Código de ética de los militantes del PSUV

DISTRITO CAPITAL 

          “Las baterías de los revolucionarios deben estar enfiladas ahora a cristalizar la necesaria construcción del socialismo del Siglo XXI bajo los lineamientos de una nueva ética colectiva. Solo así alcanzaremos que las metas transformadoras lleguen hasta la raíz o hasta el alma, para los que como yo, creen en la fuerza superior desde la fe”. 

CÓDIGO DE ETICA DE LOS MILITANTES DEL PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA (PSUV) 
 

No hay revolución si no hay cambio cultural. El cambio cultural debe construirse todos los días en el seno del partido, en nuestros hábitos, en nuestros valores, en la forma de accionar para relacionarnos con el pueblo y el poder que de el emana. 

No es posible construir el socialismo venezolano con las prácticas, principios y acciones del modelo que se pretende transformar.

El comportamiento moral y ético, desde una perspectiva socialista, suponen una ruptura con la forma de hacer política y los valores inherentes a la sociedad capitalista. 

El PSUV debe fomentar procesos de formación de conciencia política y de praxis revolucionarias que permitan un militante con una nueva ética y moral, que nos aproxime al ideal del nuevo hombre, la nueva mujer plena en sabiduría, bondad, solidaridad, igualdad y dignidad. Es por ello que se propone a la consideración del CONGRESO EXTRAORDINARIO del partido este CODIGO DE ETICA DE LOS Y LAS MILITANTES

El presente CÓDIGO DE ETICA DE LOS Y LAS MILITANTES DEL PSUV intenta ser una guía, una idea, un concepto que oriente y comprometa al que decida venir al PSUV a militar para derrotar las desigualdades capitalistas y luchar por construir el socialismo. Es un deber ser del militante en la militancia socialista. Es un compromiso sobre el ¿que hacer? y, el ¿como hacerlo? en nuestra cotidianidad como revolucionarios. 

La nueva moral y ética socialista nacerá de una nueva conciencia política, de un nuevo modelo educativo basado en una educación liberadora, vinculada al trabajo como proceso de liberación y dignificación del ser humano, y no de métodos o procederes coercitivos vinculados a sanciones administrativas; solo así tendremos una disciplina que se corresponda con una nueva cultura política que permitirá a hombres y mujeres libres superar el clientelismo, el burocratismo, la injusticia, el divisionismo y la corrupción en la edificación del partido revolucionario y la sociedad socialista. 
 
 
 
 
 
 
 

CODIGO DE ETICA DE LOS Y LAS MILITANTES DEL

PARTIDO SOCIALISTA UNIDO DE VENEZUELA 

1. Siempre al lado del explotado buscando justicia. 

La sociedad capitalista produce las más aberrantes desigualdades sociales que someten a sufrimiento por carencias materiales a miles de seres humanos a los que el orden jurídico, económico y social les margina a favor de los poderosos y oligarcas. Los y las socialistas de Venezuela siempre estaremos al lado del explotado buscando justicia para que ejerzan nuestro derecho a una vida digna. 
 

2. Junto al pueblo transfiriendo poder para construir el poder popular. 

Un elemento estratégico de la revolución bolivariana es darle el máximo de protagonismo al pueblo Venezolano, explicándose en el contexto de la construcción de una democracia radical por protagónica en la cual el poder constituido esta subordinado a la organización popular. Los y las socialistas de Venezuela tenemos la obligación de estar junto al pueblo trabajando para que transfiriéndole poder se construya lo estratégico a la revolución: El poder popular.

El amiguismo y el nepotismo se presentan como formas graves de corrupción que generan la perdida de credibilidad y respetabilidad en el seno del pueblo. 

3. Defensa leal de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y del Programa del Partido. 

El pueblo de Venezuela en ejercicio pleno de su soberanía aprobó e hizo suya, en 1999, un nuevo texto constitucional que consagra el Estado Democrático y social de derecho y de Justicia; así como nuestra condición de patria irrevocablemente libre, independiente y soberana. Los y las socialistas venezolanos juramos defender lealmente la vigencia de la Constitución que el pueblo se dio democráticamente. 
 

