Espacio recuperado por la Revolución y al servicio del pueblo

El Eje del Buen Vivir sigue cerrado a las esperanzas

Martes, 12 de abril del 2016.- Desde el 27 de diciembre del año pasado del 2015, a los y las ciudadanas de nuestra capital y del resto del país se les impide gozar de uno de los legados de nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez Frías para Caracas: el Eje del Buen Vivir.

Van más de tres meses, y sin fecha límite, que permanece injustificadamente clausurado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, ente rector del espacio.

Y yo insisto en el término "injustificadamente" aunque los voceros autorizados dicen que su cierre corresponde a una medida muy estudiada de protección a los usuarios de la grave situación de violencia generada por las mafias narcotraficantes establecidas en el sector de Bellas Artes.

Y algunos se preguntarán por qué tan loable intención oficial me parece insuficiente como argumento para mantener cerrado un sitio público recuperado por nuestra Revolución, contimás cuando se observa el registro de hechos delictivos que se han acumulado en estos meses: robos, atracos, amenazas, ataques, personas heridas y fallecidas a manos de los pranes que se han instalado en las narices de las autoridades de la UNEARTE, del Museo de Ciencias, del de Bellas Artes, del Parque Los Caobos, del Teatro Teresa Carreño, del Hotel Alba e incluso de la Defensoría del Pueblo y de la sucursal del SENIAT ubicada detrás de la Plaza Morelos.

Hay que mencionar que ninguna de las instituciones públicas antes señaladas está cerrada, aunque los hechos delictivos las afectan por igual, tanto a los funcionarios que laboran en éstas como a sus usuarios, transeúntes y vecinos del sector.

La medida de cierre sólo recayó sobre el Eje del Buen Vivir y se tomó, para quienes no lo saben, sin que el titular de cultura consultara a las personas que desde la inauguración del Eje han trabajado en los siete locales comerciales que prestan servicio a sus visitantes. Siete locales que son administrados por familias y personas emprendedoras comprometidas en ofrecer productos artesanales, nacionales de la mejor calidad y con precios solidarios. Ninguno de nosotros está ligado a las marcas dominantes en el rubro, ninguno tenemos apellido pudiente o forma parte de los sectores socioeconómicos históricamente más beneficiados. En cambio, cada uno de nosotros asumió el reto de trabajar a favor de un proyecto de país que superara la versión depauperizada, consumista y excluyente que sobre la vida urbana impuso la IV República.

La medida del ente rector de la cultura se basa en el supuesto de que cerrado el Eje, los actos delictivos que se generan en las plazas que lo rodean (Plaza Reverón de la UNEARTE y Plaza de los Museos, en la entrada del Parque Los Caobos) no tuvieran efectos "que lamentar" y el tiempo (sin límite) que permaneciera clausurado permitiría estudiar con profundidad la situación.

Dicho sea de paso y como era de esperarse, las actividades ilegales y la situación de violencia no han mermado en el ínterin. Por el contrario se acentuaron, pues en el mes de febrero hasta fue saqueado parte del sistema hídrico del Eje y peor aún los habitantes del sector y los usuarios y transeúntes todavía padecen de robos, amenazas y del comercio de drogas a un nivel alarmante.

Por supuesto que le advertimos a las autoridades que el cierre era un error porque representaba la incapacidad gubernamental de establecer un orden en ese sector, es decir, la derrota del Estado ante la anomia que es la delincuencia. Por demás decirlo es un acto sin precedentes en nuestra Revolución el hecho de cerrar un espacio público recuperado, en el mismo corazón de la ciudad, y en su costado cultural, justo frente al mural más emblemático de nuestro líder eterno. Qué carga semántica tan avasallante y sin embargo invisible para la autoridad cultural.

No obstante, el cierre de este espacio público recuperado por la Revolución Bolivariana no es un caso aislado. Para los que trabajamos en el Eje, esta situación de clausura forzada es el último eslabón de una larga cadena de acciones que sobre los siete prestatarios de servicio del Eje ha ejecutado tristemente el ministerio. El trato que nos han dado y las condiciones a las que el ente rector de la cultura ha sometido nuestra labor desde la apertura del Eje han degenerado progresivamente y cuando se auguraba una esperanza de avance a favor del proyecto (tras su reapertura en agosto del año 2015, durante la gestión de Reinaldo Iturriza), ésta fue cercenada por la medida de cierre ilimitado.

