El gobernador de Miranda y la calidad educativa en tiempos de crisis

Los gobernantes en muchas ocasiones para hacerse sentir aparecen en los medios de comunicación, redes sociales, páginas web, prometiendo a los gobernados y gobernadas obras futuristas que por su complejidad en determinadas coyunturas de crisis política, económica y moral, como la que atraviesa Venezuela, no podrán cumplir. En ese sentido la retórica aparece como un recurso para ocultar lo que no se hizo y manipular la esperanza, en este caso, de un segmento de la población, como son los educadores.

El gobernador Héctor Rodríguez, con una gestión medianamente moderada en el Ministerio del Poder Popular para la Educación-MPPE y una gerencia recóndita como primera autoridad política y administrativa del estado Miranda, anunció otra de sus demagogias de marketing publicitario relacionadas con la calidad educativa.

Como se planteó en el párrafo anterior, hace algunos días se instaló un equipo que tiene como propósito debatir, mejorar y fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje y así elevar el nivel de la calidad educativa en el territorio nacional.

Lo cierto es que plantearse un debate hoy como lo propone el coordinador Nacional del Congreso de la "Nueva Época", o mejor expresado la Nueva Restauración, en momentos en que el ACTO EDUCATIVO y el HECHO EDUCATIVO, venezolano presentan deficiencias y dificultades en todas sus áreas y factores es un objetivo inviable en la coyuntura actual y sólo será posible su alcance a mediano y largo plazo, si el Estado [y gobierno] logra a posteriori un crecimiento y desarrollo económico sostenido del país y priorizar la educación como factor consustancial de la "sociedad civil". Gramsci.

Cabe destacar, que la comprensión de esta narrativa depende de la claridad que se tenga de ambas conceptualizaciones. Entendida la primera, Acto Educativo, como el momento "integrador entre la teoría y la práctica [praxis] con el fin de favorecer el enaltecimiento de la institución educativa, del docente y del alumno." Nicoletti.

Así mismo, definida la segunda, el Hecho Educativo, como el momento que permite estudiar el lugar que ocupan los componentes del proceso educativo: docentes y alumnos, recursos didácticos, aspectos curriculares, edificaciones, técnicas de comunicación, el medio donde se desarrolla el acto educativo y agregaría su financiamiento por parte del Estado [Estado Docente] y de la familia.

Por supuesto, debo expresar que orientado por la concepción materialista de la historia y retomando a Marx cuando concluye en las Tesis sobre Feuerbach que: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo." Tenemos que la educación en sus dos momentos:

"Crea, comparte conocimientos, habilidades y fomenta actitudes y, también, como instrumentos ideológico-político permite cuestionar o consensual el orden establecido, justifica situaciones y comportamientos, organiza y proporciona herramientas técnicas y científicas, que de generación en generación, facilita acercarse y conocer la realidad con el objeto de transformarla o reproducirla. Ese proceso educativo no se produce aislado del ambiente donde el individuo se forma."

A partir de esas reflexiones teóricas, los argumentos de este editorial tratan de transmitir al lector porque la calidad educativa no es más que una retórica cínica e inalcanzable en el momento actual. Aunque se pueda aplaudir esta iniciativa, totalmente desfasada, por ahora, las circunstancias actuales exigen como primera prioridad, cambiar la situación de empobrecimiento y depauperación de los trabajadores y de la familia venezolana. La realidad política y social conlleva a diferir esa materia para otros tiempos. Eso no significa que se oculte para la eternidad, debe valorarse como un propósito pendiente.

Ahora bien, al considerar que en las últimas dos décadas mucho se ha discutido sobre la masificación y calidad educativa, con marchas y contramarchas, sin una claridad ideológica de lo que se ha discutido y aprobado. No obstante, el proceso de enseñanza-aprendizaje atraviesa su peor momento.

Desde esas perspectivas, en la realidad educativa nacional aparecen una serie de deficiencias que impiden que la calidad educativa eleve su nivel en el corto y mediano plazo. Cualquier discurso inmediatista en ese sentido es una ficción. Entre los factores requeridos para el logro de la calidad educativa, se encuentran:

"La pertinencia personal y social; la estima y autoestima del personal involucrado (docentes alumnos, familia, trabajadores administrativos y de servicios); la convicción y ética profesional; la gerencia y el personal intermedio; el trabajo en equipo; la relación entre educadores, educandos y representantes; el currículo; la cantidad y calidad del material didáctico; la calidad de las edificaciones escolares; el salario de los docentes; las condiciones económicas del educando; el ambiente familiar." Braslavsky.

Ahora bien, en un sistema educativo donde se presentan muchas deficiencias en cada uno de los factores mencionados, la calidad educativa es una utopía. Lo cierto es que la fortaleza o debilidad, el equilibrio o desequilibrio de alguno de los factores reseñados limita la fortaleza y consolidación de los distintos niveles que gradualmente, en un periodo dado, se proyectan para alcanzar calidad educativa.

En consecuencia, en la Venezuela de pandemia y post pandemia, de bloqueo, de crisis económica-financiera y de baja inversión en la educación, el logro de la calidad educativa en condiciones adversas ella misma se difiere para otros momentos. Ello implica que es preferible gerenciar la educación en tiempos de crisis y sobre la marcha esperar condiciones favorables y la oportunidad para emprender acciones dirigidas para lograr la calidad educativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje en nuestro país.

La situación real y actual en el país caracterizada por una precaria infraestructura escolar, una elevada desnutrición de niños y niñas en edad escolar, un empobrecimiento del 80 % de la familias, un bajo consumo general de proteínas, un salario docente devaluado que no alcanza para adquirir la canasta básica alimentaria, mucho menos para obtener la canasta alimentaria familiar, una estima y autoestima del docente en el piso, una carencia de material didáctico suficiente y de calidad, una familia caracterizada en un porcentaje significativo por la ausencia paternal, una ética profesional cuestionada, una acción individualizada que niega el trabajo en equipo, la carencia de incentivos y estímulos para el educador y el educando, entre otros, obstaculizan y frenan, en el momento actual el logro de una calidad educativa en el proceso enseñanza-aprendizaje del conjunto que configura y hacen realidad el proceso educativo nacional.

En fin, si en los 22 años de la Quinta República, incluidos los 14 años que Héctor Rodríguez, ejerció como Secretario de la Presidencia, como Ministro del deporte, como Ministro de Educación y en la actualidad como gobernador del estado Miranda, se puede afirmar que ese convocatoria es como una ironía y una burla hacia los educadores, hacia la educación y hacia el pueblo.



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Carlos Mezones


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