4.  Defensa de la equidad de género. 

La Revolución Bolivariana reconoce el rol histórico que ejercen las mujeres en el proceso revolucionario e impulsa políticas públicas con perspectiva de género. El hombre y la mujer nuevos rechazan cualquier tipo de discriminación hacia la mujer y jamás permiten la utilización de ellas como objeto sexual o mercancía. Los y las  socialistas venezolanos nos comprometemos con la igualdad entre hombres y mujeres. 

5. En defensa de la Madre Tierra. 

En defensa de la madre tierra, el modelo desarrollista dependiente ha explotados los recursos naturales destruyendo el ambiente, poniendo en riesgo la vida  en el planeta. El socialismo del siglo XXI tiene la obligación  ética de construir un modelo civilizatorio respetuoso de la vida y la Madre Tierra, en el marco de un desarrollo que sea sustentable, apropiado, ambientalmente equilibrado y que promueva el consumo responsable. 

6.  Somos críticos y autocríticos. 

La construcción de la nueva sociedad socialista requiere de militantes que con la sabiduría de la experiencia, la formación científica y el compromiso de justicia e igualdad puedan desarrollar un pensamiento critico constructivo y comprometido para despejar las incógnitas en la transición hacia el socialismo, pero igualmente sostendrán el valor de la autocrítica para ser capaces de admitir los propios errores y aceptar ser criticados por los compañeros de lucha. Los y las socialistas venezolanos somos críticos y autocríticos. 

El individualismo y el egoísmo son fuertes conductas contra-revolucionarias, aun cuando se expresan de manera inconsciente.  La critica y la auto-critica, serán instrumentos para el constante auto-control y examen de todas y todos en los organismos del partido. 
 

7. Combinamos la teoría y la practica para adelantar las transformaciones. 

El PSUV debe permanentemente impulsar el trabajo teórico, eso le permitirá conocer en profundidad el desarrollo histórico de nuestra sociedad, los grandes problemas que debe resolver en el proceso de construcción del socialismo; en fin suministrara a toda nuestra militancia las herramientas conceptuales necesarias para conocer y transformar la realidad, que es nuestro objetivo fundamental.

Por supuesto, este conocimiento recurrentemente será sometido a la fuerza de la práctica revolucionaria. De ahí que teoría y práctica están indisolublemente ligadas, y ambas poseen una altísima importancia en una línea de trabajo correcta. 

En correspondencia con ello, las y los militantes del PSUV  impulsara en la praxis la concreción de una educación liberadora, en defensa de la convivencia entre los seres humanos, impulsando valores de: solidaridad, justicia, eliminación de la explotación del ser humano por el ser humano, convirtiendo a la educación liberadora y el trabajado liberador en ejes fundamentales de la sociedad socialista 

8. Asumir la ética de servir al pueblo. 

El verdadero militante es un servidor dispuesto a colocar los espacios de poder alcanzados, exclusivamente, al servicio del pueblo para su liberación; no robará ni despilfarrará un céntimo de bolívar que le pertenezca al pueblo, solo estará orgulloso por representar intereses colectivos y no ambiciones personales o de grupos económicamente poderosos. Los y las socialistas venezolanos que por voluntad del pueblo bolivariano ejerzan cargos de elección popular o de administración del Estado asumirán la ética de servir y no servirse del pueblo y una permanente vigilancia y lucha contra la corrupción. 

9. Militantes guiados por sentimientos y valores humanistas. 

Un militante revolucionario está guiado por sentimientos y valores humanistas como la humildad, la sinceridad, la generosidad, la solidaridad, la honestidad, la transparencia, la verdad, el sacrificio, el desprendimiento, la lealtad, el altruismo, la abnegación, el patriotismo, la cooperación, el internacionalismo, la pasión, la responsabilidad, la eficiencia, la creatividad, la libertad, la justicia y la igualdad. Esto hace posible una militancia revolucionaria cualitativamente superior, comprometida con los sueños y anhelos de nuestro pueblo y fiel a la causa del socialismo; constructora cotidiana, respetando la unidad en la diversidad. Los y las socialistas son militantes que defienden el derecho superior de los niños, niñas y adolescentes, así como de los adultos y adultas mayores en contra de la explotación, maltrato y exclusión. Asimismo, deben luchar por el respeto a la diversidad cultural cimentada en lo pluri-étnico (aborígenes, pueblos afro descendientes, entre otros) y la diversidad sexual.   

