Ya la república tiene Constitución. Ahora hay que pelear

El proceso político de la revolución emancipadora estuvo conducido por los hábiles miembros del Cabildo caraqueño y por los mantuanos provinciales. Mantuano era el calificativo que daba el pueblo a los miembros de aquellas pequeñas oligarquías, terratenientes, hacendados, detentadores del poder municipal, ilustres patricios descendientes de los conquistadores del siglo XVI, o incorporados con privilegios de vasallos, vecinos y blancos al ejercicio del predominio. A ese sector político se suman los intelectuales, que se han formado en la Real y Pontificia Universidad de Caracas y en las reposadas lecturas de los clásicos griegos, latinos y españoles; en primer lugar, y en los filósofos franceses e ingleses, en segundo lugar. Miguel José Sanz es un pensador y pedagogo. Felipe Fermín Paul es un escritor. Juan German Roscio es un doctrinario. Miguel Peña, conspirador solo a partir de 1826, es un hijo legítimo de la Universidad. Francisco Salias se graduó de bachiller en filosofía en 1798. Francisco Espejo. Mariano de la Cova y Francisco Rodríguez del Toro, son juristas. De los diputados que integran el Congreso de 1811, muchos provienen directamente de los claustros universitarios: el marqués del Toro, quien fuera el primer general de la república, guerrero a la antigua; juan José Toro, Mariano de la Cova, Isidoro Antonio López Méndez, Francisco Javier Uztáriz, Luis Ignacio Mendoza, Juan José Maya, Ramón Ignacio Méndez, Juan Nepomuceno Quintana, Salvador Delgado, Luis José Cazorla, Manuel Vicente Maya, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Felipe Fermín Paul, José Vicente Unda y, principalmente, una vez más, Roscio, Rodríguez Domínguez sale de la Universidad en vísperas de la revolución. Viene del interior, de un pueblo, La Cruz, de la provincia de Barinas. Es bachiller en Derecho civil. Los demás se han, graduado en filosofía, en artes, en ambos Derechos. Son intelectuales, formados con John Locke (1632-1704), David Hume (1711-1776) y {Etienne Bonot de Condillac (17155-1780), cuya "Lógica" se tiene como texto, impresa en Caracas en 1812, entre los primeros que salen de prensas republicanas.

Esos pensadores universitarios, o intelectuales autodidactas, ávidos lectores, como el propio Bolívar, fomentan y conforman una mentalidad moderna, caldo de cultivo para las ideas políticas de la emancipación. Por lo que instrumentan órganos de expresión, como la propia "Gaceta de Caracas", que es vocero de la revolución a partir del 5 de julio de 1811; pero también los nuevos periódicos, como "El Semanario de Caracas", que comienza el 4 de noviembre de 1810 y termina, con el número 30, el 21 de julio de 1811, redactado por Miguel José Sanz y José Domingo Díaz; "El Patriota de Venezuela", 7 números, de enero de 1811 a enero de 1812; el "Mercurio Venezolano", 3 números, de enero a marzo de 1811, más una revista política, 60 páginas el núm. I, 48 el II y 47 el III, cuyo redactor principal fue Francisco Isnardy; y "El Publicista de Venezuela", 22 números entre el 4 de julio y el 28 de noviembre de 1811, órgano del Congreso. Libros como "Derechos de la América del Sur y México", de William Burke; el "Manual político del venezolano", de Francisco Javier Yanes; "Los derechos del hombre o El triunfo de la libertad sobre el despotismo", de Juan Germán Roscio, folletos, panfletos, hojas sueltas, fueron el abrevadero de aquella generación.

A esa generación creadora de la Constitución y las Leyes, de la doctrina y de la palabra independista, va a sustituirla independentista, va sustituirla inmediatamente la generación de los héroes, los guerreros, entre los cuales habrá algunos con cultura intelectual, como Bolívar, el primero de todos, o Sucre, de sólida formación, o Mariño que ha recibido educación en Trinidad; habrá inteligentes asimiladores de la cultura superior, como el caso asombroso de Páez, que recorre la escala desde peón de hacienda hasta escritor de sus Memorias, compositor, actor de teatro por entretenimiento, y hombre sensible a la poesía; Rafael Urdaneta, de cierto temperamento literario; o Carlos Soublette, de compostura caballeresca y aguda inteligencia. Pero estarán los otros, rudos soldados improvisados en la batalla, que alcanzan los más altos grados militares, que llevan el peso de la guerra en todos los combates, vecinos que eran de las pequeñas ciudades, que apenas sabían leer y malescribir, como Jacinto Lara, Piar uno de los escribía y era matemático, el duro Arismendi, Bermúdez, Monagas y el resto, todos héroes de la patria nueva. Hombres muy jóvenes en 1811, envejecen en la dura guerra que no cesa ni un solo día hasta 1823 en territorio propio, pero que continúa luego hasta el Perú. Cuando Bolívar realiza su primera campaña verdadera, la de 1813, y es proclamado libertador, es un hombre de veintinueve años; igual edad tendrá Sucre al llegar a gran mariscal de Ayacucho; Páez pelea en Mantecal a los veintisiete años y tiene treinta y uno cuando asciende a general en jefe en el campo de Carabobo; Santiago Mariño es libertador del oriente a los veinticinco años, en 1813; Rafael Urdaneta tiene veintisiete años cuando en 1815 gana la presea de general de división; en la batalla de Boyacá, Carlos Soublette es un viejo de veintinueve años; y José Antonio Anzoátegui, maduro con solo veintiséis; José María Córdoba alcanzo el generalato a los veintidós años; O’Leary es jefe a los veintiuno. Se mueren los muchachos guerreros como Buróz (quince años), picón (diecisiete). Se trataba de una república de muchachos, de jóvenes dirigentes, que llaman cariñosamente el Viejo a Bolívar, muerto con cara de anciano a los cuarenta y siete años.

