Lope de Aguirre El Traidor

Hace unos días, mientras aprovechaba los escasos momentos de lucidez que se presentan en la Internet afectada por el Alzheimer tecnológico venezolano que está rápidamente destruyendo las interconexiones de la red, en especial en la frontera, leí algo sobre Aguirre donde aparecía la fecha de su muerte que se registró un 27 de octubre de 1561 en El Tocuyo, Venezuela. Estaba muy cercana la conmemoración. Me llamó la atención nuevamente la forma que había firmado su declaración de independencia, "El Traidor",ejemplo que deberían seguir los verdaderos traidores de hoy.

La historia, dicen, la escriben los vencedores, pero no es cierto, eso solo ocurre cuando los historiadores, investigadores, no toman en cuenta la historia oral y escrita de los vencidos ni de los testigos imparciales. La historia de Aguirre como otras muchas, también la cuentan los registros históricos de las autoridades coloniales, sus propios escritos y los escritos y declaraciones que hicieron algunos de los que lo acompañaron tratando de achacarle todas las culpas posibles, exagerando su "locura" y tiranía, y con el fin de ganar su indulgencia, diciendo todo lo que las autoridades españolas querían oír, presentándose como víctimas más que como acompañantes de la loca empresa de independencia de América adelantada a los tiempos.

Este artículo no trata de afirmar o negar aparentes hechos históricos, lejos estoy de ser historiador y además creo que es muy poco lo que objetivamente se puede demostrar en historia, en especial en la de este personaje, influenciada hasta por la política actual; y viendo tantas versiones sobre un mismo tema, tantos "opinadores", y la curiosidad que generan las hazañas de Aguirre, porque eso sí que deja pocas dudas, sus hazañas, las mismas que han ayudado a que la orden del rey Felipe II de hacerlo olvidar por la historia no se haya concretado, me he atrevido a sumarme a los opinadores y escribidores para construir este artículo que es resultado de mi aproximación a los textos a los que he podido tener acceso.

Aguirre fue conocido con diversos apodos: "El Lobo", en referencia a Lope, su nombre, aunque en vasco sería Otxoa (Ochoa); "El loco Aguirre", por sus frecuentes y abiertas críticas a La Corona española y a la Iglesia en días en que solo los locos lo harían en la manera en que él las hizo, en tiempos de inquisición; "El Peregrino" como se llamó a sí mismo por los largos viajes que debió emprender a pie y muchas veces descalzo por miles de kilómetros para alcanzar sus objetivos; "El traidor", como él mismo se identificó rompiendo así con juramento de lealtad al rey en su proclama de independencia; "Príncipe de la Libertad" como se identifica en uno de sus escritos y lo reconoce entre otros, Bolívar; y el más conocido de todos aquí en Venezuela, "El Tirano", por ejecutar a sus enemigos, a veces cortándoles la cabeza de la misma forma que los conquistadores y colonos mataban a muchos indios y negros alzados y a todo el que se les oponía.

Un mismo documento, como ocurre con la Biblia o con el Coran puede ser interpretado de diferentes maneras, incluso contradictorias según el sello de clase social --¿Verdad Marx?-- según la cultura en que se crió el lector y en la cual vive inmerso y con la que evoluciona, o simplemente porque al lector le puede interesar interpretar de alguna manera particular, lo que está más que demostrado en las guerras religiosas, donde a pesar de que se adora y defiende cada letra de las sagradas escrituras dos lectores pueden terminar matándose por defender su forma de interpretarlas aún cuando ambos deben cumplir el mandamiento de no matar.

Pasé mi escolaridad sin escuchar a ninguno de mis profesores hablar de Lope de Aguirre, y si lo hicieron debió ser de forma irrelevante, aunque de manera muy desdibujada creo recordar una ilustración en un libro de texto que lo mencionaba escuetamente. Fue la Obra de Miguel Otero "Lope de Aguirre Príncipe de la Libertad" la que me hizo despertar a otras visiones históricas, pero en el tiempo que la leída vi en una ocasión como un entrevistado en un programa de televisión casi salta de su asiento para responder a una periodista que justamente preguntaba algo sobre Aguirre, que el trabajo de Otero era solo una novela, que no tenía validez histórica. Aquel señor, tal vez historiador, parecía ofendido de que dieran crédito a una novela escrita por alguien que solo era escritor. Hasta ahí mi interés por esa historia, la terminé de leer solo por entretenimiento.