En consecuencia se hace necesario asumir los componentes sociales de plena exaltación humana que sólo en el socialismo son aplicables. En tal sentido, los y las militantes socialistas basamos nuestras relaciones de convivencia humana y miliciana en una actuación organizada y disciplinada: Un revolucionario(a) organizado(a) no deja tareas inconclusas ni pendientes, sabe cuales son sus responsabilidades y las cumple adoptando patrones de disposición de su tiempo en términos eficientes. Sin disciplina cada cual actúa conforme sus conveniencias y pareceres, no se logra la acción coordinada de las fuerzas revolucionarias, impera la anarquía fragmentaria de la desorganización.

Así mismo, los socialistas cumplimos nuestra palabra y honramos los compromisos asumidos, somos responsables, humildes, desinteresados y desinteresadas, creativos y creativas, dedicados y dedicadas, justos y justas, participativos y participativas, son seres sociables, apasionados y apasionadas, vibramos con los problemas de los otros y las otras y sin demoras nos involucramos en su resolución. 
 

10. Confrontados con la corrupción y los corruptos. 

La vanguardia revolucionaria tiene que dar el ejemplo de una vida austera, sencilla, modesta; le esta negada cualquier vinculo con negociados, empresas, contratistas, testaferros, o cualquier actividad que busque sacar ventaja de la posición de poder. La búsqueda de riqueza material individual es contraria a la sociedad de la igualdad sustantiva y de liberación del trabajo de la explotación, que postulamos y por la cual luchamos: El socialismo. La vanguardia socialista lo es, entre otras cosas, porque se confronta abiertamente con la corrupción, el chantaje, el burocratismo  y la impunidad. 

11. Somos antiimperialistas y practicamos el internacionalismo revolucionario. 

La lucha de los pueblos del mundo por la justicia, por la preservación del ambiente, contra el hambre y la segregación racial, religiosa o de género son también nuestras luchas. El combate a los trabajadores del mundo contra la explotación capitalista y por su derecho a una vida plena, es igualmente nuestro combate, el cual ratifica nuestro internacionalismo revolucionario. Denunciar y combatir la injerencia de las potencias imperiales  en el desenvolvimiento soberano de los pueblos y solidarizarnos con aquellos, es una obligación militante respetando sus formas de lucha. Defender la soberanía de nuestra patria es una obligación que fortalece en el imaginario popular nuestra identidad cultural e histórica y los valores de un nuevo ser humano. Estar dispuesto a dar nuestro trabajo solidario en cualquier parte del planeta que lo requiera es una cualidad del militante socialista. Los y las militantes socialistas somos antiimperialistas y practicamos el internacionalismo revolucionario. 

12. Militantes de la unidad entre los revolucionarios. 

Los militantes del PSUV valoramos con sentido estratégico la unidad entre los revolucionarios. Nos esta negado realizar al interior del partido del pueblo una praxis que favorezca la división, mucho menos si esta sustentada en el corrillismo, la calumnia, la manipulación, la mentira, el grupalismo, la maledicencia, el fraccionalismo, el individualismo y la traición a los intereses del pueblo. Cada militante socialista deberá el debido respeto y consideración a sus compañeros, a los y las compañeros que ocupen los cargos de dirección partidista, considerándolos camaradas, hermanos,  soldados de la misma trinchera de combate por el socialismo; cualquier critica que se formule será constructiva, fundada en argumentaciones o razonamientos científicos.  En el PSUV se cultiva la tolerancia como un valor esencial dentro del pensamiento socialista y por lo tanto su ejercicio le da sentido a la conducta interna de los miembros del partido y a la actitud de éste frente al entorno externo. Reconocemos como validos para la solución de las diferencias al dialogo y el debate, rechazando enérgicamente la descalificación, personal o grupal. Los y las socialistas venezolanos estamos obligados a tener una militancia cualitativamente superior, comprometida lealmente con la unidad orgánica entre los revolucionarios y las revolucionarias 

Estará negado igualmente el empleo de medios ilícitos, sea en forma de dinero u otras prebendas, para ganar voluntades a favor de una determinada posición. Todos los y las militantes en conocimiento de tales métodos esta obligado a denunciarlos ante la dirección del partido. 

