dinero, Israel colapsará muy rápido.

Pero aspirar a esto último, diría un realista, es una quimera, es un sueño; no obstante, terminamos diciendo: siempre es bueno recordar que, para los criminales, de cualquier calaña y de cualquier tamaño, nunca habrá paz, ni aquí ni donde vayan, incluso después de muertos

   


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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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