Sin embargo, después de leer tantos textos contradictorios que ni siquiera se ponen de acuerdo en algunas cifras como las del número de "vecinos" que mató en Margarita o la del año de su muerte, a pesar de que algunos parecen tener párrafos copiados de los otros, cabe preguntarse cuántos historiadores o escritores que han escrito sobre Aguirre han realizado un verdadero trabajo de investigación sobre este personaje reconocido por el mismo Bolívar como primer precursor de la independencia de América, cuántos se ubicaron en sus zapatos o pies descalzos para entender sus andanzas y cuántos se trasladaron a los lugares históricos en relación con el personaje e investigaron directamente en los Archivos de Indias, o en su pueblo natal y en otros lugares que pudieran albergar alguna información. Bueno, no sé cuántos, pero no hace mucho me vine a enterar que el autor que rechacé después de escuchar a aquel personaje en televisión --Miguel Otero-- sí realizó un concienzudo trabajo de investigación para escribir su historia novelada, trasladándose a España y otros lugares y consultando archivos directamente, de manera que los datos más importantes y trascendentales sí pueden ser dignos de tomarse en cuenta al momento de tratar de entender aquellos acontecimientos inmersos en una época muy distinta y difícil de comprender hoy; es más, creo que su historia novelada tiene gran validez para interpretación y para formulación de hipótesis, en parte porque Otero no esconde su interés de realizar una novela, mientras muchos historiadores esconden sus intereses en una aparente investigación científica y se lanzan a hacer afirmaciones tajantes y a buscar pleito con otros investigadores aún cuando están muy conscientes de que sus conclusiones podrían ser solo hipótesis de trabajo o mentiras poco piadosas.

Por ahí leí en Internet :"Gracias a las nuevas tecnologías y a las Redes sociales, la Historia no es propiedad de los vencedores." Antonio Caulin, Jules Humbert, Huellas KA-TU-GUA: Cronología de la resistencia KA-TU-GUA: S. XVI.

En algunos escritos se presenta a Aguirre como un joven más al que llegan noticias sorprendentes de América donde es posible hacerse rico y decide embarcarse con esos fines al Nuevo Mundo. De hecho, se sabe que a América en la misma época viajó más de un Lope de Aguirre, uno de ellos a México. Otro conquistador de importancia en Perú, Fernando de Aguirre, que guerreó a las órdenes de Pizarro pudo haber ayudado en la historia oral a generar confusión sobre las andanzas de Lope.

La interpretación novelesca que hace Miguel Otero después de su trabajo de investigación sobre las causas de su viaje a América muestran a un joven Aguirre de 23 años sin la gracia de ser el mayor de los hermanos de una familia de hidalgos vascos, lo que le niega herencia y le da pocas opciones para no descender de ese estatus social a no ser que ingrese al ejército o se haga sacerdote. Entre vascos existían muchas familias hidalgas, descendientes de los "caballeros" y otros guerreros que desde el norte de Castilla se alzaron contra los musulmanes e iniciaron la reconquista de España para el cristianismo católico, y con el fin de la guerra terminaron en una clase social entre la nobleza y los plebeyos, eran los hidalgos, rechazados muchas veces por quienes se convirtieron en amos y señores de España.

El aparentemente violento temperamento de Aguirre, como el de la mayoría de los soldados reclutados para defender de los demonios la cristiana empresa de llevar el catolicismo a todo el mundo y su habilidad con la espada, lograda por su inclinación a las artes militares como en la mayoría de los hidalgos que añoraban los tiempos de guerra donde fueron protagonistas, pesaron más en la decisión tomada que el catolicismo fanático inculcado por su familia.