Del mismo modo que abolida toda conducta donde se actúe a favor de terceras personas, organizaciones y tendencias políticas, reproduciendo conductas parcializadas que tanto han hecho daño a las fuerzas revolucionarias. 
 
 

14. Características del hombre y la mujer socialista, militante del PSUV. 

TENEMOS CONCIENCIA DE CLASE

Los y las socialistas comprendemos la generalidad de intereses subyacentes entre los miembros de una clase determinada. Reconocemos las diferencias abismales existentes entre ricos y pobres, tanto en sus condiciones de vida como en los controles económicos, políticos e ideológicos que los unos les imponen a los otros. Sabemos distinguir las sutilezas, como las grotescas ferocidades con la que se dispone el mundo, en función de asegurar el mantenimiento de los “poderosos” tras su condición de amos del universo y de la vida que sobre él se posa y germina. 

La conciencia de clases activa la lucha política, la lucha de clases. Lucha basada en la superación de la alienación económica, política, social e ideológica en la que viven millones de personas en la sociedad capitalista. La conciencia de clase es requerimiento indefectible para la revolución y la liberación de la explotación de los seres humanos por otros seres humanos.

Pero no sólo requieren las masas conciencia de clase para resolverse a ser libres, también para asumir las riendas en la conducción de la sociedad nueva. La participación popular en los asuntos de gobierno hace que las personas involucradas en ella crezcan en conciencia política.

Las persona se politizan o lo que es igual, adquieren conciencia política cuando sus problemas individuales no son el centro de su vida, al asumir los problemas en un contexto más global; un individuo se realiza como sujeto politizado cuando traspasa los límites de su localidad, sector, partido, gremio, grupo de opinión, tendencia, y asumen como suyos los intereses globales de la sociedad de la cual forman parte. La participación protagónica de los ciudadanos en todos los ámbitos posibles de lo público, representa uno de los más potables caminos para la elevación de su conciencia, en tanto ciudadano integrado al proyecto de dar viabilidad a la emancipación colectiva. 

LUCHAMOS POR SUPERAR EL INDIVIDUALISMO, EL EGOÍSMO, Y LA MERCANTILIZACIÓN DEL MUNDO.

Los socialitas hacemos vida individual en apego a las pautas sociales, pero sin desconectarnos de nuestras condición de seres sociables profundamente consustanciados y sensibilizados por los asuntos públicos en la perspectiva del bien común.

En contraposición a esta actuación solidaria, los individualistas y egoístas poseen conocimiento y se lo reservan; cuentan con las condiciones necesarias para una vida digna y sin embargo prosiguen su causa de acumulación; se reservan las prerrogativas del poder; no educan a sus hijos e hijas en el desprendimiento, el compartir y la solidaridad…

La acción revolucionaria, anticapitalista, y socialista requiere asumir abordajes intensos en lo educativo, en la praxis, en el ejemplo militante, en la convivencia desinteresada y solidaria de los revolucionarios y revolucionarias, es el principal bastimento para la derrotar el individualismo y el egoísmo. 

El capitalismo todo lo vuelve mercancía, degrada al individuo a la condición de objeto, compra o vende su fuerza laboral y expropia su potencial creador y su vida. Los y las socialistas, propugnan y actúan en función de la superación de las relaciones mercantiles que pretende poner precio a la vida, practican la igualdad entre los seres humanos, y promueven el trabajo digno, no objetivado. 

LABRAMOS NUESTRA CULTURA Y ESTAMOS EN PERENNE PROCESO DE FORMACIÓN

La educación en tanto proceso de edificación de la condición humana es un proceso permanente, no sólo por las posibilidades de crecimiento y constitución de arraigos y valores ciudadanos que brinda el conocimiento, sino por la libertad que proporciona.  

Ya lo anunciaba Bolívar: “Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción…”1  

Para encausar procesos educativos incluyentes y masivos, se requiere contar con un cuerpo de hombres y mujeres tanto plenos(as) de convicción como dispuestos a facilitar y viabilizar la liberación de las tinieblas de la ignorancia a la población condenada por grupos de poder. Mientras más desconocimiento del mundo mayores las posibilidades de sometimiento del pueblo. 

De allí que los revolucionarios(as) deben ser los hombres y las mujeres más preparados(as) e instruidos(as) de la sociedad mientras se alcanza el ideal de la elevación intelectual de todos y todas sin discriminación. 

