La guarida en CITGO, y la "chimba" meritocracia petrolera

El 14 de Abril de 2002, cuando el pueblo llano se apostó frente al Palacio de Miraflores pidiendo a grito y lágrimas el regreso de su presidente, aparece, sobre las banderas que ondeaban los soldados de ese mismo pueblo en lo alto de la Casa Militar, el venturoso pájaro de acero que con sus torrenteras horizontales de luz anunciaban la llegada del secuestrado líder de los pobres. Poquito más tarde de aquella madrugada de gloria, crucifijo en mano, el Chávez, incrustado en cada corazón rebelde, pide perdón por cualquier error cometido, y llama a la reflexión.

La conspiración dirigida desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos no podía permitir que se reflexionara en nada ni por nada. Y cosa más contrastante. El perdón que pidió el Presidente por cualquier falta cometida por él en el ejercicio de sus funciones públicas, lo convirtió, a la larga, en perdón para los conspiradores que pedían su cabeza hasta el momento mismo de su partida hacia más allá de las galaxias.

En Diciembre de ese mismo año, es decir ocho meses después, el generalato de latón se aposenta en Altamira donde se les deshilacharán las charreteras y se les fundirán las preseas. El honor, al carajo. Cuando cada uno pudo, dándose patadas en el culo, corrió al refugio del malandraje en lo que se convirtió aquel Miami, paraíso oficial del crimen organizado y guarida de ladrones.

El primero de Enero de ese 2002, entra en vigor la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Tierras, leyes fundamentales cuya función central y revolucionaria no era otra sino ir en busca de la transformación económica y social del país devastado. Sí. Era un país devastado. Un país de hambrientos que dejó la IV República como herencia maldita de sus cuarenta años de gobierno. En 1960, según anoto en mi primer trabajo de investigación que hice en 1960, había en Venezuela 163 mil niños en estado de abandono. 38 años después, 1998, Cecodap, una organización empresarial que investiga e informa cada año sobre la situación de los derechos del niño y del adolescente en Venezuela, registra que para esa fecha, la hambruna de niños fue exponencial y dramática: 7 millones de niños vivían en estado de abandono. Un país de hambrientos. Como los niños y los adolescentes es la base del estudio de su investigación, Cecodap no registra la situación en la que vivían, de igual manera, sus propias madres. El hambre, derrumba la IV República.

En aquel aciago año, la Ley de Hidrocarburos, diseñada como hemos dicho para poner en orden la PDVSA de todos los venezolanos, haría polvo y ceniza al super-estado (meta-estado, dicen los técnicos), que alejado de cualquier control gubernamental venezolano, dirigía la industria básica de la República. De hecho, iba hacia la privatización. La patética historia develada a partir del sabotaje petrolero y el acopio de documentación aparecida a través de los hechos, nos da cuenta que el cerebro de PDVSA estaba en manos de INTESA, una empresa estadounidense que nace con mucha rapidez en 1999 porque ya Chávez estaba en el poder y había que actuar a mucha prisa. Esta empresa, nacida de la Sciencie Application International Corporation (SAIC) controlaba toda la información vital de PDVSA y la podía intervenir, a su voluntad y sin reparo alguno, en el momento y en las circunstancias que fueren requeridas. "Sus servidores, alojaban toda la data financiera, técnica, presupuestaria y de negocios de la empresa estatal venezolana. Fue promovida [la operación], por los "expertos" de la llamada Nómina Mayor de la empresa venezolana, "cuyos proyectos pueden ser devastadores para la estabilidad de la empresa". (Question, N°7, p.36, 2003).

Y lo fueron. Germán Sánchez Otero (embajador de Cuba en Venezuela entre 1994 y 2009) en su libro La Nube Negra (golpe petrolero en Venezuela) Vadel, 2012), nos dice que según lo que le informó el Ministro Rafael Ramírez, sólo en el sector petrolero el zarpazo de diciembre le costó al país 18 700 millones de dólares. Y reflexiona sobre la actitud asumida por esta gente que, como veremos más adelante, tenía mucho que perder: "En ningún país del mundo la empresa estatal petrolera se había paralizado dañada por los propios directivos y gerentes. ¿Cómo explicar la existencia de una capa elitista tan antinacional y de inclinaciones fascistas en la industria petrolera venezolana?". Amigo Otero, aunque le siga pareciendo irracional, como a mí, como a todos, la actitud de esa gente contra su propio país, para ellos el sabotaje fue la búsqueda de una tabla de salvación que nunca pudieron alcanzar.