De la hidalguía verdadera, cotidiana, de entonces, podemos darnos una idea a partir de la novela contemporánea a Aguirre, "El Buscón" de Quevedo, donde de manera un tanto humorística, picaresca, el autor hace una fuerte crítica a la división de clases de la sociedad española y muestra la constante lucha de los hidalgos sin riquezas o de los que se decían hidalgos, por no bajar en la práctica al estatus de plebeyos. Para un hidalgo trabajar podía ser una humillación. Así, Aguirre está decidido a jurar lealtad al rey de España y a la Iglesia católica e ingresar a la escuela de artes militares, pero aparentemente un duelo con un oficial que resulta muerto lo obliga a huir al Sur y alistarse en una expedición al Nuevo Mundo al mando de Rodrigo Burán en un sistema de recluta donde se hacen pocas preguntas a los voluntarios y donde también puede convertirse en juramentado soldado del rey aunque raso y con la tarea de arrasar con todo indio que poseído por demonios y dirigido por brujos se oponga a la llegada de las buenas nuevas del cristianismo.

Apenas llega a Perú en 1536 se distingue por su temperamento de guerrero arrojado y se gana el respeto de los superiores al punto que en la medida en que comienza a despertar a la realidad de pertenecer a una gran farsa compuesta de bandidos saqueadores y esclavistas más que a un ejército santo en guerra contra las legiones de Satanás, comienza a hacer críticas en voz alta al rey y a la Iglesia que son "toleradas" y neutralizadas atribuyéndole el calificativo de "Loco".

Lope no haría nunca ninguna fortuna, no hay ningún documento donde se indique que haya aprovechado su participación protagónica en victorias para saquear pueblos indígenas, violar mujeres y secuestrar niños para ser vendidos o enviados a encomendadores como era habitual, ningún documento exigiendo beneficios personales al rey; abandonó su participación en las campañas militares contra los cimarrones y pueblos indígenas por el oficio de domador de caballos, en el que aparentemente tampoco se hizo dueño de ninguno, y realizó largos viajes a pie, recorriendo casi siete mil km incluso descalzo con el propósito de vengar la humillación a que fue sometido por un burócrata del rey que vio la oportunidad de cobrarle a Aguirre su apoyo al decreto real que prohibía las encomiendas, acusándolo y condenándole a ser azotado públicamente por abusar de indígenas que llevaban una carga suya; de nada sirvió que argumentara que eran su familia ni que pidiese por su condición de hidalgo que le cambiaran esa humillación por la pena de muerte.

Otero lo presenta como un personaje atormentado por la esclavitud y su complicidad con ella como soldado, que se la llevaba mal con la Iglesia y bien con esclavos y pobres y que se desahogaba con sus críticas en voz alta en las tabernas. Toma como mujer a una indígena con la que no puede casarse por normas de la época y tiene con ella una hija que se convierte en otra de sus grandes preocupaciones, su futuro como mestiza en una sociedad de estricta división en clases sociales. Su familia indígena y las relaciones con los pueblos indígenas se convierten en cientos de ojos y oídos con los cuales está muy al tanto de la realidad de la época, en especial la realidad que sufre el pueblo. Esa relación con el mundo indígena le permite sin riquezas recorrer los largos caminos de miles de kilómetros y mantenerse a salvo de las persecuciones de sus enemigos, más cuando es condenado a la horca por la muerte de Hinojosa hasta que es indultado años después por su incorporación a una guerra para sofocar una rebelión, donde es herido en un pie, brazo y cara.

La carta de Aguirre a Felipe II con motivo de su rebelión en 1561 presenta sin embargo contradicciones, presenta las mismas contradicciones que podemos observar más o menos evidentes, en otros rebeldes de la época de la colonia y de la esclavitud, pero se concentra en la defensa de los derechos de los españoles y criollos, mientras los criollos utilizaron las injusticias contra los pueblos indígenas para tejer la leyenda negra contra España y justificar sus acciones independentistas, muchas veces tan violentas como las de los españoles conquistadores, pocas veces mencionan la esclavitud de los negros porque ellos o sus jefes son los mantuanos y esa esclavitud continuó por años después de la independencia y de la promesa de eliminarla para ganar el apoyo de los esclavos. Por otra parte, la opresión a los pueblos indígenas, el racismo en general, continúa hasta nuestros días, y basta observar lo que ocurre y ha ocurrido en Venezuela últimamente a pesar de los mandatos constitucionales y a la creación de un ministerio de los pueblos indígenas. Aguirre, no se centra en este tipo de justificación hipócrita e interesada para su declaración de independencia, presenta reclamos propios y de sus hombres y asume su responsabilidad en la empresa de guerra de independencia contra el rey y cualquiera de sus súbditos a quienes declara enemigos.