La educación como hecho social en el transcurso de la historia de la humanidad se halla determinada por las relaciones sociales de producción y por las fuerzas de producción de bienes materiales. Eso lo saben los capitalistas que auspician la ignorancia de las clases trabajadoras, la especialización alienante de estamentos técnicos y la adopción del tener antes que el ser en el imaginario colectivo. 

Para la educación la información es esencial. Los capitalistas conocen esa máxima desde hace mucho tiempo. El secreto es el espíritu de la burguesía, o lo que es igual, conoce y domina la información y gozarás del privilegio de anticipar movimientos y de planificar de acuerdo a tus intereses, mientras los demás yacen ajenos al curso de los acontecimientos. 

Así como la educación deformante capitalista es un arma para la aceptación y estandarización del sometimiento, la educación socialista es instrumento para la liberación. Al respecto, empleemos las palabras de Simón Rodríguez como faro orientador: 

    Las costumbres que forma una Educación Social producen una autoridad pública no una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad de todos, no la Voluntad de uno solo, convertida en Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la educación porque educar es crear voluntades. Se desarrolla en las costumbres que son efectos necesarios de la educación y vuelve a la educación por la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es una circulación del espíritu de Unión entre socios, como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada individuo asociado pero la circulación empieza por la vida”2  

El papel de la educación es decisivo para provocar un cambio en la conciencia de las personas. El aprendizaje y la toma de conciencia si bien es un hecho inmanente a cada individuo, puede y debe también asumirse en colectivo, los(as) socialistas, en ese sentido auspiciamos la constitución y gestión de escuelas de formación política, círculos de estudio y debate, lecturas básicas dirigidas, video foros, conferencias, entre otras herramientas. 

La educación socialista de los revolucionarios(as) se fundamenta en el desarrollo pleno de las capacidades intelectuales, espirituales, y físicas de las personas; en el realce de los sentimientos humanos y las preferencias éticas y estéticas; así como en el fortalecimiento de los principios ideológicos, la comprensión política y la moral socialista en doctrina personal y hábitos de conducta diaria; en síntesis se afinca en la formación de hombres y mujeres libres y cultos, capaces de participar activa y conscientemente en la construcción de un mundo inclusivo, justo y solidario. 

AL COMETER ERRORES SABEMOS RECTIFICAR

Los(as) revolucionarios(as) somos seres humanos falibles. Aún cuando sujetos dedicados en constante búsqueda de resultados óptimos, no se puede olvidar que cometemos errores  como todos(as) los demás seres humanos. 

Mientras los dirigentes del capitalismo excusan sus errores y tratan de trasladar a otros sus culpas: en el ámbito laboral, los patronos responsabilizan de sus fallas u omisiones a los(as) trabajadores(as); en la esfera pública, los gobernantes responsabilizan a los empresarios de la debacle económica producto de su desinversión, o a causas macroeconómicas del mercado mundial, etcétera; los dirigentes socialistas reconocen y asumen sus errores públicamente, están dispuestos a arrogarse las consecuencias que ellos le acarreen, y en todo caso, buscan rectificarlos con absoluta transparencia y humildad. 

En un sistema socialista, es difícil ocultar los errores de los(as) dirigentes, en parte por el control social de su gestión, en parte por la honradez de los(as) funcionarios(as) públicos y por otro lado por la cultura de la rendición de cuentas periódicas que acostumbra practicar de cara a la sociedad organizada y movilizada. 

En tanto más socializadas las responsabilidades públicas, más democrática la rectificación de los errores. 

Los  y las revolucionarios y revolucionarias no nos paralizamos por temor a cometer errores, no dejamos de hacer lo que deba hacerse en función de minimizar los riesgos y asegurar su continuidad en determinado cargo o posición. A menudo, muchas cosas dejan de forjarse por la escasa disposición a tomar riesgos que tienen determinados actores sociales e institucionales.  

Es un deber sine qua non de todo(a) revolucionario(a) al frente de responsabilidades sociales, políticas o institucionales fijar metas sensatas, asequibles y fundamentalmente construidas con las comunidades. Si los proyectos han sido debidamente socializados y validados por las mayorías, los errores serán objeto de un aprendizaje también colectivo. 

