Verdades que el falso positivo Santos no quiere admitir

Para empezar, no estamos impregnados de ningún chauvinismo, racismo ni xenofobia, estamos en defensa legítima de la patria, de luchar para que podamos convivir en paz y armonía con los que quieran ser nuestros hermanos americanos del norte, del centro y del sur. No estoy de acuerdo como se maneja nuestra política exterior en las embajadas que tenemos en otros países, somos atacados diariamente por canallas y por la canalla mediática y las respuestas de nuestros funcionarios diplomáticos dejan mucho que desear. Hay mucho opositor trabajando en esas dependencias y no estoy descubriendo el agua tibia. Aquí somos  millones los que sí defendemos la soberanía, la dignidad nacional y no callamos ante las agresiones vengan de donde vengan. Por ejemplo, esos bagres-dinosaurios de Felipe González, Fernando H. Cardoso (apoyados por el falso positivo Santos) y especies afines, han sido injerencistas comentando asuntos que son absolutamente de nuestra incumbencia.

A gentuza como esa no se le debe permitir la entrada al país y no sé si se les ha comunicado. Hasta la inservible ONU se metió en lo que no debía cuando el ultraderechista César Gaviria vino a “dialogar” con los dos polos políticos que cubrieron al país con la llegada oportuna del comandante Chávez. Varios presidentes en ejercicio se han pronunciado abiertamente sobre nuestra situación política, hasta el mismo José Mujica criticó el encarcelamiento, apegado a derecho, de los recluidos en la suite de Ramo Verde. Hemos sido muy tolerantes con esas situaciones injerencistas y debemos parar con eso, ya basta de ser blandengues con extranjeros que nos siguen viendo como “sudacas” de tercera categoría. O defendemos nuestra dignidad patria o estaremos siempre humillados y vejados. Queremos un gobierno que sea firme y radical en ese aspecto. La actual canciller me parece que tiene una tónica más nacionalista y su verbo ha resonado en espacios internacionales para dejar claro que somos libres y soberanos en nuestras decisiones. El presidente de Colombia también ha metido “la cuchara” en nuestros asuntos con cierta moderación pero con el acento derechista que no puede disimular, lo mismo que la canciller Holguín. Hubo reuniones binacionales en la frontera para tratar el asunto del contrabando de extracción de gasolina y alimentos y la ayuda que ellos prometieron ha sido puro cuento, mentiras, ellos aúpan esa actividad ilegal porque les conviene enormemente y todos sabemos de qué se trata.

El Defensor del Pueblo ha declarado que se han deportado 3.571 colombianos indocumentados cumpliendo con los protocolos de rigor. No aclara en cuantos años ha sido eso. Toda persona que vive en las zonas fronterizas de Zulia y Táchira, principalmente, sabe cómo es el tráfico de colombianos al país. Muchos de ellos son gente trabajadora que está legalmente ejerciendo sus derechos y deberes ciudadanos, que se incorporaron a la dinámica laboral, cultural y de otras índoles. Pero hay un nutrido grupo de irregulares que entran a nuestras ciudades sin documentación alguna por los caminos verdes y apadrinados por funcionarios, que están causando mucho daño. El presidente Santos lo sabe, lo auspicia y lo celebra, no es ningún secreto para nosotros que mira para otro lado sabiendo que colombianos delincuentes ingresan a Venezuela y se ocupan de sicariato, de extorsiones y variados crímenes que desestabilizan y atormentan a la población. Esos ilegales violan, atropellan nuestros DD.HH. asesinando, atracando, aplicando terrorismo psicológico a ganaderos, comerciantes y civiles en general. Van a las colas de supermercados con documentación falsa para llevarse alimentos y otros rubros que son imprescindibles para el ciudadano común, los revenden y también se los llevan a Colombia con la complicidad de funcionarios venezolanos. Hasta los billetes de cien bolívares son transportados al vecino país, tanto por colombianos con cédulas forjadas como venezolanos sin escrúpulos.

Nuestros hospitales son abarrotados por esa nacionalidad y nunca se les rechaza verificando su documentación, cosa que no debe ser así. Nosotros nunca hemos sido hostiles con esas personas, hay barrios enteros de ellos en Maracaibo, San Cristóbal y otras ciudades. En Maracaibo, me comentaba un oficial de la GNB, en el barrio El Silencio ubicado en la avenida Milagro Norte, colocaron una bandera colombiana hace pocos tiempo, y un cartel que decía: “Se prohíbe la entrada de venezolanos”. A ese descaro han llegado. Hay que ser más estrictos en el control de viajeros que ingresan por nuestras fronteras. ¿Recuerdan la invasión de paracos en la finca Daktari con la complicidad de alcaldes que no fueron acusados de nada? Hoy el 15% de la población es de colombianos que llevaban una vida de precario bienestar en su país, muchos sufrieron el asesinato de familiares por los paramilitares asesinos que los desalojaron a sangre y fuego de sus tierras, cortándolos con sierras y aplicando las torturas más espantosas. Hoy viven en paz en nuestro suelo y aun así, la mayoría habla mal del país que los cobijó. ¡Chávez vive! Y Santander también.



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Efraín José Granadillo


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