La carta de Aguirre al rey se escribe después de tomar el mando de una expedición organizada por Pedro de Ursúa en 1560 para la búsqueda del Dorado por el río Marañón o Amazonas. Aguirre sabe por boca de los mismos indígenas que El Dorado no existe, sabe que es un invento para deshacerse de los españoles mandándolos bien lejos, su participación parece más política para tratar de iniciar una rebelión o por aprovechar la ocasión para vengarse de Ursúa, o ambas cosas. Por otra parte, parece que en la colonia hay esperanzas de deshacerse, gracias a esa expedición, de los más peligrosos soldados conquistadores que como él exigen a La Corona retribuciones por sus servicios.

La "historia" ha convertido a Aguirre en lo que Júpiter es para el planeta Tierra. El gran tamaño de Júpiter, su fuerza gravitacional, hace que gran parte de los meteoritos o cometas peligrosos que podrían llegar a nuestro planeta terminen desviados y o impactando con aquel. Así, Aguirre ha sido calificado de tal manera, como monstruoso tirano, culpable de los más brutales abusos contra los pueblos indígenas y contra los mismos conquistadores y colonos españoles, cortador de cabezas, y mucho más, de manera que los demás conquistadores y colonos, algunos acusándolo a él, disminuyen sus culpas, las de la realeza y las de la Iglesia. Muchos cronistas e historiadores se han creído con derecho a añadir o quitar trozos a la historia de Aguirre al punto que pareciera que la novela de Otero fuese más objetiva que las "novelas" de ellos.

Los conquistadores y colonos tenían muchas formas de castigar y matar para escarmiento o simple deleite de psicópatas. Uno de los oficiales que sale al encuentro de Aguirre para detener su avance en Venezuela tenía como título el de empalador, era encomendero y tenía por nombre Garci González de Silva. Empalar indios, principalmente meregotos en un cerro para ser observado por todos era parte de sus hobbies. Garci González fue muerto antes de poder -- tal vez empalar -- a Aguirre o algunos de sus marañones como se llamaban sus soldados, fue muerto aparentemente por un ejército de indígenas que buscaban venganza. Empalar consistía en una muerte castigo-espectáculo donde a la víctima se le hacía caer con su peso en una estaca muy afilada que podía entrar por el ano, por la vagina o por cualquier otra parte del cuerpo para agonizar ensartada hasta morir, todo dependía de la creatividad del empalador. Un ejemplo bien documentado fue el de Vlad el empalador de Rumania quien en 1819 almorzaba viendo la agonía de los empalados como espectáculo. Encomendero era el que "reunía" indios para ser encomendados a buenos y cristianos colonos para que salvaran sus almas mediante la evangelización y a cambio podían disponer de su trabajo; que el encomendero fuese soldado y empalador dice mucho de lo que eso significaba realmente.

Plomo derretido era otra clase de castigo, podían sumergir los pies o manos en plomo u obligar a la víctima a "tragarlo" abriendo la boca y vertiéndolo adentro. Cortar manos y pies era otra forma de castigo aplicado, pero parece que no se aplicaban muchos castigos así a esclavos negros insumisos, pues quedaban lisiados o muertos y que se adquirían pagando altos precios a mercaderes.

Dice la historiadora Ingrid Galter de los escritos de algunos historiadores, que en ellos se resaltan o describen las crueldades de Aguirre pero se silencian las razones socio-económicas de la rebelión. En su cita a Lorence como ejemplo de ello, menciona uno de sus escritos: "La diabólica figura de Aguirre vino a ser la expresión horrible de las monstruosidades de la conquista; su recuerdo se mezcla a tradiciones espantosas en las orillas del Guallaga y en el interior de Venezuela; y los sentimientos que su tiranía despertó, contribuyeron a que la Corte prohibiera las conquistas con un rigor que no habían podido conseguir las elocuentes representaciones de Las Casas". Añade Galter que ese tratamiento que hace Lorence de Aguirre ocurre a pesar de que la crueldad de Aguirre no fue dirigida contra los indios sino contra sus compatriotas.