COMBATIMOS EL CLIENTELISMO Y EL GRUPALISMO

El clientelismo político es característico de las sociedades de cómplices, se basa en un sistema extraoficial de intercambio de favores, es decir, todo se consigue a través de intermediarios que cobran de diversas maneras sus favores (políticos, económicos y de ascenso social). Los(as) dirigentes benefician a su grupo regulando la concesión de prestaciones, la designación de cargos, de contactos, etcétera, a cambio de apoyo incondicional. 

El clientelismo es una forma de poder paralelo que se utiliza para obtener beneficio particular. Estas relaciones están profundamente arraigadas en la tradición capitalista. Tal es el modo del control de los sindicatos, por ejemplo, o la compra de votos en las elecciones. 

El capitalismo se ha ocupado de enseñarle a los(as) ciudadanos(as) un “hábito clientelar”, una suerte de aceptación tácita a dicho estado de cosas, por cuanto “fuera de dicha práctica nada se consigue”. La relación y el vínculo de los clientes con el dirigente o el patrón no descansa únicamente en el interés por los favores se reciben a cambio de su adhesión, sino que está fundada en la concepción que estos se forman de su experiencia del funcionamiento del poder, y en las expectativas que así desarrollan. Se celebra un hábito de dependencia por vía de la resignación y aceptación de tal arbitraria disposición del mundo. 

Puesto que el cliente y el mediador se conocen personalmente, integran el mismo partido, la misma organización social, provienen de la misma casa de estudios, del mismo barrio, pueblo, etcétera, y la concesión de prestaciones se realiza de manera individualizada, la relación clientelar se enmaraña con las afinidades personales, debido a que pertenecen a similares o comunes redes sociales, familiares, étnicas, políticas, religiosas, geográficas, deportivas, grupales...  

El grupalismo surge por extensión. Si las personas saben que a través del favorecimiento de círculos cercanos se basa la política, entonces optan por conformar grupos de amigos o afines, para así promover a determinados miembros para ocupar determinados puestos públicos y así optar a sus favores. El grupalismo es el proceso de asociación de individualistas.

Tanto el grupalismo como el clientelismo conllevan a la pérdida de autonomía popular, y conducen irremediablemente a la desmovilización y la apatía del pueblo. 

El pueblo es el eterno ausente en los paradigmas de la democracia burguesa, al negar la función política como la más excelsa actividad de servicio a la comunidad. En consecuencia, el socialismo se plantea un proceso de rescate del ejercicio de la política que posibilite la supresión de prácticas y conductas grupalistas y clientelares, en tanto cuantas herramientas estimulantes del escepticismo y la despolitización general de la población. 

Mediante el auspicio de procesos profundamente participativos se logra derrotar el clientelismo y el grupalismo. Someter a consulta popular todo aquello que sea susceptible de hacerse, empleo de personas, asignación de contratos, distribución de recursos…

Asumir que la realidad en colectivo permite alcanzar la independencia de pensamiento y forma un antídoto eficaz contra la manipulación de la participación comunitaria.  
 
 

COMBATIMOS EL BUROCRATISMO

Son dos cosas diferentes la burocracia y el burocratismo. La burocracia es necesaria para garantizar el desempeño de las instituciones tanto del Estado como del gobierno; es la vital actuación de funcionarios y funcionarias en pos de lograr los objetivos institucionales.

El burocratismo, en tanto, es la acción que ciertos funcionarios(as) realizan al poner trabas al normal funcionamiento institucional, de forma conciente o no, de una u otra manera impiden o paralizan el cumplimiento de los propósitos organizacionales producto de los interminables e innecesarios requisitos, formas, alcabalas, gestiones y requerimientos que se exige. 

    El burocratismo, evidentemente, no nace con la sociedad socialista ni es un componente obligado de ella. La burocracia estatal existía en la época de los regímenes burgueses con su cortejo de prebendas y de lacayismo, ya que a la sombra del presupuesto medraba un gran número de aprovechados que constituían la "corte" del político de turno. En una sociedad capitalista, donde todo el aparato del Estado está puesto al servicio de la burguesía, su importancia como órgano dirigente es muy pequeña y lo fundamental resulta hacerlo lo suficientemente permeable como para permitir el tránsito de los aprovechados y lo suficientemente hermético como para apresar en sus mallas al pueblo.”3 

El clientelismo es hijo del burocratismo. A menudo los grupos de poder animados en la práctica de ubicar en cargos públicos a sus cuadros o militantes, suelen incrementar innecesariamente el número de funcionarios(as) por tarea o actividad, necesítese o no. Como consecuencia directa de esta práctica, se reproduce el que por cada nuevo grupo de funcionarios(as) se incrementa el número de procedimientos, lo cual conlleva al surgimiento de una sucesión de lealtades que favorecen la descomposición del individuo y las organizaciones. 