La guerra comenzó en el propio año de 1810, cuando el marqués del Toro, cuyo título había sido comprado con cacao, fue a Coro al frente del primer ejército que entra en acción. Ese ejército está formado por pardos y otras clases sociales populares. Fue derrotado por lo realistas, y Coro permanece fiel a la tradición en ese primer momento. También fracasó el nuevo general en la expedición a Valencia, donde se alzaron los pardos, las clase criolla por excelencia (11 de julio de 1811). Fue entonces cuando se impuso Francisco de Miranda como dictador. La primera república (5 de julio de 1811 a 25 de julio de 1812) tiene como escenario las ciudades centrales, el núcleo de la antigua provincia de Venezuela, entre Caracas, Valencia, Barinas, Barquisimeto y Trujillo. La provincia de Maracaibo, con la parte más sólida de su territorio, permaneció realista, y su gobernador y capitán general incluyó a Coro en la jurisdicción. Guayana y los Llanos también se conservan fieles a la Corona, a la monarquía tradicional. La guerra, dirigida por Miranda para la causa republicana, se lleva a cabo contra insurgentes, como el indio Reyes Vargas. Un cuartel general se sitúa en Maracay, desde donde se opera, teniendo a Puerto Cabello como defensa principal, bajo el mando de Simón Bolívar. El jefe español fue Domingo Monteverde, enviado desde Coro en auxilio de Reyes Vargas, situado entre Coro y Barquisimeto. Su campaña breve y eficaz. El 25 de julio de 1812, Miranda capituló en el sitio de San Mateo. Bolívar había perdido a Puerto Cabello, La reacción realista había encontrado un aliado especial e inesperado, el terremoto del Jueves Santo, 26 de marzo de ese mismo año, que asoló Caracas y otras ciudades a lo largo del occidente, donde se realizaba la campaña. Miranda se fue con sus equipajes a La Guaria, listo para embarcarse hacia Europa, pero Bolívar, junto con Miguel Peña y el comandante del Puerto Manuel María de las Casas, lo hacen preso y lo entregan a Monteverde, considerando que la capitulación no se justificaba. Es así como el precursor es enviado a Cádiz, donde permaneció prisionero hasta su muerte en 1816. Monteverde asume el poder e impone represalias: presos, destierros, confiscaciones.

El año de 1813 es de significación especial. Se realizan dos campañas libertadoras, paralelas, sin comunicación ni conocimiento previo entre sus dirigentes y actores. Una en el oriente, dirigida por Santiago Mariño, hacendado, bien educado. El 11 de enero de 1813 se reúnen cuarenta y cinco dirigentes en una hacienda del islote de Chacachacare, entre Paria y Trinidad, jurisdicción inglesa, y levantan un acta que es la proclama de guerra. Dice: "Violada por el jefe español don Domingo Monteverde la capitulación que celebró con el ilustre general Miranda el 25 de julio de 1812; y considerando que las garantías que se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en cadalsos, cárceles, persecuciones y secuestros, que el mismo general Miranda ha sido víctima de la perfidia de su adversario; y en fin, que la sociedad se halla herida de muerte, cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunido en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña la magnánima señora doña Concepción Mariño, y congregados en consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa patria querida de la dependencia española y restituirle la dignidad de nación que el tirano Monteverde y su Terremoto le arrebataron. Mutuamente nos empeñamos nuestra palabra de caballeros de vencer o morir en tan gloriosa empresa; y de este compromiso ponemos a Dios y a nuestras espadas por testigos. Nombramos jefe supremo con plenitud de facultades al coronel Santiago Mariño.–Chacachacare, 11 de enero de 1813.–El presidente de la Junta: Santiago Mariño. El secretario: Francisco Azcua. El secretario: Manuel Piar. El secretario: José Francisco Bermúdez. El secretario: Manuel Valdez."

El grupo oriental pasa a Güiria, a otra hacienda de doña Concepción. Forman ejército con esclavos y peones. La primera hazaña es, tomar el puerto, desde donde hacen la guerra, toman Maturín, donde se derrota a Monteverde (25 de mayo de 1813), se subleva Margarita (3 de junio) y se les une en el esfuerzo; toma Mariño a Cumaná (2 de agosto) y a Barcelona. El jefe supremo Santiago Mariño se convierte, sin título oficial, en libertador de oriente, como lo llamará Bolívar repetidas veces.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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