De hecho, en las crónicas de Zuñiga, oficial de Pedro de Ursúa, se habla del cruel tirano que mata a los oficiales pero confía en la "gente baja" (incluso algunos argumentan contra Aguirre por haber nombrado a un negro como uno de los comandantes de su ejército rebelde). Reporta el paso por poblados indígenas donde se abastecen de alimentos pero ahí no describe ninguna de las supuestas tropelías contra los nativos. Uno de los relatos de la crueldad de Aguirre que mencionan otros cronistas se refiere al abandono de más de cien indios del Perú en un pequeño poblado en el Amazonas, afirmando que lloraban lastimosamente, pero Zuñiga describe más bien eso un caso de aligeramiento de la carga de las frágiles embarcaciones para adentrase en el mar, por el contrario afirma que querían quedarse otros y algunos se quedan en poblados indígenas a orillas ya del mar, reporta también el agotamiento prematuro de agua dulce y la muerte de algunos en el trayecto. Donde no ahorra Zuñiga en epítetos de tirano y cruel es en las ejecuciones de oficiales y burócratas que se embarcaron al servicio de Ursúa.

En un viaje a Perú, que realicé por motivos de trabajo, creo que en 1995, quedé muy sorprendido al enterarme que una gigantesca estatua ecuestre en una gran plaza de Lima correspondía a Pizarro, era copia de la estatua que en homenaje al Grande de España tienen en su pueblo natal en la península. Pizarro había conquistado y sometido a los Incas del Perú; secuestró al emperador Atahualpa Yupanqui y obligó a su pueblo a reunir piezas de oro suficientes para llenar una gran habitación del palacio del Inca y una vez cumplido el monto del rescate, dio la orden de que muriera en la hoguera, una sentencia que fue cambiada por la muerte a garrote al acceder a la sugerencia del sacerdote Valverde de convertirse a la fe cristiana traicionando la fe de sus padres. El garrote se practicaba amarrando a la víctima en un tronco vertical con el cuello a la altura de un orificio por el que entraba un tornillo que al avanzar presionaba cerca de la nuca al mismo tiempo que estrangulaba mediante un collar de hierro en el cual enroscaba el tornillo, la velocidad con la que se hacía dependía también de la creatividad del verdugo o del sacerdote, dando la oportunidad de abrazar la fe cristiana. Pero en el caso del Inca no tenían un garrote tan sofisticado y debieron emplear trapos o tiras de cuero para estrangular retorciéndolos. El Inca fue muerto y algunas de sus esposas e hijas se suicidaron para acompañarlo en la otra vida desafiando así al cura Valverde. La estatua de Pizarro fue retirada años después, pero muestra quienes fueron los verdaderos vencedores en la guerra de la independencia del Perú, evidentemente no fueron los "cholos". Los hermanos Pizarro también participaron en rebeliones contra el rey, en especial Gonzalo Pizarro quien se rebeló contra los intentos del rey de hacer valer la prohibición de las encomiendas o esclavitud disfrazada de tutoría evangelizadora de indios, prohibición solicitada por el padre Bartolomé de Las Casas, y fue precisamente Lope de Aguirre, quien viendo tal vez oportunidad de luchar por los derechos de los americanos y por el futuro de su hija mestiza, se afana en organizar un ejército junto a Melchor Verdugo para liberar al Virrey Blas Nuñez Velas enviado por Felipe II a hacer valer el decreto y quien había sido apresado por Pizarro.