Resulta claro suponer que con el incremento de trámites y alcabalas, con la multiplicación del papeleo y la discrecionalidad en la toma de decisiones, se constituye una suerte de micro sociedad  de cómplices; caldo propicio para la corrupción. 

Los(as) revolucionarios(as) no practicamos el burocratismo ni lo legitimamos; ante todo están al servicio de la causa de la sociedad, no en su contra, por lo que los retrasos, el cobro de comisiones, la omisión o el no cumplimiento de sus responsabilidades, redunda en el deterioro de la vida de las personas, en la castración de sus sueños de realización. 
 

LUCHAMOS CONTRA LA ALIENACIÓN EN TODAS SUS FORMAS Y MANIFESTACIONES 

La alienación es contraria a la conciencia, por tanto instrumento de la clase dominante para sostener su hegemonía. El individuo alienado padece una suerte de confinamiento social, alejamiento inducido por el parpadeo hipnótico dispuesto por el mundo capitalista. 

Los proceso de enajenación y alienación son un tipo de proyección involuntaria a la que se somete a las personas en su propia cotidianidad y entorno vital, al inoculárseles progresivas dosis de sometimiento a la realidad concreta que se pretende imponer. Por lo que el individuo es producto de su trabajo, se aliena a su trabajo; por lo que el comprador(a) compulsivo(a) es víctima del consumismo, se aliena a los fechitas materiales; por lo que los(as) capitalistas obtienen privilegios con la riqueza, se alienan al dinero. 

Existen diversas formas de alienación, la más popularizada es la alienación económica, vinculada al trabajo humano hecho bajo determinadas relaciones de producción: las que se constituye entre los que tienen los medios de producción y los que sólo colocan su fuerza de trabajo.  

Los(as) revolucionarios nos oponemos a todo las formas y manifestaciones de la alienación en tanto medio de sometimiento y depauperación del ser. Se enfrentan a quienes buscan instituir tales tipos de mecanismos de control de la conciencia, particularmente a la clase dominante, quienes intervienen en un continuo e incesante esfuerzo por impedir que la periferia explotada asuma su condición de clase para sí y evitar la propia toma de conciencia, como primer paso en la transformación de la realidad opresora.  
 

SOMOS INTELECTUALES ORGÁNICOS

A decir de Gramsci “todos somos filósofos”, es decir, la sabiduría popular, el sentido común de las personas, su conexión con el mundo real nutrida con la inteligencia colectiva, hacen que el ser particular reconozca la realidad en la que vive a partir de una mirada a su cotidianidad, le comprenda desde la valoración exhaustiva de sus sistemas de creencias y las fuerzas motrices que condicionan la organización social de su entorno. 

Desde ese punto de partida, para ser filósofos basta sistematizar (disponer ordenadamente) las experiencias y prácticas sociales; hacer teoría a partir de la práctica y del acumulado histórico. Teoría de la práctica recogida del ámbito público, lugar de enunciación y realización de quien interpreta su realidad y reflexiona en torno a la búsqueda de soluciones viables a los problemas locales. 

La filosofía popular es filosofía de la praxis. Praxis revolucionaria en tanto cuanto asume el hecho social como una relación sujeto – sujeto, en contraposición a la formalidad académica que auspicia la neutralidad del investigador apartado del hecho social investigado. El filósofo popular es activista de la emancipación, milita en la causa liberadora, pisa el barro del padecimiento ajeno, padece el dolor impropio y lo hace suyo, se compromete, toma partido y busca transformar la inicua realidad de sus iguales. 

El filósofo popular es un intelectual orgánico: hace síntesis de las experiencias exitosas para su divulgación y de las malas experiencias, de los desaciertos, para aprender de los errores y no repetirlos; se ilustra del entorno y de las personas tanto como contribuye en su proceso de organización, interpretación y transformación de la realidad. 