La Nómina Mayor dentro de PDVSA, funcionaba muy sigilosa y cómodamente. Fue una especie de clan que nada tenía que ver con las clases sociales pre-establecidas, ni con la clase política, ni muchos menos con la clase político-religiosa del país. Sin embargo, quizás era todo eso, pero mucho más. Era una logia creada que contaba con una etiqueta de la que el resto de los ciudadanos del país carecía: la meritocracia.

La meritocracia, definida como un sistema basada en el mérito, sostenida en la virtud, aplicada al ejercicio del talento con el esfuerzo, no fue otra cosa en PDVSA sino la existencia de un gueto compuesto por tan sólo 22 privilegiados cuyo sueldo anual oscilaba entre 310 y 990 millones de bolívares. Los beneficios adicionales fueron asombrosos. Bueno enumerarlos: 1.-Bono Especial de fin de año. 2.-Carros con chofer para ellos y sus hijos para ir al colegio, universidad, etc. 3.- Urbanizaciones Vacacionales con comida y bebida servidas por mesoneros y todo tipo de asistentes para cada vivienda. 4.- Disponibilidad de aviones para viajes recreacionales nacionales e internacionales incluyendo invitados estadounidenses de la industria en Estados Unidos. 5.- Disponibilidad de presupuestos para "apoyos" políticos, como el caso de la madre de Leopoldo López, funcionaria de PDVSA, quien hizo los aportes millonarios con dinero de la industria con los que se fundó Primero Justicia. 6.- Por Ley Especial estos abnegados "meritocráticos" manejaban proyectos entre 8.000 y 30.000 millones de bolívares que se asignaban sin licitación alguna.

Claro que la pérdida sufrida por los "meritocráticos" fue enorme con la puesta en escena de la nueva Ley de Hidrocarburos. De ahí, aquella huelga de empresarios, universidades, banca, comercios, colegios privados católicos, la iglesia sermoneando, los medios, lengua y fuego del terrorismo, en plena acción. El sabotaje petrolero que nos puso en el umbral de la quiebra del Estado. El poder de la "meritocracia" en las calles y la invitación a sus huestes a morir en las puertas mismas de Miraflores. Allá, donde la multitud esperó durante noches de angustia la llegada de su protector y guía.

Esta es la lista y los sueldos anuales en millones que ganaba la pandilla:

Edgardo Paredes, 837 millones /Luis Andrés Rojas, 668 millones/Vincenzo Paglione, 979/Karl Mazeika, 990/Raúl Alemán,687/Horacio Medina, 329/Juan Fernández, 399/ Edgard Rasquín,668/Rogelio Lozada, 410/ Luis Matheus, 533/ Carlos Machado, 542/ Ivan Crespo, 498/ Luis Aray, 530/ Andrés Riera, 508/María Luzardo,444/Armando Izquierdo, 501/Luis Pacheco, 542/ Gabriel García, 322/ Francisco Bustillos, 643/Salvador Arrieta, 596,Luis Ramírez, 310/ Armando Acosta, 471 millones de bolívares anuales, sin contar, como hemos anotado antes, con privilegios de magnates.

En cuanto a Citgo, esta empresa venezolana allá lejos de la vista de la honestidad, se convirtió en el simulador que nos señala hoy, en el tablero, que PDVSA pudiera estar perdiendo el rumbo de la moral y del control necesario del Estado. Cinco, seis o más, a la cárcel. Muy bueno. Pero basta con eso?

José Ángel Pereira Ruimwyk, Presidente de Citgo, y Tomeu Vadell, Alirio Zambrano, Jorge Toledo, Gustavo Cárdenas y José Luis Zambrano, podrán tener como destino la casa "vacacional" de la penitenciaría General de Venezuela en San Juan de los Morros y vestir con la braga amarilla que los distinguirá, dentro de aquel conglomerado, como la nómina de delincuentes mayores del penal. ¿El castigo, este castigo, certifica que ahora sí, PDVSA es una empresa sin mácula?

Hay rumores creíbles. Pareciera que se debe comenzar a levantar cárceles para depositar allí mucha basura.

*José R. Izquierdo (jotaerre) Periodista /Investigación.

jrizquierdob@gmail.com



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