La lucha contra la esclavitud por parte de Las Casas también estaba llena de contradicciones. Cuando le reclamaron con la pregunta: ¿Quién entonces trabajará en los cultivos y en las minas? Contestó tranquilamente que serían los negros africanos, y así, de haber existido entonces las casas de bolsa, las acciones de las empresas negreras habrían experimentado una muy fuerte alza. A los negros africanos se les arrancó el alma para justificar su esclavitud y se la entregaron definitivamente a los aborígenes americanos a quienes se les había negado o puesto en duda. Pero la hipocresía ante la esclavitud no queda ahí, en aquellos tiempos existían también esclavos blancos y asiáticos, los españoles estaban en una guerra de conquista y exterminio en las Islas Canarias de África donde vivía el pueblo Guanche de raza blanca. De este pueblo quedó poco, y muchos niños y niñas fueron tomados como esclavos, eso sí, "en buena lid" y algunos llegaron incluso a Venezuela como se indica en el caso de un muchacho guanche "ganado" por un ex-conquistador de Canarias y vendido a una familia pudiente en Venezuela. Casos bien documentados también indican que hasta sacerdotes compraron esclavos asiáticos en Venezuela.

Para muchos, Aguirre fue un verdadero monstruo cortador de cabezas, además, algunos parecen escandalizarse por la pretensión de crear un reino en América sin pensar en la época que le tocó vivir a Lope, siglos antes de la revolución francesa. Parecen olvidar lo que es una guerra, el pase a cuchillo de los prisioneros realistas en la Guaira por Bolívar para ahorrar municiones, la entrega que hace Bolívar de Miranda a los realistas y que lo condenaron a La Carraca en España hasta su muerte. El decreto de guerra a muerte.

Se presenta a Aguirre como un villano y a Pedro de Ursúa como un caballero. En las crónicas de Velásquez Almesto, Ursúa es acusado de asaltar y robar al clérigo de Moyo Bamba a quién había pedido prestado para su expedición y que al negarse no solo le quitó lo pedido sino todo lo que pudo, dejándolo semidesnudo a caballo. Pedro de Ursúa, tenía como una de sus hazañas haber derrotado a los negros cimarrones en Panamá capturando a su rey, cuando de lo que se trató fue de un engaño, una invitación a un banquete para llegar a un tratado, pero una vez en el banquete los hombres del rey de los cimarrones fueron envenenados. Se sabe que Aguirre participó en algunas campañas con Ursúa y la novela de Otero sugiere que Ursúa aprovechó las buenas relaciones de Aguirre con los esclavos para hacer contacto con los cimarrones de manera que Aguirre llegó a odiarlo, odio que se manifestó a la primera oportunidad en la expedición de Ursúa para la búsqueda del Dorado en la que Aguirre participaba junto a toda clase de soldados indeseables en la colonia y de los que no se podía esperar mucho más que crueldad. Eran un engendro de La Corona y ya empezaban a estorbar.

No solo se presenta a Aguirre como monstruo y se disminuyen culpas de otros conquistadores, también se trata de reducir el tamaño de sus hazañas. Pareciera que una forma de reducir sus hazañas ha sido negar su recorrido total por el Marañón (Amazonas) hasta el Atlántico, afirmando su salida por el delta del Orinoco, pero no parece existir pruebas para creer algo así; para llegar al Orinoco tendrían que remontar contracorriente por el río Negro y el Brazo Casiquiare, pasando por raudales hasta llegar al curso principal del Orinoco, y por si fuera poco superar el tramo innavegable de los raudales de Maipures y Atures en unas naves frágiles construidas por ellos mismos para albergar a más de 200 hombres. Hoy día, las embarcaciones que quieren continuar navegando desde Puerto Ayacucho hasta más allá de Samariapo deben ser transportadas en trailers por carretera por más de 60 km, nada mencionan las crónicas sobre esta gran dificultad.

Aguirre muere en Barquisimeto abandonado por muchos de sus marañones que aceptan desertar a cambio de perdón cuando intentaba llegar a Panamá para unir cimarrones a su ejército, y viajar a Perú donde aparentemente confiaba en contar con suficiente apoyo popular para iniciar una revolución contra el rey. Muere de un tiro de arcabuz después de dar muerte a su hija Elvira, para que no la llamaran "hija del traidor y no fuera colchón de bellacos"

Que cada quien investigue y juzgue.



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Íñigo Narvaiza


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