Su método se basa en la “Acción, reflexión, acción, reflexión…”, esto es, es parte de la dinámica sobre la cual se monta el filósofo popular para interpretar su realidad e idear cursos de acción en pos del hacer posible un mundo mejor para todos y todas. 

El intelectual orgánico, el filósofo popular, o lo que es igual, el revolucionario(a) aprende haciendo. Para ello posee la ventaja de elaborar el diagnóstico de la realidad circundante de manera participativa. En todo caso, se sabe conocedor de dicho entorno por cuanto es parte del colectivo “investigado”; comete errores y tras rectificar aprende de tales enseñanzas, de nuevo, actúa y reflexiona… dicho ciclo se repite dialécticamente hasta dar con la solución del problema objeto de estudio.  
 
 

Una atribución esencial del intelectual revolucionario, del filósofo popular que somos todos(as) los comprometidos con la edificación de un proyecto de sociedad inclusiva, igualitaria y justa, está asociada a la función de suscitar, en los miembros de la clase a la que está vinculado, el salto en la conciencia, y la de provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y autónoma. 
 

INTERPRETAMOS LA REALIDAD Y LA TRANSFORMAMOS

Para transformar la realidad, no basta con la mera crítica moral de los males del mundo sino que es preciso el  conocimiento positivo de lo existente, de sus potencialidades y tendencias de cambio. Para transformar la realidad “hay que trabajar todos los días, trabajar en el sentido interno de perfeccionarse, de aumentar los conocimientos, de aumentar la comprensión del mundo que nos rodea, de inquirir y averiguar, y conocer bien el porqué de las cosas y el plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como problemas propios”4. 

Los(as) revolucionarios(as) debemos conocer el mundo en el que se desenvuelven tanto como el giro que desea imprimírsele a dicho mundo, la orientación estratégica hacia donde se encamina la sociedad por edificar. Si esto no se lograse, el ser revolucionario se estaría alienando al proceso emancipatorio y ello es tan pernicioso como la enajenación que impone el régimen capitalista. 

El individuo es el conjunto de sus relaciones sociales. Por tanto, hacerse una personalidad significa adquirir conciencia de tales relaciones, de ahí que la actividad revolucionaria que crea al “hombre y la mujer nuevo(a)”, debe en igual cuantía crear nuevas relaciones sociales. 

A la luz de los rasgos característicos del hombre y la mujer socialista, concebimos al hombre nuevo, a la mujer nueva, como aquel sujeto capaz de transformarse a sí mismo, de apropiarse de forma dialéctica de valores nuevos, de interpretar y transformar la realidad, al tiempo que se enriquece su propia esencia. Un ser socialista sujeto y objeto del progreso y el bienestar común. 

ADMINISTRAMOS EL OCIO EN TÉRMINOS PRODUCTIVOS Y LIBERADORES

El rasero capitalista distingue dos tipos de circunstancias en la vida de las personas: trabajo y ocio. La primera genera riqueza, la segunda consume la primera.  

El socialismo elimina toda forma de explotación del individuo, con lo cual elimina también el antagonismo entre tiempo libre y tiempo de trabajo, al crear las condiciones necesarias para la disminución gradual de las horas de trabajo, aumentándose inversamente el tiempo libre de todos(as) los(as) trabajadores.  

El aumento del tiempo libre redunda en el mejoramiento de las condiciones del desarrollo humano integral de todos(as) los componentes de la sociedad socialista, al brindar espacios para que todos(as) los(as) ciudadanos(as) participen activamente en la administración pública; al generar mecanismos para la formación política en aras de realzar la conciencia; al emprender actividades que redunden en la elevación del nivel cultural y técnico; al ganar tiempo para el descanso, también para su superación política y educacional; al realizar trabajo social voluntario; al eliminar las diferencias esenciales entre el trabajo intelectual y el trabajo físico; al invertir horas a la cultura física, el deporte y a la satisfacción de otras necesidades espirituales; al compartir mayores momentos con los(as) hijos(as) y coadyuvar en su educación; al emprender jornadas extra laborales para el desarrollo aptitudes en el campo productivo, científico, tecnológico, artístico o literario… 


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