En tiempos de acciones urgentes y comprometidas con la producción nacional, cuando voceros del Ejecutivo apartan sus diferencias sustanciales con representantes del sector privado históricamente ligados con los intereses globalizados trasnacionales y conspirativos para establecer políticas económicas, las autoridades del ministerio de la cultura convocan loables mesas de producción cultural pero ignoran nuestro potencial, nuestra experiencia y nuestro llamado a una solución coherente y firme del problema que nos acontece y su superación.

En cambio, en la última reunión que realizamos con sus voceros oficiales, el ministerio condicionó la futura pero indefinida reapertura del Eje y el reinicio de nuestras actividades comerciales, a la eliminación del expendio de bebidas alcohólicas en los locales del Eje, aduciendo que la delincuencia era producto de la venta de alcohol por parte de nuestros locales.

Aún conscientes de las falacias que con dificultad sujetan esta nueva argumentación y más importante aún, de las implicaciones que para el futuro de nuestras actividades comerciales tendrá esta nueva imposición y el repentino cambio de rubro, hemos sentado posición próactiva y asumimos el reto de brindar lo mejor de nosotros: entre todos los prestatarios de servicio sumamos 150 personas que directamente participan en este proyecto revolucionario que es el Eje y que no se amilanan con las dificultades económicas que provocó este cierre, aunque sean las más espinosas de los últimos años.

El Eje acogía a colectivos culturales, deportivos, literarios, empleados públicos, estudiantes, docentes, amas de casa, agrupaciones religiosas, organizaciones populares, periodistas, activistas sociales, consejos comunales, madres lactivistas, feministas, indigenistas, ambientalistas, grupos LGBT, funcionarios de alto nivel, personalidades culturales… En fin, una diversidad social que pudo disfrutar lo que era privilegio de pocos: un lugar de Caracas que a cielo abierto y con garantías plenas de seguridad brindaba lo mejor de nuestra idiosincracia, tal como el comandante Chávez lo deseaba.

Es a éste legado, a éste pueblo y a éste proyecto de país que la medida de cierre ilimitado boicotea, sin mencionar los efectos irreversibles que sobre las personas y familias que laboramos en el Eje está provocando sin necesidad alguna.

En el presente escenario político, tan sensible y vulnerable para la Revolución, cualquier estrategia, cualquier acción ligada al interés público demanda de las autoridades el afianzamiento de su perspectiva revolucionaria y popular, con criterio incluyente y bajo el principio constitucional de la corresponsabilidad.

Entonces, de cara a este caso, cuál es el mensaje que a nuestro pueblo productivo, a nuestro pueblo revolucionario, a nuestro pueblo creador está enviando el cierre ilimitado e injustificado del Eje del Buen Vivir? Quiénes son sus beneficiarios y quiénes sus víctimas? Cuál es el balance social, político y cultural de este cierre y qué resultados arroja la medida en los sectores involucrados?

Sé que parte de ese amplio y diverso sector comulga en una respuesta: descontento y desesperanza. Acaso es ésta la respuesta que esperaba el ministerio? Cómo puede darse el lujo de fallar en un momento y en un caso como éste? Le será indiferente éste señalamiento o comprenderá el costo de sus acciones para recapitular y enmendar el entuerto? Por cierto nunca es tarde y no será la primera vez que seamos testigos y parte activa de una rectificación, considerada por demás edificante.

El pueblo, nosotros pues, somos pacientes, muy pacientes. Es un error entender este comportamiento como pasivo, al contrario, es la ciencia de la paz que nos cultiva con su saber, saber esperar, saber ver, saber entender, saber hablar, saber pelear, saber ser.

Por cierto, estoy convencido que éstos son tiempos de definición y de mucho aprendizaje. Nosotros, familias y personas emprendedoras en este acontecer seguimos amorosamente ligados a nuestra vocación de servicio por y para nuestra patria. Y por eso no dejamos de presentar a las autoridades del ministerio numerosas propuestas para fortalecer el sector, los espacios del Eje y nuestra labor como prestatarios de servicio. Por eso insistimos que no somos el problema sino parte de la solución.

En cambio, qué pueden decir quienes lejos de aceptar la temporalidad de sus poderes se acomodan en la confortable y cínica postura de la indiferencia, confiados en su impunidad. Ignoran que la vida es corta y cíclica, que los procesos históricos dan giros a los que su confortabilidad no les ha preparado. Una señal de la extinción de su imperio es el uso de un lenguaje amedrentador que en verdad no intimida al pueblo, por el contrario, le da fuerzas para la próxima vuelta de tuerca histórica.

Con nuestro pueblo revolucionario todo, sin nuestro pueblo revolucionario, nada.

Darwin Suárez
Prestatario de servicio del Eje del Buen Vivir
Propietario de Café Cafunga
Sociólogo, locutor y activista social


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